El Museo de Arte Costarricense (MAC) tiene en su colección tres obras atribuidas al pintor costarricense Fausto Pacheco Hernández que desde la década de 1990 no han sido vistas por el público.
Su director, Esteban Calvo Campos, comentó que, en aquella época, un curador de arte determinó que no había certeza de que fueran de la autoría de Pacheco. No había registros de fotografía, notas de periódicos o de algún catálogo. Tampoco tenían firma o se tenían dudas de esta.
“Son obras que se cuidan, por supuesto, se les hace inventario y se les da la conservación, pero no las exhibimos por tener esa duda”, recalcó Calvo.
Los Museos del Banco Central enfrentaban una situación similar con el mismo autor, según relató su curadora, María José Monge.
“Con respecto a Fausto Pacheco, históricamente se conoce de su amplísima producción artística, lo cual también ha dado cabida a dudas sobre la originalidad de algunas de las obras en diferentes colecciones”, explicó Monge.
El caso es delicado. Pacheco (1899-1966) es uno de los mayores representantes del arte costarricense, padre de los paisajes rurales, en los que sobresalen las casas de adobe blanquiazules con techos de tejas, árboles frondosos y caminos de tierra.
Ante esa inquietud y duda, funcionarios de esos museos acudieron al físico Óscar Andrey Herrera, al finalizar una charla sobre cómo la ciencia ayuda a la conservación de pinturas del Teatro Nacional.
“Me dijeron: ‘¿Han usado esto para determinar la autenticidad de obras artísticas?’ Y yo les respondí: ‘La verdad, no, pero estas técnicas sí ayudan a dar una noción’. Eso fue hace unos cuatro años, ya llevamos tres años de estar en el proyecto”, recordó Herrera.
Un trabajo en varias etapas
El análisis consta de varios pasos y además de Herrera, trabajan en ello otros científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR). La Nación estuvo en uno de estas evaluaciones, en el acopio del MAC, en el centro de San José. Allí, profesionales en Física, Química y Microbiología se dedican a partes específicas del trabajo.
El equipo tomó como referencia una obra de la cual sí se tiene certeza de la autoría de Pacheco, y a partir de ella se estudian distintos parámetros: la técnica, la firma, el uso de pigmentos y su paleta pictórica, y la presencia de hongos y bacterias.
Esto último no solo apoyará los estudios de autenticidad, sino que también permitirá saber si hay microorganismos que puedan deteriorar la obra, en aras de brindar consejos más efectivos para una mejor conservación de las obras.
Herrera advirtió que este análisis, que ya se hace en otros países, no da una certeza 100% de que una obra sea auténtica, falsificada o falsamente atribuida, pero da un rango de probabilidades que permitirán a los especialistas en curaduría y conservación tomar decisiones.
Cuantas más obras se analicen del mismo artista, mayores parámetros se tendrán para dar criterios. Hasta el momento llevan cinco obras (tres en el MAC y dos en los Museos del Banco Central); posteriormente, se trabajará con más, por lo que todavía no se tiene una fecha exacta en la que dará a conocer los resultados de la investigación.
“Es usar todas las herramientas que nos da la ciencia para hacer esa ponderación o escala. Es muy difícil, pero sumando varias ciencias se logra una aproximación”, dijo el físico.
Fotografías en distintos espectros
La primera técnica es la fotografía multiespectral. La química Melania Romero narró que se toman fotografías sin filtro, pero también en los espectros infrarrojo y ultravioleta. Esto permite detallar aspectos invisibles al ojo humano.
“Cada fotografía nos da información diferente acerca de la obra y nos acerca a la forma de trabajo del artista. Vemos los pigmentos y con base en eso comparamos”, expresó Romero.
Las fotografías permiten observar los lugares donde se sospecha de la presencia de microorganismos, pues ponen en evidencia manchas o cambios de color que el ojo no ve, pero que pueden indicar presencia de hongos y bacterias.
Ya hay dos obras que han pasado por esta pesquisa, en la primera hubo 26 sitios de muestreo, en la segunda, 24.
Buscar ‘vida’ en los lienzos
Los lienzos y los pigmentos pueden ser el “hogar” y el “restaurante” de donde se sirven hongos y bacterias. Analizar la variedad y cantidad de los microorganismos ayuda en dos sentidos. Por un lado, saber cuáles de estos hongos o bacterias podrían causar deterioro y así dar recomendaciones para una mejor conservación del arte.
La otra razón, que tomará más tiempo, es que podría identificarse si, en alguna de las obras de identidad dudosa, hay algún microorganismo que no esté en las que sí son auténticas, o que, por el contrario, carezca de microorganismos presentes en las auténticas. Para eso se necesita analizar más obras.
“Al estar pintadas sobre papel, es un sustrato muy rico para que virus y bacterias crezcan. Eventualmente, sería ideal ver si algunos microorganismos son diferentes o más bien son iguales en las distintas pinturas y que uno podría decir ‘bueno, estas que tienen este microorganismo tal vez se puedan agrupar’, dependiendo de los hallazgos de las otras técnicas científicas”, detalló Daniela Jaikel, microbióloga especialista en hongos.
Jaikel tomó el análisis de hongos y su colega Mauricio Redondo tomó el de las bacterias. En el laboratorio se estudia la capacidad de los microorganismos para reproducirse y causar deterioro.
De momento, ya se tienen los resultados de los microorganismos presentes en dos obras. En la primera solo se encontró un hongo, llamado Curvularia. Este hongo, según Jaikel, tiene un compuesto denominado melamina en su pared, que lo protege de la luz ultravioleta y eso podría explicar por qué se ha mantenido tanto tiempo.
En la otra pintura se encontraron dos hongos: Candida tropicalis y Candida lusitaniae. Estos son comunes en las manos humanas.
“En algún momento de la historia de la pintura alguien la tocó sin guantes, pudo ser cuando se pintó o en cualquier otro momento en estos años. Candida tiene la particularidad de que puede hacer biopelículas, estructuras de carbohidratos y proteínas. Los carbohidratos son ‘pegajosos’ y esto permite que se adhieran a la obra”, manifestó Jaikel.
La especialista dijo que debe esperarse un tiempo para ver si los Candida tienen la capacidad de dañar la obra.
Además, se pintó una serie de acuarelas con los pigmentos que el análisis de fotografía mostró; estas nuevas pinturas expusieron a diferentes microorganismos. Se vio que tanto hongos como bacterias sobreviven en estas condiciones de pigmentos, papel y agua.
“Los hongos no solo sobreviven, sus esporas también generan las estructuras de reproducción, evidenciando que sí pueden alimentarse de los sustratos de la pintura y llevar eventualmente al deterioro”, especificó Jaikel.
Análisis de firmas
Los científicos escudriñaron la firma de cinco cuadros, uno con certeza de haber sido elaborado por Pacheco y cuatro de los que se tienen dudas. Para ello se hizo un estudio computacional. Con base en la referencia se compararon el ángulo, la forma, el tamaño y el grosor de cada letra de la firma.
Para tener otro control, Herrera y sus estudiantes tomaron papeles, los firmaron varias veces y sometieron estas firmas al mismo programa de cómputo. Allí se veían diferencias de hasta un 5% entre las diferentes firmas.
“Uno puede firmar muy variado dependiendo del día. No todos podemos firmar exactamente igual que en la cédula. Pero tampoco era tan diferente, las diferencias rondaban ese 5%”, señaló Herrera.
En una de las obras de Pacheco se vio un 12% de diferencia con la firma de referencia. Para Herrera, ese 12% sí es alto y podría ser indicio de que no sea auténtica.
“En esto hay que tener cuidado, es una probabilidad, no una certeza, también deben esperarse los otros análisis de las otras ciencias”, aclaró el físico.
Información útil
Ambos museos ya tienen información con la que trabajan en la preservación de su inventario.
María José Monge indicó que, en los Museos del Banco Central, también se analizaron trabajos de Tomás Povedano, el creador de las obras de mayor antigüedad de su colección. Además, el equipo de la UCR ya había analizado otras pinturas de Povedano en el Teatro Nacional.
“Mediante técnicas no invasivas nutrieron nuestro conocimiento sobre patrones asociados al crecimiento microbiano, lo que nos brindó consideraciones más precisas para optimizar procesos de restauración y evaluar acciones preventivas de conservación”, señaló Monge.
Calvo manifestó que a futuro le gustaría que se analizaran obras de Povedano del MAC, y, además, que se hiciera un estudio a fondo del mural del Salón Dorado.
“Quisiéramos tener datos científicos, para que cuando tengamos que intervenir para hacer conservación preventiva o restaurar tener la certeza de cómo hacerlo”, concluyó.
¿Cómo ayuda la ciencia a la conservación del arte? Otras historias
Científicos van tras hongos y bacterias en obras de arte de paredes del Teatro Nacional
Pinturas del Teatro Nacional tienen material más antiguo que territorio de Costa Rica
Científicos de Costa Rica descubren nueva especie de hongo en pintura del Teatro Nacional
¿Con qué pigmentos se pintaba hace 120 años? Análisis científico da con uno muy particular en el ‘foyer’ del Teatro Nacional
Ciencia desentraña secretos de ‘La Quema del Mesón’ para preservarlo por más siglos
Balas halladas en Sarapiquí permiten recrear historia de Batalla de la Trinidad, de 1856
Nota de la redactora: Esta información se actualizó el 13 de agosto a las 2:30 p. m. para precisar que las obras de Pacheco y Povedano analizadas no están en el Museo de Oro, pues las colecciones de arte forman parte de otro de los Museos del Banco Central.