Si usted visita en estos días la basílica de Los Ángeles, en Cartago, seguramente se topará con andamios y decenas de trabajadores. Luego de las festividades de agosto y setiembre, este templo entró en una fase de mantenimiento para poder seguir recibiendo a decenas de peregrinos, fieles y turistas, durante muchos años.
“Este es un ícono de nuestro país, hay que embellecerlo para todas las personas que lo visitan, tanto en la basílica como en la pileta”, comentó Kenneth Vargas, administrador de este templo.
Dentro de las labores que se ejecutan están la reparación de daños que provocaban filtraciones de agua, limpieza profunda, pintura y los ejercicios de inspección correspondientes para ver si hay otros problemas que no se vieran a simple vista y deban resolverse. Se prevé que el proceso tarde entre 35 y 45 días, lo que podría variar según el clima.
Las visitas al templo no se interrumpen. Sin embargo, cuando se está trabajando en un área específica, sí se pone una cinta amarilla para que las personas no pasen por ese sitio.
El área de las piletas de agua es una excepción, ya que el acceso al público solo se mantiene durante los fines de semana. Entre semana el trabajo hace imposible el paso de las personas.
Ricardo Balmant, ingeniero a cargo de las obras de la pintura, destacó que antes de comenzar a pintar se debe hacer una fase de preparación que consiste en la limpieza profunda de las paredes y techo. Después, viene la restauración de partes que puedan estar dañadas. Finalmente se pintaría.
En este momento trabajan unas 10 personas, pero conforme avance el tiempo ingresarán más.
La pintura fue donada por Pinturas Sur, el resto es parte de los recursos de la basílica y de donaciones.
El actual santuario nacional comenzó a levantarse luego del terremoto del 4 de mayo de 1910, que se trajo abajo prácticamente todo Cartago y dañó severamente el templo de Nuestra Señora de Los Ángeles.
En 1912 la junta edificadora escogió el diseño bizantino y antisísmico del ingeniero Luis Llach para reedificar el inmueble. Las obras terminaron en 1930, pero en la década de 1970 se ejecutó un reforzamiento en las fachadas que le dio su aspecto actual.
Desde entonces, se realizan trabajos de mantenimiento y embellecimiento para que luzca hermosa, pero también para preservarla.
Nueva pilita
Uno de los mayores cambios se da en la pileta de agua bendita que los fieles toman. Según cuenta la tradición, Juana Pereira encontró la imagen de la virgen sobre una piedra aledaña a un río, y el templo se construyó tomando en cuenta esto. Por esa razón, miles de devotos buscan el agua de esta pila para lavarse, tomarla o llevarla a casa.
Los trabajos buscan demoler la estructura actual y construirla con un nuevo diseño.