Un estudio norteamericano realizado con monos titís sugiere que la estructura del cerebro es distinta en los animales machos que son padres en comparación con los que no lo son.
Además, propone que esta diferencia afecta también el funcionamiento de la memoria de los animales que son padres.
Así lo reveló una investigación realizada por científicos de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, y publicada esta semana en la prestigiosa revista Nature Neuroscience.
Esta es la primera vez que los científicos estudian cómo la experiencia de ser padre altera drásticamente regiones cerebrales que son importantes para la cognición (el conocimiento).
Además, es también el primer estudio que procura establecer una relación entre la crianza paterna y los cambios físicos y químicos habidos en el cerebro de un primate.
Hasta ahora se creía que los cambios solamente sucedían entre las hembras.
El hallazgo. Al comparar los cerebros de titís padres con otros que no lo eran, los expertos identificaron que los padres tienen una mayor densidad de conexiones neuronales en una región del cerebro llamada la “corteza prefrontal”.
Esta corteza desempeña un papel crucial en las funciones cerebrales superiores, tales como la cognición.
Los expertos identificaron, en esta zona, una mayor cantidad de pequeñas espinas que se añaden a las llamadas dendritas. Estas son las ramificaciones (microscópicas) de las neuronas.
Las dentritas están implicadas en la recepción de los estímulos y controlan el razonamiento, la formación de conceptos y el ordenamiento temporal de los estímulos.
Los expertos también encontraron que, en los cerebros de los titís, padres hay más receptores de la hormona vasopresina.
Esta última desempeña un papel fundamental en el aprendizaje y la memoria, según los expertos.
Una mayor receptividad de la vasopresina significa que los cerebros de los padres son capaces de procesar una mayor cantidad de esta sustancia química que los de los que no son padres.
La siguiente etapa de la investigación será descubrir cómo se producen los cambios en los cerebros de los monos y extrapolarlos con estudios en seres humanos.
La labor continuará a cargo de los científicos Yevgenia Kozorovitsky, María Hughes, Kim Lee y Elizabeth Gould.