La mayor parte de las muertes súbitas en deportistas se da en atletas jóvenes. Datos de la American Heart Association indican que entre el 2002 y el 2006 se produjeron 75 muertes en personas que realizaban deporte en Estados Unidos. De ellas, 50 eran menores de 30 años de edad.
Según especialistas en el tema, las personas jóvenes tienen mayor riesgo porque se exigen más a la hora de hacer deporte. Además, las personas mayores a las que se les diagnostica un mal en el corazón, por lo general no es por mucho ejercicio, sino por problemas de grasa en las arterias.
“El deportista joven se exige más a sí mismo. Varios muchachos tienen enfermedades cardiacas que solo se manifiestan cuando se le exige al cuerpo más de lo que puede dar, y ahí es donde vienen los desmayos, paros respiratorios y, en el peor de los casos, la muerte”, señaló el médico colombiano Camilo Povea, cardiólogo y especialista en Medicina del Deporte, que está en el país para exponer en el Congreso de Medicina Deportiva.
La muerte súbita se produce menos de una hora después de un desmayo o ataque al corazón mientras se practica deporte. La mayor parte de estos incidentes ocurre en futbol y baloncesto, deportes en los que, por lo general, hay más aficionados que practican de forma esporádica o sin consultar al médico.
En América Latina no hay datos de cuántas muertes súbitas ocurren en el deporte ni de cómo se producen. Esto hace más difícil tratar el problema. Además, la genética del latinoamericano no es equiparable con la de un estadounidense o un europeo, por lo cual es más difícil prevenir con base en los datos sobre estos últimos.
Las razones. Hay dos motivos principales de una muerte súbita.
Por un lado, hay enfermedades cardíacas que solo se manifiestan cuando el cuerpo se somete a mucha actividad física. Son enfermedades que deben controlarse desde los primeros síntomas.
Por otra parte, si una persona sana le exige constantemente a su cuerpo mayor esfuerzo del que puede dar, surgen complicaciones que pueden llevar a la muerte.
Normalmente, cuando una persona realiza ejercicio, hay más demanda de los músculos que trabajan en cada movimiento, y esa demanda se llena aumentando la frecuencia cardíaca. El corazón, entonces, late más rápido para bombear más sangre, la presión arterial aumenta, la frecuencia respiratoria sube y los niveles de sodio y potasio bajan, lo cual hace que el corazón esté más sensible.
Si una persona tiene alguna enfermedad cardíaca, el corazón no resiste tanto esfuerzo del cuerpo, y lleva a males cardíacos mayores como paros cardiorrespiratorios.
Según Povea, males como cardiopatía hipertrófica, las displasias ventriculares o anormalidades en las arterias se manifiestan más cuando el cuerpo llega a un nivel de mayor de exigencia física.
“Hay personas que pueden tener problemas si no se someten a revisiones médicas antes de hacer ejercicio. Cuando una persona se entrena, su corazón cambia de dimensiones, y ciertas enfermedades pueden hacer que crezca de manera anormal, o que las paredes del corazón se endurezcan y no puedan bombear la sangre correctamente, o que el corazón lata más rápido o más despacio de la cuenta. Esto hay que revisarlo para evitar complicaciones o muertes”, agregó.
Por esto, los especialistas en medicina deportiva primero hacen un examen físico y, luego, exploran el historial clínico del deportista y de sus familiares. Si hay un precedente de enfermedades cardíacas en la familia, el deportista debe acudir al médico con más frecuencia.
Niños. Estas enfermedades no solo son de adolescentes y adultos jóvenes, también aparecen en niños.
El pediatra Rafael Gutiérrez, de la Unidad de Cardiología del Hospital Nacional de Niños, dijo que por año atienden aproximadamente a 5.000 niños con males cardíacos. Muchos de ellos fueron diagnosticados luego de entrenamientos con clubes de futbol o de competencias de atletismo.
“Estos padecimientos se tratan de manera diferente, según la edad, estatura y peso del menor. Sin embargo, hemos tenido que decirles a muchos niños que no pueden hacer ni clases de educación física, ni jugar mucho por el bien de su salud”, dijo Gutiérrez.
Sin embargo, Povea y Gutiérrez insisten en que las personas con estos males del corazón pueden llevar una vida normal mientras tengan revisiones médicas frecuentes y limiten su actividad física al mínimo.