El Pasaje Jiménez, un punto de referencia en la ciudad de San José, sufrirá una renovación total en el mediano plazo.
El arquitecto Jaime Rouillon propone una intervención de gran calibre que renovará la edificación, localizada entre calles 4 y 6, avenidas 3 y 5; o, lo que es lo mismo, al costado oeste del Banco Nacional de Costa Rica.
El edificio, además de tener una imagen completamente moderna, ha sido planeado tomando muy en cuenta el paso del Sol a través del año sobre nuestro país y los vientos que llegan al sector.
Lo anterior se realizó con el objetivo de crear un edificio que ahorre energía al disminuir de manera notable el gasto en concepto de aire acondicionado.
Propuesta. La propuesta de Rouillon gira en torno a la conciencia por el ahorro de electricidad, que al final de cuentas desencadenará en una menor contaminación.
“La conciencia por el ahorro y calentamiento de nuestros edificios se ha vuelto una necesidad, no un capricho o una tendencia”, explicó el arquitecto.
Para levantar edificios más ‘ambientales’, el arquitecto utiliza la termodinámica, el estudio de la energía y su transformación.
“La termodinámica nos ofrece posibilidades de circular aire, ace-lerar flujos y controlar temperaturas”, explicó Rouillon.
Para un proyecto de este tipo se debe tomar muy en cuenta el Sol como fuente de calor por excelencia en los trópicos.
“En este país tenemos que enfriar los edificios, no calentarlos más”, señala el arquitecto al explicar el diseño del nuevo Pasaje Jiménez, al que también califica de un edificio “alternativo” en uso energético.
Aerodinámico. El Sol y el viento fueron estudiados con detalle en la zona donde se levantaría este nuevo Pasaje Jiménez.
Después de diversos estudios realizados fuera de nuestro país, el arquitecto sabe exactamente por dónde pasa el Sol durante cada mes del año y la influencia del vecino edificio del Banco Nacional en el curso de los vientos.
Del análisis de estos datos nacieron la original forma alargada del inmueble y los materiales propuestos: cobre y vidrio en su fachada, y también concreto.
La curvatura del edificio determina que el flujo de aire en su exterior, en vez de chocar directamente con él, se disperse hacia los costados de una forma aerodinámica.
La construcción está diseñada de tal manera que el aire fresco ingresaría por el entrepiso y se llevaría por unos canales hacia su interior. Por medio de las columnas y rejillas en los pisos, el aire fresco se extendería por el edificio.
Este proceso se realizaría de manera natural (sin necesidad de aire acondicionado) pues el diseño implica una torre de calentamiento ubicada en la azotea del edificio.
La torre calentaría el aire en la parte superior y, por efecto de convección, “succionaría” el aire más frío de las zonas bajas y el exterior.
“Las chimeneas de cobre y vidrio crean un cambio de temperatura forzado agilizando el movimiento del aire por medio de las ‘branquias’ horizontales”, explicó el arquitecto.
La estructura tendrá un costo cercano a los $35 millones para 35.000 metros cuadrados de comercios, oficinas y un pequeño hotel.
Rouillon está de acuerdo en que es un monto elevado, pero asegura que lo justifica la ganancia en el mediano plazo por el ahorro energético del 40% respecto de un edificio normal.