Por pura voluntad conservan el 60% de sus propiedades, ahora ofrecen sus bosques para que capturen carbono con lo cual se unen a la lucha contra el cambio climático.
VEA: Ciudadanos conservan a pura voluntad
La Alianza Latinoamericana de Reservas Privadas anunció que incursionará en la venta de bonos de carbono en los mercados internacionales.
Es decir recibirán un pago por la absorción de gases de efecto invernadero (GEI) que hagan sus bosques protegidos.
Rafael Gallo, presidente de la Red Costarricense de Reservas Naturales, y dueño de la reserva de Ríos Tropicales en Siquirres, puso a disposición de la Alianza 200 hectáreas para comenzar el plan piloto.
Esa extensión de bosque del tipo tropical lluvioso tiene, según Gallo, una capacidad de absorción de 18 toneladas de carbono por año. Cada tonelada se cotiza actualmente en $3.
“La idea sería generar encadenamientos de reservas y lograr ingresar a los mercados internacionales de carbono como bloque”, comentó Martin Keller, presidente de la Alianza.
De hecho, Panamá y Colombia ya mostraron interés de sumarse a Costa Rica.
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Hoy la organización cuenta con 4.345 reservas registradas para un total de 5,64 millones de hectáreas en conservación. Están en 14 países latinoamericanos.
“Falta de registrar reservas y hectáreas de Ecuador, Uruguay y Venezuela, por lo que esos números serán mayores”, dijo Keller.
Hace cuatro años, la entidad tenía solo 2,5 millones de hectáreas. Para Keller, ese crecimiento demuestra el potencial que posee la conservación privada.
“Somos soñadores y quizá estamos un poco locos. Pero lo cierto es que tenemos un gran corazón para el medio ambiente”, manifestó Gallo.
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Carbono neutralidad. La iniciativa se perfila como una opción para que empresas remuevan aquellas emisiones de GEI que no logren reducir. Eso quiere decir que, para alcanzar la carbono neutralidad, cada emisión que se libere a la atmósfera debe ser capturada y almacenada en sistemas forestales. En los bosques, el carbono se guarda en la biomasa de los árboles (tronco, hojas y raíces), así como en el suelo.
“Las empresas pueden reducir emisiones instalando paneles solares o utilizando biodigestores, pero aún así tienen que remover y esa remoción significa ingresar a los mercados de carbono. Si tiene un sitio donde hacerlo, pues perfecto. Pero si no, tendrá que recurrir a un tercero”, comentó Edmundo Castro, de la Universidad Earth.
Allí es donde Castro visualiza una oportunidad para Latinoamérica, gracias a sus bosques tropicales que yacen bajo regímenes de conservación privada.
“América Latina tiene una gran fortaleza: se posee un gran potencial como sumidero de carbono. Pero, de manera desorganizada, no podemos tener éxito. Tenemos que organizarnos y conformar una bolsa latinoamericana de carbono y así como la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) hace con el petróleo, hagámoslo nosotros con el carbono”, subrayó Castro.
De hecho, el mandato para que los países firmantes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático presenten sus contribuciones nacionales (INDC, por sus siglas en inglés) en diciembre, abre una ventana de oportunidad.
En el INDC, los países especifican las metas de reducción de GEI que pueden asumir si se acuerda un nuevo régimen climático en la conferencia de las partes de la convención (COP21), por realizarse en la ciudad de París (Francia) a final de año.
De aprobarse en diciembre, en París (Francia), un nuevo régimen climático entraría en vigencia en 2020 e implicará un compromiso vinculante.
En este sentido, los países desarrollados empezarán a buscar opciones para remover sus emisiones de carbono y así cumplir con sus metas.
“Para el 2100, los países desarrollados que conforman el G7 deberán descarbonizar sus economías. Eso le abre espacios a la conservación privada”, señaló Castro.
A hoy los bonos de carbono se cotizan en $3 la tonelada. Pero, y según Gallo, la esperanza de la Alianza es que estos suban a $10 gracias al nuevo régimen climático que se acordaría en la COP21 e incluso vuelvan a alcanzar los $20 que alguna vez tuvieron.