No todos se quedan en casa durante la pandemia. Lejos de ello, algunos salen a saquear la de otros.
Bandas dedicadas a la tala, cacería, extracción de oro y narcotráfico aprovechan la emergencia nacional, que obligó a suspender actividades y visitas a zonas de recreo, para aumentar el pillaje en el Parque Nacional Corcovado.
Autoridades, empresarios, guías y ambientalistas afirman que la comisión de delitos ambientales se disparó en últimas semanas en esta zona protegida de la península de Osa entre los cantones de Golfito y Osa (Puntarenas).
Uno de los mayores problemas de esa zona es el ingreso de coligalleros. De hecho, ya se identifican al menos12 grupos muy organizados, lo cual significa la entrada frecuente de unos 100 oreros ilegales.
Esto ocurre en momentos cuando, debido a la pandemia por covid-19, escasean guardaparques y recursos para cuidar estos 424 kilómetros cuadrados que atesoran el 2,5 % de la biodiversidad del mundo, según el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).
Dicho plan daba cumplimiento a la sentencia 2017-000641, del 20 de enero de 2017 del mismo tribunal constitucional, que condenó al Estado por el abandono de los parques nacionales.
En la propuesta, se solicitaron 52 plazas de guardaparques para control y protección, pero solo se aprobaron 15.
Así lo señala el informe SINAC-ACOSA-DAP-PNC-036-2020 que alertó de la urgencia de sumar otras 37 plazas ante el repunte del narcotráfico, el cual ha quedado corroborado con el hallazgo de cargamentos de droga en las playas del parque, entre la zona de La Leona y Llorona.
Esa actividad llevó a una invasión constante de delincuentes en busca de la droga.
Sinac sostiene que la indefensión del parque se extendió "en forma alarmante” del 2017 al 2019, al registrarse 45 incidentes relacionados con el narco como hallazgos de droga, embarcaciones decomisadas y tres minisubmarinos atascados en la costas.
Lo anterior, propició que otras actividades ilícitas tomaran por asalto este paraíso natural, que hoy también sufre el embate de la tala ilegal, la extracción de huevos de tortuga y la cacería furtiva, así como la aparición de campamentos y bodegas clandestinas.
Y, encima, tampoco hay recursos a la vista: el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) debió ceder una parte de su presupuesto para costear el programa estatal de bonos Proteger, el cual está destinado a ayudar a trabajadores económicamente afectados por la crisis del covid-19.
Imán turístico y joya natural
El Parque Nacional Corcovado se creó en 1975. Comprende unos 424 kilómetros cuadrados en tierra y otros 33 adicionales en zona marítina.
FUENTE: SINAC w. s. INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Pocos recursos contra narco
“La problemática del narcotráfico debe ser asumida por competencia por el Ministerio de Seguridad dada su preparación y capacitación, para la administración del parque es imposible sostener esta operación y limita las acciones de control y protección contra la extracción de oro y cacería”, advierte el informe SINAC-ACOSA-DAP-PNC-0410, de noviembre del 2019.
Joxin Pérez Mora, guardaparques de Corcovado por más de 20 años, confirmó las luces de alerta.
“El narcotráfico en Llorona ha crecido demasiado y fue necesario sacar de allí al personal de Sinac por el peligro. En un parque tan grande y con tan poco personal, no podemos disminuir la extracción de oro y la cacería.
"Lo intentamos con lo poco que tenemos, pero algunos centros operativos están en malas condiciones y sin equipo adecuado”, explicó Pérez.
Agregó que los guardaparques se exponen a peligro constante y sin una remuneración justa, debido a que deben realizar jornadas fuera de su horario regular para atender las crecientes denuncias.
“Esto desmotiva; a futuro quizás debería existir un programa robusto de control y protección con más funcionarios. Alguien podría creer que pedimos demasiado, pero en verdad estamos limitados. Nos sentimos como burro amarrado contra tigre suelto”, lamentó.
Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente, reconoce que Corcovado acumula años de abandono y deficiente gestión del Sinac al punto que removió a varios funcionarios.
“No eran parte de la solución porque descubrí evidentes problemas y anomalías”, reveló.
Rodríguez afirmó que, por primera vez, nota tan preocupadas a las comunidades de Osa y sostuvo que esa presión es bienvenida. No obstante, indicó, así como entre los vecinos hay buena voluntad, también "habitan bastantes manzanas podridas”.
Según señaló, en comunidades cercanas a Corcovado hay individuos que cazan, otros les dan hospedaje y hay quienes les compran la carne.
Además, el funcionario aseguró saber de la existencia de, al menos, dos chats de WhatsApp que avisan a los infractores sobre cada movimiento de los guardaparques.
Las autoridades ya identificaron tres grupos de cazadores principales: uno en Palma de Jiménez, otro de San Vito de Coto Brus y otro procedente de San José.
“Estamos en trabajo de inteligencia con la Fiscalía, el Organismo de Investigación Judicial y la Fuerza Pública para ingresar pronto”, adelantó.
Cacería ilegal al acecho
La caza ilegal pareciera haber encontrado el campo despejado en Corcovado, ante la falta de turistas provocada por las restricciones sanitarias. El temor es que esa actividad deje al parque sin animales que ver cuando vuelvan los visitantes.
Eso golpearía todavía más la situación económica de la península.
“En Osa vivimos del turismo y todos estamos desempleados pero no pasamos hambre. Hemos recibido ayuda de grupos privados, la Comisión Nacional de Emergencia y hasta de Keylor Navas. No es como para que haya que irse a cazar para subsistir”, declaró Rebeca Quirós, presidenta de la Asociación de Guías Naturales de bahía Drake.
Quirós señaló que, en la actualidad, ingresar al Parque Nacional resulta fácil ante la falta de carros, personal y recursos que afronta el Sinac para atender un territorio de difícil acceso por la selva y extenso, “donde, además, hay muchas entradas a la playa”.
“Viene gente de afuera y sentimos que esto se les sale de las manos al Sinac que necesita ayuda urgente", sostuvo la dirigente.
"Hace años tengo un negocio en La Bijagua de bahía Drake, cerca del parque. La semana pasada, una banda sacó gran cantidad de presas. Lo denuncié, pero no pasó nada porque me dijeron que el personal disponible estaba con otra denuncia más grave por coligalleros”, relató.
Marco Hidalgo, biólogo del grupo Osa Conservation y vecino Osa, estimó que el impacto de la cacería ilegal apenas se inicia.
“Conforme pase el tiempo y se deteriore la situación socioeconómica, veremos el verdadero impacto en la naturaleza. La fauna silvestre se verá amenazada, en especial dantas, chanchos de monte, saínos y tepezcuintles”, advirtió Hidalgo.
Para él, la falta de empleo en turismo presionará más a la población a cazar o realizar otras actividades ilegales para sobrevivir.
“La complicación vendrá cuando sea cacería de subsistencia. Ese flagelo solo se podrá evitar con salud alimentaria. Grupos dedicados a la conservación procuramos reinventarnos y apoyar a los líderes de las comunidades para ver ese abordaje alimentario”, aseguró.
En ese sentido, Hidalgo consideró necesario incentivar la siembra de alimentos para que aún quede fauna silvestre que atraiga visitantes cuando vuelva el turismo.
“Si no lo cuidamos ahora, no tendremos qué mostrarle luego a la humanidad”, sentenció.
Para Dionisio Paniagua, dueño de la empresa Surcos Tours en Puerto Jiménez, urge reforzar la educación ambiental en las comunidades.
Según aseveró, las políticas de conservación siempre se han centrado en la persecución, sin el componente adecuado de educación comunitaria.
“Esto crea muchos roces entre guardaparques y comunidades. Hoy lo veo muy claro: apenas se fue el turismo, la gente volvió la mirada al parque sin entender que es el gran generador de ingreso. Estas crisis pasan y debemos proteger la gallinita de huevos de oro, porque de esto viviremos a futuro”, recomendó.
Paniagua recordó que luego de varias décadas sin caza, hoy las generaciones de animales de Corcovado están habituadas a la cercanía de humanos porque les perdieron el miedo.
Sin embargo, advirtió, si no se controla a los coligalleros y cazadores, todo podría terminarse en un abrir y cerrar de ojos.
“A los animales, usted les dispara una vez y se alejan pero, por ahora, están tan habituados a nosotros que no huirán de un cazador y serán presa fácil. Dígame, ¿cuál turista vendrá si no hay fauna qué observar?”, se preguntó.
Otra consecuencia, según Paniagua, la sufrirán dueños de fincas con ganado y animales de corral.
Según explicó, felinos grandes como jaguares, pumas y ocelotes permanecen en el parque mientras hallen comida. Si la caza ilegal sigue, se reducirán las poblaciones de chanchos, saínos y pavones; presas comunes de estos felinos.
Si estos depredadores se quedan sin alimento, “buscarán los animales domesticados y eso generará otros conflictos entre finqueros y agricultores que verán perdidos sus propios animales”, señaló.
“Quedan muchas personas aquí que no se dan cuenta de que viven en una de las áreas naturales más hermosas del planeta, porque la mayoría no conocen el parque. Ven turistas ingresar pero no saben qué van a ver”, concluyó.