La comunidad de Bahía Ballena, en Osa, se desarrolló gracias al turismo de observación de ballenas . Por eso, deseosos de conocer más a estos animales, los guías y operadores turísticos empezaron a tomar datos científicos .
Llevan cinco años recolectándolos y gracias a estos, se dieron cuenta de que estos cetáceos se encuentran tanto dentro como fuera del Parque Nacional Marino Ballena.
Ahora, la comunidad quiere presentar esos datos al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) para abogar por la creación de un área de amortiguamiento fuera de los límites del parque nacional.
“Los datos nos muestran que las ballenas están en áreas que no están protegidas y queremos que exista un tipo de manejo que permita a las comunidades aledañas seguir con sus actividades económicas, como la pesca, pero que también se proteja a las ballenas”, dijo Fernando Guerrero, de la Asociación de Guías de Bahía Ballena (Asoguiba).
“Si protejemos a las ballenas, nos protejemos a nosotros mismos como comunidad, porque ellas son las que nos dan de comer”, agregó.
Los vecinos aún desconocen la figura legal más adecuada para sus propósitos. Eso sería algo que discutirán con el Sinac. Una posibilidad, según Guerrero, sería crear una área marina de manejo que permite la pesca con cuerda, el trasmallo en ciertas épocas del año y el palangre de fondo.
“La idea es que la categoría de manejo permita la convivencia de la pesca y el turismo. Un área marina de manejo es una categoría más participativa y menos restrictiva que la de parque nacional”, dijo Guerrero.
Investigación. Los guías y capitanes de barcos turísticos empezaron a tomar datos para conocer la distribución de las ballenas dentro del parque nacional.
En cada salida al mar y cuando se observa una ballena, se anotan las coordenadas geográficas del avistamiento, si el animal es hembra o macho, adulto o cría, y si está solo o en grupo, así como el tipo de comportamiento.
También se le toma una fotografía. La cola de la ballena es como su huella digital y las fotografías permiten saber si son visitantes nuevos o frecuentes y cada cuánto vienen al país.
Adicionalmente, se apunta el estado del tiempo y la temperatura del agua. “Conocer el estado del tiempo nos permite planear el tour : si habrá o no oleaje fuerte, si lloverá o no”, justificó Guerrero.
Gracias a los datos de temperatura , los guías y operadores turísticos averiguaron que las ballenas jorobadas prefieren aguas cálidas y poco profundas.
Por ejemplo, el monitoreo reveló que las madres con cría prefieren las aguas poco profundas (entre 20 y 25 metros), mientras que los grupos competitivos de machos optan por estar entre 30 y 40 metros de profundidad.
Asimismo, seguirles la pista a las ballenas jorobadas los ha llevado a conocer otras especies.
Según Guerrero, así fue como vieron que el delfín de dientes rugosos se acerca a la costa y las falsas orcas son asiduas visitantes de isla del Caño.
“Gracias al monitoreo, nos dimos cuenta de que cuando las falsas orcas están en la zona, las ballenas jorobadas se desplazan a otros sitios porque huyen de este depredador”, dijo Guerrero.
También han detectado la presencia de ballenas de bryde y han aprendido trucos que facilitan la observación en mar. “Nos hemos dado cuenta de que, cuando hay bastantes pájaros, pronto van a aparecer los delfines y, para nosotros, es más fácil ubicarlos para mostrárselos a los turistas”, manifestó el guía local.
Según Guerrero, los investigadores de Fundación Keto les ayudan en el análisis de los datos.
Otros estudios. La disponibilidad de alimento desde Uvita de Osa hasta Punta Burica convierten al Pacífico sur en epicentro de cetáceos, según un estudio realizado por investigadores de Fundación Keto, Fundación Vida Marina y el Centro de Investigación de Cetáceos de Costa Rica (CEIC), en el marco del proyecto Golfos del Sinac y Fundación MarViva.
“Ya se tienen suficientes datos como para ver que los cetáceos no solo están dentro del parque nacional, sino que se desplazan de Ballena a Sierpe, Corcovado e isla del Caño”, dijo Erick Ross, coordinador científico de MarViva.
Asimismo, Ross citó estudios realizados por la Universidad de Costa Rica (UCR) que indican que el Pacífico sur es zona de crianza de tiburones y rayas.
“Esos estudios incluso han recomendado pautas de manejo como alejar la pesca de arrastre a más de 50 metros de profundidad para que no haya un efecto negativo en los juveniles de tiburones y rayas. De esa medida también se beneficiarían las ballenas porque se disminuye el ruido causado por el arrastre”, indicó.
Para el biólogo de MarViva, un área de amortiguamiento permitiría que varias actividades económicas utilicen el espacio sin perjudicarse unas a otras y conservando el recurso para todos.
“En esta área de amortiguamiento podrían tenerse pautas que permitan pescar responsablemente y avistar cetáceos de forma sostenible. Eso nos permitirá mejorar la condición de los recursos y así todos podemos disfrutarlos”, comentó Ross.
Ciencia ciudadana. La investigación realizada por guías y operadores turísticos se considera un esfuerzo de ciencia ciudadana.
“Eso permite que la comunidad se empodere de las acciones. Esta propuesta del área de amortiguamiento no viene de una organización o del Gobierno, es la propia comunidad la que lo está pidiendo y está generando información científica para saber cómo están las ballenas. Eso le da mucha más fuerza a la propuesta”, destacó Ross.
Otra ventaja es que los datos se quedan en la comunidad para que puedan seguir utilizándolos.
“Esta comunidad es un ejemplo de cómo podemos desarrollarnos responsablemente al lado de los recursos naturales y ese es un impacto que beneficia a otras comunidades cercanas, como Dominical”, sostuvo Ross.