La noble causa de acercar el arte y la cultura a los costarricenses consumió todo el esfuerzo invertido en el Teatro Nacional de Costa Rica durante 120 años de operaciones y, hoy, el edificio se evidencia inhabilitado si se trata de proveer un ambiente seguro a sus visitantes.
Urge un remozamiento total, el cual, entre otras cosas, incluye un nuevo sistema eléctrico, un seguro contra incendios, una nueva concha acústica para el escenario y una nueva tramoya (estructura de madera de la cual se sostienen los dispositivos para crear efectos escénicos).
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Aunque no cuenta con los recursos para la intervención, la dirección de este monumento nacional está consciente de lo necesario que es hacerla.
El plan es ejecutar las obras con un financiamiento que primero debe ser aprobado por el Plenario Legislativo y, ante ese panorama, no está previsto que empiecen antes de abril del 2019.
Mientras tanto, se puso a andar un programa de conservación y seguridad que marque la pauta con respecto a cómo intervenir el inmueble sin sacrificar su valor histórico arquitectónico.
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En el marco de toda esta discusión, la semana pasada el Teatro celebró un coloquio en el que expertos extranjeros en conservación de edificios patrimoniales compartieron su experiencia y recomendaron cómo proceder en el inmueble.
El español Xavier Fabré Carreras fue uno de ellos. Este arquitecto, quien cuenta con gran recorrido en la intervención, investigación y diseño de instalaciones culturales dedicadas a la música y a las artes escénicas, ha destacado, entre otros trabajos, por la reconstrucción y ampliación del Gran Teatre del Liceu de Barcelona (1999).
Dicha incursión puso en sus manos los galardones Europa Nostra a la mejor recuperación de monumentos de ese año en el continente, y el Premio Nacional de Patrimonio Cultural en España.
El especialista compartió con La Nación sus apreciaciones sobre los trabajos por ejecutar en el Teatro Nacional de Costa Rica.
– El Teatro Nacional es una de las estructuras más queridas de los costarricenses aun sin ser nuestro país una meca cultural. ¿A qué lo atribuye?
– Estoy sorprendido. Claro, se llama Teatro Nacional de Costa Rica, pero es muchas cosas más. Y es normal que ocurra con los teatros.
"Sé lo que es sufrir la presión de ser algo más que un teatro, porque el Liceo de Barcelona también ha sido muchas cosas más que un teatro de ópera, pero aquí (en Costa Rica) sí cabe decir que es mucho más. Es un edificio que realmente lleva el símbolo de la nación; ese orgullo, esa satisfacción de los ciudadanos..."
– ¿Qué otras 'cosas más' percibe usted que representa esa estructura para los habitantes?
– Si buscas información sobre el Teatro Nacional, te sale la visita de Kennedy, la de Obama y, bueno, los actos más representativos de la nación.
"Por ejemplo, si viene un visitante destacado, se propone llevarlo al Teatro Nacional.
"Yo creo que la arquitectura es un arte que tiene una materialización, pero la arquitectura no es el edificio sino el aire que está adentro. La arquitectura está más hecha de las personas que la usan que de las piedras".
– ¿En el caso del Teatro Nacional de Costa Rica, ¿cómo se refleja esa expresión de que 'la arquitectura está más hecha de las personas que la usan que de las piedras'?
– Cuando hablamos de arquitectura patrimonial, no podemos quedarnos encascarados en una cadena de piedras preciosas que no sirven para nada; hablamos de edificios vivos que tienen una función.
"No se puede homologar las intervenciones de los edificios, ni pensar que todos los teatros necesitan determinadas cosas. Depende de las temporadas que esté haciendo, del entorno en el que está ubicado, de si existe una red de teatros...
"¿Qué sentido tiene la homologación de un escenario o la tecnificación de toda una tramoya si resulta que los eventos teatrales no funcionan en red y son siempre eventos extraordinarios? Entonces, cosas que para nosotros, vistas desde Europa, a nivel de teatros de ópera son muy importantes, pues en este teatro no tiene sentido plantearlas; es otra cosa.
"Yo encuentro muy acertada la línea que se está tomando de reparación, de actualización, de toma en consideración, porque el edificio hay que intervenirlo.
"A veces se peca de pensamiento, de palabra, de obra, pero sobre todo, de omisión. Y aquí estamos al borde del pecado de omisión. Hay que actuar".
– ¿Por qué considera que el Teatro Nacional está 'al borde' del pecado de omisión?
– Porque es un milagro que este teatro esté vivo. No se puede estar en estas condiciones de electricidad, de evacuación, de nada de nada. Hay que actuar cuanto antes.
"Hablando con el director del Teatro (Fred Herrera), hemos entendido que las ideas están muy claras. Entonces, la idiosincrasia del Teatro también es muy clara y muy potente.
"Cada edificio, si realmente tiene un valor patrimonial importante, marca su manera de ser rehabilitado. La rehabilitación no es un concepto general. Yo podía venir con mis ideas, pero no conocía el teatro.
"Si me hubieran contado lo que se quería hacer en el edificio, la escasa intervención que ha tenido en tramoya y la consolidación de elementos históricos de tramoya y tal, yo hubiera dicho: ¡Qué disparate! Luego, cuando lo ves, lo entiendes. Te das cuenta de cómo funciona el teatro, en qué contexto está, y dices qué es lo mejor que podemos hacer".
– ¿Tiene que seguir el Teatro funcionando con la actual tramoya?
– La tramoya que ahora tiene no soporta cargas. Tampoco puede ser que la concha acústica sea jalada por tracción humana; eso es inconcebible.
– ¿Ha visto ese mismo sistema –rudimentario, si se quiere– en algún otro teatro en Latinoamérica?
– En Latinoamérica estuve de asesor en el Teatro Colón, de Buenos Aires, pero es otra escala. Y sí, el Colón de Buenos Aires es una escala del Liceo de Barcelona, de los grandes teatros de ópera. Este (el Teatro Nacional) es otro tamaño, es otro escenario, pero es una preciosidad, es exquisito.
"No se puede venir con soluciones estándares y verdades absolutas porque no las hay; el edificio crea su vida.
Me gustó mucho que el director me dijera: 'Yo llegué y escuché el edificio'. Un no arquitecto que te diga eso es rarísimo. Hay cosas a las que el edificio te dice 'sí' y hay otras a las que te dice 'no'".
– ¿Cuando usted afirma que es un milagro que el teatro esté vivo, qué fue lo que le 'gritó' el edificio al conocerlo?
– Yo quedé sorprendido porque vi un espíritu nacional y de una burguesía emprendedora que se pone de acuerdo para dignificarse, manifestarse y crear un marco de representación. Y, bueno, esta es la génesis del teatro.
Los teatros burgueses, los que no son de capitales ni imperios, tienen este espíritu y este origen.
– El teatro se ubica dentro de un cuadrante que reúne un conjunto histórico-arquitectónico importante. Uno de esos edificios es el Gran Hotel Costa Rica, el cual pasa por una remodelación que ha suscitado gran cantidad de críticas en los últimos días. ¿Por qué cree que los ciudadanos se alarman tanto ante hechos en los que se ven involucradas estructuras que, aunque patrimoniales, no resultan tan cercanas para la mayoría?
– Estar en el ojo del huracán es un fastidio (risas). Pasará por sus comisiones y sus comisiones habrán dictaminado sobre un proyecto. No he podido ver el diseño, pero si es una iniciativa privada autorizada (por Patrimonio), pues la responsabilidad es mucho más. No solamente por ser patrimonio sino porque es algo que se paga con el dinero de todos.
"En ese sentido, yo quiero decir que hay que ser muy prudente y hay que respetar mucho a las jerarquías responsables, sin generar presiones innecesarias. Es natural que las haya, sobre todo en sociedades pequeñas. Por ejemplo, en Barcelona hubo muchas presiones con la rehabilitación del teatro El Liceo..."
– ¿Qué pasó en ese caso?
– Lo más serio del tema es que era en una época en que se estaba planteando la remodelación del teatro, pero se decía que no se podía cerrar todo, que había que hacerlo por fases, pero era un tema de seguridad.
"Entonces, ¿qué ocurre? Que los edificios avisan a su manera, hablan a su manera. Y, bueno, si en 120 años –refiriéndose al Teatro Nacional de Costa Rica– no ha pasado nada, es un milagro y ya está.
"Lo que decía antes: la omisión es el más feo de todos los pecados. ¿Vamos a ser ciegos de no ver que hay que hacer en todo el tema eléctrico una reforma a fondo, que hay que tomar todas las medidas de seguridad y que hay que tener una estructura eficaz para poder cargar la mecánica teatral?
"Bueno, es que resulta que la estructura tradicional que tenemos –aludiendo a la actual e histórica tramoya de madera del teatro– tiene un valor y funciona, y nos puede ayudar a tener determinadas cosas a un nivel... Pues, sí. ¿Qué duda cabe? Adelante. ¡El valor patrimonial de una tramoya!"
– Además de dotar al Teatro de un nuevo sistema eléctrico, acondicionarlo desde el punto de vista de seguridad en general y de construir una tramoya de metal que 'ayude' a la actual tramoya de madera a cargar la mecánica teatral, ¿qué otro aspecto considera prioritario?
– Es tan prioritario como la seguridad, tener una estructura que soporte las cargas y soporte el día a día. Tener una motorización y un escenario adecuado, apropiado. No hay que sobredimensionar, pero no es sobredimensionado pensar en un poco más de motorización y en elementos estructurales que soporten la carga.
"Ahora, los elementos estructurales ya están soportando el piso. Lo cual está muy bien. La decisión es muy coherente como se viene haciendo y, ademas, es estructuralmente muy limpia, muy bonita".
– ¿Estamos hablando de los cuatro pilares negros que se habilitaron sobre el escenario, para, más adelante, cuando empiece la remodelación del Teatro, soportar la tramoya de metal?
– Esos. Estamos de acuerdo en que no vamos a hacer una torre escénica, pero estos tienen que ir lo más alto posible y, desde la tramoya actual, se pueda trabajar en la tramoya futura, que es la que tendrá las grandes cargas.
– ¿Usted está de acuerdo con la propuesta de restauración, que es dejar la tramoya de madera y, sobre esta, construir la de metal? ¿Es esto recomendable?
– Si me lo dicen por teléfono, digo: ¡No, fuera! ¡Quiten trastos! Luego vas y lo ves y dices: Bueno, también necesito yo un sistema para poder trabajar sobre la otra (tramoya).
"¿Dejamos la anterior? Pues para hacer otra que no marque una gran diferencia, pues restauramos la que hay".
– ¿En el escenario, además de la concha acústica, qué urge hacer?
– Una dotación de motores suficiente y adecuada a la programación del teatro. Y en esto sí hay que ser muy cauto, sobre todo porque es un asunto que depende de si hay dinero.
"La motorización puede ir creciendo. Tiene que existir la infraestructura, pero no hay que ir con toda la cilindrada el primer día. Entonces, la dotación puede ir dándose a medida en que se vaya necesitando. Es más, también se alquila".
– ¿Cuáles objetos serían imprescindibles y cuáles podrían alquilarse?
– Eso depende de la dinámica del Teatro. Aquellas cosas que cada 15 días se están utilizando, ¡qué disparate alquilarlas!
"Aquello que se emplea cada tres meses, pues se piensa y en algún momento se acabarán comprando".