A Angie Díaz siempre le llamó la atención la electricidad, por lo que, cuando se le presentó la oportunidad de estudiar en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), no le dio muchos rodeos, aunque sabía que aquello no sería fácil.
Su tenaz espíritu la llevó a asumir otro reto: formar parte de la primera generación de 30 técnicos en energías renovables que serán capacitados por esta institución.
Eso gracias al recién inaugurado Laboratorio de Generación de Energías Renovables, cuyos equipos fotovoltaicos, termosolares y eólicos permitirán a los jóvenes experimentar y simular escenarios, para luego ser capaces de diseñar sistemas energéticos más eficientes, así como instalar, operar y dar mantenimiento a proyectos.
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"En el país ya existe gente trabajando en esto, pero con conocimientos empíricos. En cambio, estos muchachos y muchachas serán los primeros en tener una educación formal respaldada por el INA", comentó Alexánder Guerrero, del Centro Nacional Polivalente Francisco J. Orlich.
Equipos
El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), a través del proyecto Acelerando las Inversiones en Energía Renovable en Centroamérica (Areca), aportó los $80.000 (unos ¢46 millones) para financiar el nuevo laboratorio.
Con ese dinero se adquirió un calentador térmico solar similar a los instalados en residencias y comercios así como un sistema fotovoltáico integrado por ocho paneles solares de tipo policristalino, además de sus respectivos sistemas de monitoreo.
Esos paneles fotovoltáicos son capaces de generar 2.160 vatios, que sirven para suministrar de electricidad al propio laboratorio y a cinco aulas más.
Asimismo, el laboratorio cuenta con un minigenerador de energía eólica con fines demostrativos.
"Estos equipos nos censa la cantidad de energía generada, pero también la cantidad de energía consumida. Eso nos permitirá realizar ensayos de eficiencia energética, por ejemplo", señaló Guerrero.
Asimismo, los estudiantes estarán en capacidad de analizar el lugar donde se instalará el proyecto de energía renovable para hacer un uso óptimo del recurso natural.
"La idea es que ellos puedan determinar la cantidad de paneles solares, por ejemplo, que la persona realmente necesita. Cualquiera puede decirle que instale ocho o diez paneles que generarán más energía de la realmente necesaria y la verdad es que la persona no gana nada con esa generación de más porque, después de alcanzar el 49% de producción, eso se pierde. Ninguna empresa se lo va a comprar para generación distribuida", destacó Guerrero
En este sentido, y aparte del objetivo educativo, este laboratorio pretende ofrecer asistencia técnica a empresas. Para ello, los simuladores permitirán realizar diagnósticos de consumo y, a partir de estos, profesores y estudiantes podrán diseñar sistemas energéticos que sean eficientes.
"La meta es incrementar la participación de energía renovable en la región", dijo Alberto Cortés, director para Costa Rica del BCIE, quien agregó: "En este sentido, creemos que este proyecto se debe replicar en el resto de Centroamérica para formar a los técnicos que atiendan a ese sector".
Empleo verde
Actualmente, el 99,4% de la electricidad en Costa Rica es generada por fuentes renovables como agua, viento, geotermia, biomasa y sol. En la región, ese porcentaje se encuentra entre 50% y 70%.
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Para Cortés, si bien el porcentaje de generación es alto, aún resta encadenarlo con lo productivo para que se genere empleo y, por ende, esa fuerza laboral contribuya a los esfuerzos de los países por erradicar la pobreza.
"La formación técnica disminuye el desempleo, insertando a las personas en un sector vigente", coincidió la ministra de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, Carolina Vásquez.
Según la Agencia Internacional de la Energía Renovable (Irena), en el mundo, el sector de las energías renovables empleó a 9,8 millones de personas en el 2016, lo cual representa un incremento del 1,1% con respecto al 2015.
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La perspectiva es que, para el año 2030, sean 24 millones de empleados en el mundo en este sector.
Los primeros técnicos que serán formados por el INA, y que engrosarán esa fuerza laboral de corte verde, son jóvenes menores de 25 años y muchos de ellos provienen de zonas rurales.
"El objetivo es que ese muchacho o muchacha trabaje lo más cerca posible de su lugar de origen para no tenga desarraigo familiar y, a la vez, lleve desarrollo económico a esa zona", dijo Guerrero.
Si bien la mayoría son varones, las mujeres están abriéndose espacio en este campo y, en esta primera generación, se tendrán dos técnicas en energías renovables.
Una de ellas será Díaz. "En esta área, donde la mayoría son hombres, se tiende a discriminar un poco a las mujeres. Pero, la verdad, si a uno le gusta pues no hay límites. Eso es lo bueno del INA, le abre a uno espacios", comentó.
"De hecho, ese es un esfuerzo consciente. Trabajamos en coordinación con Asesoría de Equidad e Igualdad de Género para incorporar a mujeres en áreas no tradicionales y así romper estereotipos", manifestó Guerrero.
Los estudiantes que tendrán acceso a este técnico en energías renovables son los que ya se graduaron del técnico de electricidad y de electromecánica.
"Esto es un plus para ellos. Esos módulos de energías renovables les van a dar más competencias y una figura profesional que abarca la parte de electricidad, la de electromecánica (que ya de por sí es un técnico especializado) y ahora otro técnico en energías renovables. Ese es un perfil muy atractivo para la industria", declaró Guerrero.
La perspectiva del INA es que los nuevos técnicos sean contratados por las mismas empresas que los reciben como practicantes.
"Muchos chicos y chicas vienen aquí enfrentando situaciones socioeconómicas complicadas y cuando salen del INA pueden llegar a ganar un salario superior a los ¢500.000. Para un nivel técnico, ese es un buen salario para empezar", comentó Guerrero.
Asimismo, el INA les capacita en empredurismo para que, una vez adquieran experiencia, puedan crear su propia empresa y sean ellos empleadores de otros técnicos.
Tanto Cortés como Guerrero esperan que, al existir mano de obra capacitada en el sector, el mercado apueste cada vez más a soluciones de energía renovable.
"Cuando uno va a la tienda y quiere comprarse un electrodoméstico de última tecnología, ¿qué es lo que piensa? Pues que si se me descompone, ¿quién me lo arregla? Cuando pensamos como clientes, esa es la pregunta típica. Pero si yo, como cliente, sé que existen personas con el conocimiento para instalar un equipo, darle mantenimiento y reparar el aparato si fuera el caso, entonces es más probable que haga la inversión y más sabiendo que esa tecnología de energía renovable implicará una reducción en la factura de entre 30% y 49%", resaltó Guerrero.
Aunque la inversión inicial pudiera resultar alta, en concepto de ahorro, ese dinero se recupera entre 5 y 7 años según sea el consumo. La vida útil de un panel fotovoltaico, según Guerrero, ronda los 25 años.