Un pasadizo secreto que conducía hasta el “disco” o celda de tortura, donde se castigaba a los reclusos hasta por 21 días, fue descubierto durante trabajos de restauración y reforzamiento en el antiguo Centro Penitenciario San Lucas, en la isla del mismo nombre, en Puntarenas.
Este pasillo se encontraba oculto en la planta baja de la celda 2, detrás de un concreto forrado, pero quedó expuesto cuando se trajeron abajo el concreto, como parte de las obras que se realizan en la antigua cárcel. En el lugar, también se hallaron unas escaleras que conducían al área principal de celdas, de acuerdo con información divulgada por el Instituto de Puertos del Pacífico (Incop), entidad encargada de supervisar las labores.
Jose León Sánchez, quien estuvo recluido en este lugar durante años y con base en sus vivencias escribió La Isla de los Hombres Solos, dijo que desconocía la existencia de ese pasadizo. Según su obra, el disco fue construido para captar el agua de las canoas, pero la idea fracasó y lo empezaron a utilizar como un calabozo de castigo.
Ese foso, según detalló el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC), es un espacio de 2,5 metros de profundidad completamente cerrado en su interior bajo tierra, cuyo único acceso es el hueco del disco ubicado en el patio, frente a las celdas. Como parte de las obras, también se realiza un reforzamiento y restauración de la estructura interna del foso, con el fin de que no colapse su disco, que funciona a manera de tapa.
Ahora, representantes de diferentes instituciones estudiarán más el espacio recién descubierto para determinar su significado histórico y cultural.
“Coordinamos las acciones pertinentes con las autoridades de Incop, con el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y con el CICPC”, manifestó Rodolfo Salas, representante de Ingeniería América, empresa contratada para la restauración y reforzamiento de las celdas.
Diego Meléndez, director del CICP, indica que este pasadizo en sí mismo no era un pasillo de tortura. “Es una escalera que permite la comunicación entre las celdas del piso superior y las dos celdas que tienen piso inferior, que son las del lado izquierdo. Permitía el acceso de un piso a otro. A la hora de quitar la parte dañada se encontró el acceso a la escalera. Se notó que había un remiendo en la losa de concreto y se decidió abrir para permitir la visitación más fluida y segura para los turistas”.
El buque en la losa de concreto ubicado en el patio central, donde inician las escaleras recientemente descubiertas, aún se encuentra clausurado, mientras la empresa contratada realiza un análisis para determinar si es necesario algún tipo de reforzamiento. Por su parte, los escalones de concreto lucen en buen estado de conservación, según indicó Óscar Salas, arquitecto supervisor por parte del Centro de Patrimonio Cultural.
Para Juan Ramón Rivera, presidente ejecutivo del Instituto, el estudio de este pasadizo es muy importante no solo como valor histórico, también podría potenciar el interés turístico para conocer ese componente.
“Este recorrido y explicación podrían ser claves para el turismo que visite el lugar”, señaló.
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Presidio, centro de investigación cultural y parque nacional
Esta isla puntarenense de 462 hectáreas en el golfo de Nicoya albergó una prisión de 1873 a 1991. Durante décadas, fue un destierro al que enviaban a prisioneros temidos o peligrosos.
El 22 de agosto de 2020 reabrió como parque nacional, pero desde antes había sido un laboratorio de investigación para historiadores, arqueólogos y antropólogos sociales. También era visitada frecuentemente por grupos de turistas, quienes, atraídos por la historia, buscaban respuestas a lo que iban encontrando al recorrer el área.
Con los años se han tejido relatos que atrajeron a diversos visitantes. Una de ellas es “la chica del bikini rojo”, que está pintada en una de las paredes de las celdas. Cuentan los guías y boteros que arriban a la isla que, en una ocasión, los presos de San Lucas provocaron disturbios para distraer a los policías y secuestrar a la enfermera que atendía el dispensario; la mujer fue ultrajada por decenas de hombres, quienes la asesinaron y le cortaron los pechos para colocarlos, ensangrentados y ponerle el color rojo a una pintura en una celda de mediana seguridad.
Aparte de estas narraciones, también estudios científicos se han encargado de recuperar la historia del lugar. En 2008, arqueólogos del Museo Nacional y de la Universidad de Miami, en EE. UU. encontraron el esqueleto completo de un guardia que fue asesinado de un disparo en la cabeza; al año siguiente, este equipo halló ocho cuerpos más. También se hallaron dos conjuntos de cuerpos fragmentados, de uno de esos cuerpos, solo apareció la mitad inferior.
Gabriela Villalobos, historiadora del Museo Nacional, había explicado en en una entrevista que este tipo de esfuerzos científicos ayudaban a tener una visión real y menos mitológica de la isla.
“Existen muchas historias de terror y de violencia alrededor de este sitio y si bien no las estamos subestimando, es necesario realizar un proyecto científico riguroso para reconstruir los hechos y las historias de los personajes que estuvieron recluidos ahí”, afirmó.
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