Texto original publicado por La Nación el 16 de octubre de 1972
Un hombre de 44 años, de pequeña estatura, moreno y muy vivaz, huaquero de “profesión”, descubrió, según afirma, el secreto para la elaboración de bolas de piedra indígenas, incógnita que durante siglos intrigó a científicos, y que dio origen a muchas teorías, algunas de ellas esbozadas en importantes publicaciones como National Geographic Magazine, de Washington, Estados Unidos.
Eligio Hernández Carcache, oriundo de Potosí, Rivas, República de Nicaragua, ingresó a Costa Rica en el año 1947 y, desde esta fecha, se ha dedicado a recorrer todo nuestro territorio en la ocupación comúnmente conocida como “guaquero”, o sea excavador de tumbas indígenas en busca de cerámicas y figuras en oro y jade, etc.
Hernández asegura que un buen día se encontraba atareado con varios compañeros en la abertura de una tumba indígena, situada en uno de los bananales de la Compañía Bananera, en Palmar sur. De pronto encontraron lo que parecía “una tableta de piedra”, o sea una piedra labrada en forma de media luna, de unos 50 centímetros de longitud. “Eso a mí me intrigó: ¿para qué querían los indios esa tablita?”, recordó el hombre.
No obstante, tras estudiar la tabla de piedra descubrió lo que esta herramienta era en realidad. En cierta ocasión, trabajando en una huaca en los bananales, encontraron una bola de gran tamaño, que le permitió a Hernández descifrar el misterio. Al probar a medir la esfera con la media luna o “tablita”, Hernández observó que coincidía perfectamente con la redondez de aquella en una cuarta parte exacta. Hizo las tres restantes mediciones y la esfera quedó completa exacta.
“Con esta tabla hicieron la bola... Caray, para esto es que los indios querían la tablita...”, asegura Hernández, quien recordó que en otras tumbas han encontrado tablas similares, lo mismo que los cinceles, también de piedra, que usaban los indígenas para formar las bolas.
En otras noticias:
Robaron ¢30 mil de un lecho mortuorio
Treinta mil colones en efectivo, depositados bajo la almohada que colocaron en el lecho mortuorio del señor Armando Contreras, vecino de San Isidro de Coronado, fueron robados por alguien ante parientes y amistades reunidas en casa de la familia doliente.
Los testigos dicen que un señor de apellido Quesada llegó a la casa muy apenado por la muerte del señor Contreras, y dijo ante todos que debía la suma de treinta mil colones al occiso y en un acto de cierto simbolismo, los pagaba en ese instante. Con todo respeto alzó la almohada del ataúd y colocó el dinero.
Horas después, llegó un elegante caballero, presentó sus respetos a los dolientes y expresó también que debía dinero al occiso. “Lo voy a pagar en este momento”, dijo, sacó un cheque que mostró a algunos de los presentes por la suma de ¢50 mil. Señaló que, como debía apenas ¢20 mil, depositaría el cheque bajo la almohada y tomaría el cambio, o sea ¢30 mil. El hombre se apoderó de la plata sin que nadie se lo impidiera.
Estudian formas de comunicarse con extraterrestres
Un creciente número de científicos, entre ellos varios ganadores de premios Nobel, están estudiando la manera de ponerse en comunicación con inteligencias extraterrenales, pero uno de ellos, checoslovaco, dice que “no estamos preparados para semejante acontecimiento en el momento presente”.
El profesor Ridolf Pesek, de la academia de ciencias de Checoslovaquia, con sede en Praga, presidió la primera conferencia internacional de revisión acerca de las comunicaciones con inteligencias extraterrenales, efectuada al concluir el vigésimo tercer congreso de astronáutica.
“Es obvio que no hay otra inteligencia existente en nuestro sistema solar”, dijo Pesek. Añadió que el término “extraterrenal no era adecuado y que si se ha escogido ha sido por cuestión de conveniencia semántica. Dijo a los periodistas que la cuestión central es realizar estudios de esta materia con vista a la posibilidad de establecer contacto con planetas fuera del sistema solar.