Lavar ropa con agua de lluvia, esa fue la medida tomada por 164 universitarios que viven en las Residencias Estudiantiles de la sede Rodrigo Facio de la Universidad de Costa Rica (UCR). Todo con el fin de ahorrar 170.000 litros de agua potable al mes.
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Ellos implementan el sistema de 'cosecha' de agua, que consiste en captar el líquido mediante las cubiertas de los edificios y canalizarlo por medio de canoas y bajantes hacia un tanque de almacenamiento con capacidad de 10.000 litros que se encuentra bajo tierra.
Allí, la lluvia se trata con cloro para remover cualquier contaminante presente en el techo y luego con carbono para quitar los residuos del químico.
"Este proceso es importante para garantizar que el agua tenga las condiciones óptimas para lavar ropa", comentó Emilia Martín, coordinadora de la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), que asesoró en el proyecto.
A través de tuberías, se abastece a seis lavadoras que son utilizadas por lo estudiantes que viven en uno de los tres edificios del complejo residencial.
Linneth Monge, estudiante y vecina de Corredores, no ha percibido ninguna diferencia cuando lava con agua de lluvia. "La ropa queda igual e incluso el agua es más limpia", comentó.
Diseminar la idea
Según Sandra Masís, jefa del programa de Residencias Estudiantiles de la UCR, a finales del 2015 surgió la idea de implementar un sistema que ayudara a economizar agua en las lavanderías, ya que esta actividad es la que más líquido consume. En ese momento, cada residente gastaba 270 litros a la semana en el lavado de prendas.
"Ahora soñamos con implementar el sistema en los otros edificios", dijo Masís.
Ella es más ambiciosa. "Nuestro objetivo es implementar este sistema en otros edificios de la Universidad, pero también motivar a las personas a colocar un tanque de captación en sus casas aprovechando los bajantes que ya tienen. Es cuestión de dejarla reposar para que se asienten los sedimentos y dependiendo del uso que le vaya a dar, puede clorarla o usarla tal cual en riego de jardines", dijo.
El agua de lluvia puede emplearse en labores domésticas como riego de jardines, lavado de automóviles, limpieza de casas y en los servicios sanitarios. Con ello, se quita presión a la demanda de agua potable que también se utiliza para consumo.
"En Costa Rica caen miles de metros cúbicos de lluvia y esa es agua que podemos aprovechar", destacó Monge.
Jeimy Selles, estudiante y vecina de Amubri en Talamanca, considera que, poco a poco, las personas van valorando el recurso hídrico.
"Nosotros, en el edificio, por ejemplo, sabemos que no podemos dejar ninguna llave mal cerrada, amontonamos ropa para lavar varias prendas y no encender la lavadora solo por una, y bueno, ahora estamos lavando con agua de lluvia", manifestó Selles.
Otras medidas
La cosecha de agua de lluvia no es la única práctica ambiental implementada en las residencias estudiantiles. Según Masís, en el 2011 los estudiantes se propusieron ser lo más verdes posibles.
En este sentido, y para tratar las aguas de la cocina, los edificios cuentan con trampas de grasa. Eso ayuda a limpiar el líquido, para luego usarlo en el riego de jardines, principalmente en los meses de verano.
Asimismo, se recolectan los residuos orgánicos para darlos como alimento a los animales de una chanchera y el resto de los materiales valorizable, se clasifican y preparan para reciclaje.
Para evitar el uso del bus, muchos se movilizan en bicicleta y pidieron a la administración que les construyera un parqueo para resguardar estos vehículos.
Si bien Miller García ya implementaba algunas prácticas ambientales en su casa en Parismina (Limón), cuando llegó a la residencia de la UCR terminó de sentar bases. De hecho, este lugar ha ganado en dos ocasiones el galardón ambiental de la Universidad.
Actualmente, las Residencias Estudiantiles de la UCR hospedan a una población de 435 estudiantes provenientes de zonas rurales.
"Lo más bonito es ver como los chiquillos se van matriculando con todas estas ideas y van tomando conciencia. Todas esas buenas prácticas se las llevan a sus casas, a sus comunidades, y termina siendo un esfuerzo de educación ambiental.
"A fin de cuentas estamos invirtiendo en un estilo de vida que favorece la conservación del ambiente. Toda esta conciencia ambiental nace del centro del corazón. Si usted no cree en esto, pues se le hace difícil implementarlo", comentó Masís.