Palmares. El proyecto de renovación de las torres principales del templo parroquial de Palmares de Alajuela enfrenta en este momento a los palmareños entre sí y con las autoridades del Ministerio de Cultura (MCDJ).
Por un lado, representantes de la Iglesia Católica y un grupo organizado defienden la necesidad de que las obras de reparación se culminen como estaban planeadas y que el mantenimiento del templo siga en manos del pueblo.
Por el otro lado, las autoridades tratan de declarar el inmueble como Patrimonio Arquitectónico Nacional. En este momento, ambas estructuras están en espera de que se le coloque un revestimiento de aluminio que imite la estructura de latón original que tuvieron en 1916.
Restaurar sin declaratoria. Según el cura párroco de Palmares, Luis Guillermo Pérez, esta no es la primera vez que se intervienen las torres de esta iglesia, orgullo del pueblo. “Estas mismas torres fueron reemplazadas hace 40 años por torres hechas en fibrovidrio que simulaban la piedra original”, dijo.
“Esas torres se deterioraron y presentaron fisuras y filtraciones de agua. La madera por dentro se estaba pudriendo. Había posibilidades de que algunas de estas piezas se desprendieran”, agregó el sacerdote. A pesar de que las piezas de las torres en 1916 eran de latón, ahora se pretende colocar piezas similares, pero de aluminio porque son más livianas.
Se cree que el costo de la obra ronda los ¢340 millones. La comunidad solo ha recaudado ¢210 millones, y restan ¢130 millones.
“La recaudación de fondos para este propósito se hace mediante colaboraciones y gracias a la ley 7266, del impuesto sobre la renta”, indicó Pérez. Él insiste en que para la actual renovación de las torres se cuenta con recomendación de expertos.
“Las pruebas realizadas a la estructura de hierro dentro de las actuales torres mostró que estaban en buen estado y por eso se conservarán”, señaló Katia Núñez, administradora de la parroquia.
“En un comunicado, el ministerio nos señaló que debíamos suspender cualquier obra que se estuviera ejecutando.
Enviamos una revocatoria diciendo que, en el estado actual, es decir, sin las torres, la estructura se iba a deteriorar más. Fue entonces cuando se nos permitió continuar con el proceso de restauración de las torres”, dijo el sacerdote.
Sin embargo, Pérez admitió que, en una reunión realizada con María Elena Carballo, titular del Ministerio de Cultura, se les reiteró el interés de darle la categoría de Patrimonio Arquitectónico.
De ser así, expertos del MCJD serían quienes deben dar el visto bueno a cualquier modificación que se haga a la estructura en el futuro.
“Estamos luchando para que no se produzca una declaratoria de patrimonio porque nos parece que no se acepta la responsabilidad que corresponde. Queremos que el templo siga siendo patrimonio, pero de la comunidad. No tener una declaratoria no quiere decir que no lo cuidemos”, puntualizó.
Urge declaratoria. Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, enfatizó que ya tenían conocimiento de que, en el pasado y en este mismo año, se han hecho alteraciones a la obra que distan de lo idóneo.
Por ejemplo, señaló irregularidades en la elaboración de las rampas de acceso al templo (para las cuales se removieron piedras de la estructura original), en la colocación de cerámica en el atrio y en el hecho de haber aplicado pintura a las columnas de piedra.
La funcionaria asegura que no se discute que haya buena voluntad para conservar el templo, pero asegura que la necesidad actual de cambiar las torres de fibrovidrio revela que, en el pasado, no se tomaron las mejores decisiones para restaurar la estructura.
“No podemos permitir que el párroco de turno, sin un criterio técnico, tome esas decisiones basado en su buena voluntad”, dijo.
Además, Quirós fue enfática al denunciar que el actual cura párroco de la comunidad ha difundido desde el púlpito ideas erróneas de lo que significa que el templo sea declarado patrimonio.
“El sacerdote ha dicho a la gente que, si se da la declaratoria, el templo quedará solo de museo y que no podrán celebrarse misas y cosas por el estilo. Esto es falso. El Centro de Patrimonio desea ofrecer su experiencia para que el templo perdure más tiempo”, dijo Quirós. Colaboró Alejandra Vargas