Durante el pasado fin de semana, los médicos veterinarios atendieron 154 animales que fueron afectados por el huracán Otto en los cantones de Upala (Alajuela) y Bagaces (Guanacaste).
"Sobre todo fueron animales de compañía como perros y gatos. A los animales de producción les llevamos alimento", señaló Bernardo Jaen, director del Servicio Nacional de Salud Nacional (Senasa).
Los operativos, que consistieron en recorridos por las comunidades y la instalación de tres clínicas móviles (dos en Bagaces y una en Upala), fueron coordinados por Senasa y contaron con el apoyo de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (UNA), el Hospital de Especies Menores de ese centro de estudios y la organización Protección Animal Mundial.
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Asimismo, y según Jaen, se cuenta con el voluntariado de 75 médicos veterinarios que están listos a donar su tiempo cuando Senasa lo crea conveniente.
Para Mauricio Jiménez, director del hospital veterinario de la UNA, atender a los animales afectados por el huracán no es un capricho, sino un tema de salud pública.
"Los animales conviven con los seres humanos desde que se dio la domesticación. Procurar el bienestar y la salud de ellos es invertir en nuestro propio bienestar y salud, porque evitamos enfermedades zoonóticas (que se transmiten de animales a seres humanos y viceversa)", explicó Jiménez.
Paramédicos de animales
A los médicos veterinarios de Senasa, UNA y Protección Animal Mundial, la emergencia no les tomó por sorpresa porque tienen seis años capacitándose en la atención de animales en desastres a través de simulacros, entrenamientos específicos y formulación de protocolos de acción.
"Por eso es que estamos trabajando como un relojito, no hay traspiés", comentó Sergio Vásquez, oficial médico veterinario de respuesta ante desastres de Protección Animal Mundial.
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En este sentido, la labor veterinaria se dividió en dos fases de atención: una de primera intervención que se da justo cuando ocurre la emergencia y la otra es de vigilancia y prevención, la cual se ejecutará dos semanas después del desastre.
La primera fase consiste en asistencia veterinaria básica. "En esta etapa, nosotros nos convertimos en paramédicos que brindamos primeros auxilios a animales que presentan calentura, están heridos, no caminan o han dejado de comer", explicó Vásquez.
Para ello, los veterinarios dividieron los cantones de Bagaces y Upala en dos círculos de acción. El primero se limita a la zona urbana de las comunidades donde se brinda atención a mascotas y el segundo se extiende a la periferia urbana para atender animales como gallinas y cerdos.
En conjunto con la Fuerza Pública y guiados por veterinarios locales, los profesionales se dividieron en grupos para recorrer la zona. Consigo llevaron comida, medicamentos e implementos médicos para curar heridas.
Según Jiménez, en estos recorridos encontraron animales debilitados, heridos por golpes o cortaduras y fracturados.
"Aunque lo que más encontramos fueron casos de perros afectados emocionalmente. Muchos no tenían físicamente nada, pero no querían comer porque estaban muy asustados o presentaban fiebres. Al igual que los seres humanos, los perros se asustan y más porque no entienden qué fue lo que pasó, no reconocen los olores que les eran familiares y se estresan. Muchos de ellos sobrevivieron a la inundación nadando a como podían y resguareciéndose en un sitio alto como una pila o mesa. Eso implicó mucho estrés", dijo Vásquez.
Paralelo a estos recorridos, e iniciando el domingo, funcionarios de Senasa se dividieron en equipos de tres personas para recorrer La Cruz, Liberia y Bagaces en Guanacaste, Upala en Alajuela, Corredores en Puntarenas, Matina y Barra del Colorado en Limón.
A cada sitio se desplazaron ocho equipos, cuya misión era llevar alimento y realizar un diagnóstico de situación para posteriormente calcular los daños.
Al ser zonas de producción lechera, Senasa cuenta con el apoyo de la cooperativa Dos Pinos y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE). Según Jiménez, lo urgente en esas fincas es reactivar el ordeño para evitar que el ganado enferme de mastitis (inflamación de las glándulas mamarias).
En el caso de los productores pequeños que cuentan con animales de granja o pastoreo, la preocupación deviene en las fuentes de alimentación, ya que el paso del huracán dejó a muchas fincas sin pasto. Para ellos, y dado que muchos animales andan sueltos, se dejaron puntos de alimentación.
"Por todo el estrés que han pasado, es importante mantener los niveles de sales minerales y estar vigilantes de la condición de estos animales pequeños", destacó Jiménez.
En cuanto a los que se encuentren muertos, la directriz de Senasa es enterrarlos o incinerarlos para evitar contaminación.
Por otra parte, si estos equipos localizan a un animal en mal estado de salud, este se remite a las clínicas de atención veterinaria.
Clínicas móviles
El sábado se instalaron tres clínicas móviles en Guayabo y Bijagua de Bagaces así como en Upala. Según Jaen, se descartó colocar una en Limón y más bien, se decidió enviar alimento a esta zona.
Las clínicas están equipadas para atender heridas, lesiones de piel, traumas menores, fracturas leves y cirugías menores. Sin embargo, en dos días de trabajo, los veterinarios se vieron en la necesidad de trasladar tres animales al hospital veterinario de la UNA, ubicado en Barreal de Heredia.
Ese es el caso de una perra preñada, mascota de una de las familias que perecieron en Bagaces, que presenta varias fracturas y lesiones en la piel. También se trasladó a un cánido geriátrico, cuyos problemas cardíacos empeoraron debido al estrés sufrido y una lora que presentaba fractura del ala.
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Para prevenir enfermedades como distemper en perros, los médicos veterinarios aplicaron un protocolo de diagnóstico rápido que consiste en una prueba de sangre. Canes sin esquema de vacunación o cuyo cuadro clínico hiciera sospechar al médico, fueron sujetos a este examen.
Según Jiménez, si el resultado era positivo, se procedía a aislar al animal y tratarlo. "Por dicha, a la fecha, no nos ha aparecido ningún caso de este tipo", aseguró el veterinario.
Las clínicas móviles se mantendrán hasta el miércoles, aunque Jaen y Jiménez no descartan extender el tiempo de funcionamiento de estas.
Vigilancia y prevención
Superada la etapa de primera respuesta, el trabajo se enfocará en la fase de vigilancia y prevención, la cual se empezará a ejecutar en dos semanas.
En este tiempo, los médicos veterinarios vigilarán posibles brotes. "Algunas enfermedades no se presentan en los primeros días, sino con el tiempo", señaló Jiménez.
Ese es el caso de las diarreas, las cuales se dan por la ingesta de agua estancada y probablemente contaminada.
"Hay que estar atentos a leptospirosis, enfermedad que transmiten las ratas a través de agua, porque puede haber un riesgo zoonótico", dijo Vásquez.
En este sentido, la higiene es esencial. Apenas se restablezca el agua potable, se recomienda bañar a los animales y mantenerlos limpios. Asimismo, Vásquez solicita a las personas estar atentas para que sus mascotas no tomen agua contaminada y darles acceso a agua limpia.
"En una o dos semanas vamos a tener que desparasitar, porque hay parásitos que se pueden transmitir a las personas", agregó Vásquez.
En esta etapa, la vacunación será prioridad para evitar brotes de enfermedades como parvovirus y distemper en perros así como influenza en ganado y caballos.
En cuanto a rabia, aunque en el país está erradicada, Senasa se prepara para inocular preventivamente a animales en estas zonas.
Asimismo, y según Vásquez, la triada de entidades está evaluando si establece clínicas de campo.
"Esto para preservar los medios de vida de las personas. Si protejemos y velamos por que las gallinas no se mueran, los chanchitos estén bien y el ganado se mantenga, entonces estas personas tendrán recursos necesarios para recuperarse más rápido", destacó el funcionario de Protección Animal Mundial.