Todos los años, voluntarios se unen para limpiar las playas del país y librarlas de los desechos que arrastran los ríos y las corrientes marinas hasta la costa.
En promedio, y según datos de Asociación Terranostra (ATN), se recolectan unas 46 toneladas (t) de residuos al año.
Muchos son plásticos , los cuales se pueden reciclar. De hecho, en algunas playas, ATN reporta un promedio de 2.500 botellas por kilómetro.
Eso sí, hay de todo. Las playas exhiben desechos de juguetes, tapas, bolsas, pajillas y envases de productos de limpieza.
Estos tardarán entre 100 y 400 años en degradarse (en algunos casos, hasta 1.000 años). Aunque terminen reducidos a partículas diminutas, estos materiales seguirán contaminando los ecosistemas marinos y costeros, impactando la pesca y el turismo, así como la salud de las comunidades que deben lidiar con dicha contaminación.
El 80% de la basura que afecta a las costas del país es generada en el Valle Central. “Basta con ver los ríos, para darse cuenta de que la mayoría de la basura son plásticos, y estos terminan siendo arrastrados por los cauces hasta el mar”, comentó Viviana Gutiérrez, de la Fundación MarViva.
Para Gutiérrez, la solución está en que los gobiernos locales trabajen en conjunto para eliminar la cantidad de residuos que se descargan en las cuencas hidrográficas . Esa labor tiene que involucrar a todos actores presentes, desde el nacimiento del río hasta su desembocadura en el mar.
Tiene su lógica. En el país se generan 4.500 t diarias de residuos que vienen de los hogares, detalla la Guía Nacional de Manejo de Residuos (2012).
De esa cantidad, el 12% se recicla, pero el 25% no se logra recolectar; queda a la intemperie y ensucia lotes baldíos, calles, alcantarillas y, por supuesto, los cauces de agua.
La ironía es que, aunque responsables debido a sus decisiones de consumo y prácticas de manejo de residuos, los ticos manifestaron que la contaminación de los ríos y la basura eran los problemas ambientales que más les preocupaban. Así lo evidenciaron en la encuesta , aplicada por Unimer a pedido de La Nación en el 2010.
Cambio. El 90% de los desechos que flotan en los océanos son plásticos, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Muchos están reducidos a pedazos que ni siquiera logran verse a simple vista. De hecho, Pnuma reporta la ingesta de polímeros por parte de 170 especies marinas, alrededor del mundo.
Esto, a su vez, amenaza la salud humana, ya que tales compuestos tóxicos se pueden transferir a las personas mediante el consumo de dichas especies. Es decir, el ser humano está consumiendo el plástico que desecha .
En plástico existe desde la década de 1930, pero su producción masiva data de 1950. En el 2014, el mundo alcanzó una producción de 300 millones t al año de este material.
Según datos de MarViva, un tico usa aproximadamente 120 botellas plásticas al año. De estas, solo tres se recolectan y, en el mejor de los casos, se reciclan.
Para Gutiérrez, más que solo promover el reciclaje (que no está de más) , se debe evitar el uso de estos materiales.
“Hay que romper algunos mitos en relación con el plástico. No es biodegradable en ninguna de sus formas y lo que sucede es que cuando ingresa al mercado, lo consumimos y este nunca va a salir del ambiente”, dijo Gutiérrez.
Otras organizaciones, como Preserve Planet, promueven el uso del vidrio como sustituto del plástico como forma de envase.
Empresas, como Florida Bebidas, apuestan a las botellas de plástico reciclado para no volver a necesitar del petróleo, para conseguir resina y así frenar la demanda de envases. Es decir, botella que sale de la fábrica, es botella que reingresa.
En busca de soluciones. Representantes del Ministerio de Salud, la Unión Nacional de Gobiernos Locales y MarViva se reunieron para esbozar posibles soluciones.
“La gestión local va a sumar a la gestión nacional, pero esta gestión tiene que ser coordinada”, dijo Gutiérrez.
En este encuentro se discutió la posibilidad de incluir el plástico en la regulación nacional y reconocerlo como un residuo de carácter especial, lo cual implica ciertas obligaciones por parte de los productores e importadores.
Según Nash Ugalde, funcionaria de MarViva, los participantes manifestaron la necesidad de analizar el mercado nacional e internacional para el plástico reciclado y ver opciones para mejorar sus precios.
Asimismo, se señaló la urgencia de regular la importación de plásticos no reciclables.
En manejo de cuencas, el país ya cuenta con esfuerzos como el Programa de Bandera Azul Ecológica en sus categorías de playas, microcuencas y comunidades. También existe la Comisión ABRA que coordina esfuerzos en la cuenca del río Grande de Tárcoles y corredores biológicos urbanos impulsados por municipalidades para rescatar los ríos.