Santa Elena, Monteverde. En las faldas de la Reserva Biológica de Monteverde, una empresa de artesanas convierte los desechos de su comunidad en artículos de gran belleza y utilidad.
Cinco mil kilos de lo que muchos consideran desperdicios han sufrido, en dos años, esa transformación que trae beneficios económicos y ambientales.
Es, concretamente, en San Luis de Monteverde -en la cordillera de Tilarán- donde las trabajadoras de Ecobambú hacen posible que aquel periódico del día anterior, una caja de cartón o un cuaderno repleto de cifras y letras amarillento por el paso del tiempo, dé paso a un nuevo producto y evite ir a engrosar la montaña de desperdicios.
Ellas son las hechiceras que con el chasquido de sus dedos consiguen transformar lo viejo en nuevo, lo inservible en servible.
Así procuran sacar provecho a la oleada de turistas que visitan Monteverde, uno de los mayores atractivos que tiene el país.
Creación y producción. Las mujeres amanecen, cada día, rodeadas de papel y cartón usado que con el paso de las horas y el resultado de su esfuerzo consiguen transformar en originales envoltorios y cuadernos con diferentes formas, tamaños e ilustraciones.
Una muestra de ellos lo podrán conocer y adquirir de manera excepcional el 26 de marzo en el Mall San Pedro, en San José.
Desde la fundación del taller artesanal, hace ya dos años, la asociación integrada por 14 personas (únicamente hay dos hombres) y que cuenta con el respaldo del Centro Científico Tropical (CCT), ha conseguido reciclar el papel de desecho que se genera en escuelas, comercios y hoteles del distrito de Monteverde.
Según explicó la directora de la asociación, María Eugenia Brenes Jiménez, "la gente de la comunidad colabora porque sabe que estamos dando utilidad a la basura y que el proyecto es compatible con el medio ambiente".
Los productos elaborados a partir de material de desecho se venden posteriormente en tiendas ubicadas en los parques nacionales Volcán Poás y Volcán Irazú, y en la Reserva Biológica Bosques Nubosos de Monteverde.
En estos momentos fabrican más de 2.000 bolsas al mes, muchas de las cuales van destinadas específicamente a empaquetar café.
Estos productos, como relataba María Eugenia Brenes, se hacen artesanalmente. "Aquí no tenemos equipos industriales; nosotras pintamos y cortamos el cartón".
Compromiso social. Sin embargo, la implicación de la asociación Ecobambú no es solo con su entorno natural, sino también con su entorno humano.
Las trabajadoras del taller de reciclaje, además de desempeñar una labor productiva que les reporta ingresos económicos para sus hogares, también consiguen conciliar su vida familiar con la laboral, una situación que para muchas mujeres de hoy es inalcanzable.
En Ecobambú las trabajadoras pueden escuchar, educar e incluso amamantar a sus pequeños mientras trabajan dando forma al papel y al cartón reciclados.
Allí estaba Marian Ramírez, una niña de cinco años de edad, hija de la artesana Siria Picado. Ella correteaba entre las mesas del taller.
La menor manifestó que suele acudir al sitio de trabajo de su mamá cuando no tiene que ir al kínder. "Me gusta estar aquí y jugar con Giovanni", otro niño -de dos años-, hijo de una joven madre que miraba de reojo a su pequeño mientras cortaba el cartón.
Más al fondo, se encuentra "la mesa de trabajo". Allí labora Wendy Araya Salazar, que con sus 16 años es la más joven del taller. Alrededor de Wendy hay unas seis mujeres más, de distintas edades, que comparten confidencias y risas mientras trabajan.
En la asociación Ecobambú se mantienen fieles al compromiso con su comunidad. Creando belleza a partir de lo desahuciado, construyendo un entorno laboral acorde con las necesidades de cada artesano y respetuoso con la naturaleza.