En el interior del Palazzo Mora en Venecia (Italia), el visitante llega a una habitación en que el escándalo de los pericos, las confesiones de los pescadores y el sonidos de las chicharras acompañan un recorrido por nueve maquetas, dibujos arquitectónicos, videomapping y textos que sueñan con una mejor isla Chira para su gente.
Con una propuesta multimedia y una investigación que se nutre de muchas disciplinas, Proyecto Chira crea una pequeña isla como parte de la exposición Tiempo-Espacio-Existencia , que organizó la Fundación Global Arts Affairs de forma paralela a la prestigiosa Bienal de Arquitectura de Venecia. La muestra, que estará abierta hasta noviembre, reúne iniciativas creadas por cientos de arquitectos alrededor del mundo.
El estudio multidisciplinario A-01, radicado en Costa Rica, en conjunto con Bill Price y la Escuela de Arquitectura de Prairie View A&M University (Estados Unidos) parten de la arquitectura para proponer una serie de edificaciones que pretenden solucionar algunas de las muchas necesidades que afronta esta isla puntarenense del Golfo de Nicoya.
Por ahora, solo uno de estos sueños está cerca de convertirse en una realidad: el Centro Comunitario de Reciclaje, una obra que cuesta unos $100.000.
Después del aporte de múltiples actores y organizaciones, así como diversas estrategias para recaudar fondos, aún faltan unos $22.000 para construir este espacio que servirá como centro de acopio y reciclaje.
Esta estructura será más que eso, ya que habrá un lugar para que las mujeres de la asociación confeccionen artesanías a partir de materiales reutilizados.
Lea más información anterior: Campaña reúne fondos para centro de reciclaje
Ochos anhelos más
Chira se siente muy olvidada; sin embargo, su gente, sus organizaciones, sus fuerzas vivas, aspiran a un mejor futuro con un desarrollo más respetuoso con la naturaleza y con mayores oportunidades para todos.
A eso se debe que haya otros anhelos en fila.
Además del diseño final de esta estructura, en la edificación veneciana se exhiben propuestas para un restaurante de pescado y mariscos y un mercado para pescadores –ambos serían estructuras flotantes–, un recinto para artesanos, una residencia para visitantes, artistas e investigadores, y un centro multiuso para la atención del adulto mayor.
El resto de ideas muestran un museo del manglar –con una torre panorámica incluida–, una vivienda para el personal del Ebáis y un espacio para universidades a distancia.
“Hay muchas necesidades en Chira; sin embargo, no se puede hacer todo a la vez. Lo que trabajamos para esta exposición fue en traducir en edificaciones algunas de las grandes necesidades ambientales, físicas, sociales y económicas. Estamos mostrando cuáles son esas necesidades. Quisiéramos generar una discusión alrededor de una isla olvidada, pero que tiene potencial. Queremos poner la isla en la mira”, comentó la antropóloga Marije van Lidth de Jeude, una de las cabezas de A-01.
Los arquitectos quisieron llevarse el ambiente de Chira al Palazzo Mora. “Quisimos provocar una experiencia física”, detalló el arquitecto alemán Oliver Schütte, otro de los encargados de la oficina A-01.
Fue entonces cuando entró en acción Joan Villaperros con La Jauría para crear una instalación sonora para el proyecto.
Por medio de cuatro sensores, los espectadores recorren la propuesta y escuchan el paisaje sonoro formado las chicharras, las entrevistas a los pescadores, los niños jugando, los pericos... Son diez sonidos.
“Hicimos poesía para que esto se venda mejor, para que a cualquier persona le den ganas de quedarse allí. El sonido invita a quedarse; es una cierta magia entorno a las propuestas arquitectónicas... No queremos que esto se quede allí; queremos generar un cambio”, explicó Villaperros convencido de la belleza y posibilidades de Chira.
Proyecciones de videos, visualizaciones de arquitectura y fotografías completan el conjunto que se ofrece en Italia. El videomapping estuvo a cargo de Metamind Visual.
Esto va más allá de la arquitectura. Se trata de crear diseños a partir de un proceso participativo con la comunidad para provocar un cambio social, ambiental y económico. De esta forma, la propuesta se relaciona con el énfasis social que el chileno Alejandro Aravena le quiso imprimir a la Bienal de Arquitectura de Venecia desde su curaduría.
“Esto es clave. No es solo ver los edificios propuestos, sino también qué significan para la gente; es ver más allá de lo específico, es ver el bosque en su totalidad”, explicó la antropóloga holandesa de A-01.
La génesis del cambio
Una aspiración y una difícil realidad fueron las semillas para esta iniciativa que ya vuela lejos. A Chira no llega la recolección de basura; por lo tanto, cada familia deber ver cómo se las arregla con sus desechos; muchos los queman, otros los entierran y algunos los tiran en cualquier sitio o en el mar.
Preocupadas por esta situación y la salud y ornato de la isla, un grupo de mujeres empezó a recoger la basura; así nació en el 2009, la Asociación de Damas Trabajando por el Ambiente.
Con la ayuda de diferentes instituciones, ellas recibieron capacitaciones y recursos para trabajar con desechos y comenzaron a pensar en un lugar en el cual procesar los materiales reciclables.
“Estamos hablando de salud, de ambiente, de una mejor calidad de vida. Aquí no hay dónde poner los desechos; había que hacer algo por la isla. Todos ganamos: la isla se ve más limpia, hay posibilidades de traer turistas y nosotras podemos hacer manualidades y sacarle provecho al dinerito”, contó Gloria Pérez, presidenta de la asociación.
En el 2012 comenzaron a trabajar con A-01 en el Centro Comunitario de Reciclaje, ese lugar que anhelan. Desde entonces se involucraron diferentes universidades, centros de innovación y respaldos profesionales.
El resultado es un diseño bioclimático, que propone una edificación que tendrá buena ventilación e iluminación naturales, que ofrece protección contra el sol y la lluvia. Schütte detalló que se usará madera laminada producida de forma sostenible y que el techo tendrá láminas hechas con Tetra Pak reciclado.
Además, la fachada tendrá paneles elaborados a partir de botellas de plásticos reutilizadas.
“Si logramos conseguir todos los fondos, queremos empezar después de las lluvias y terminar a fines del 2017. Las bases ya se pusieron con muchos aportes”, expresó el arquitecto alemán.
La comunidad está ilusionada. “Necesitamos de este empuje y de estas ideas”, manifestó doña Gloria, quien es pescadora.
De paso, el proyecto ha servido para enriquecer la formación de estudiantes de arquitectura. “Hay que sensibilizar para trabajar de forma multidisciplinaria y entender todos los extremos del entorno donde vamos a desarrollar un proyecto; hay que generar espacios dignos para trabajar y vivir”, añadió Schütte.
Arquitectura e isla Chira se sueñan para construir el futuro.
Los gestores
El estudio A-01 es una compañía y una fundación afincada en Costa Rica. Está liderada por el arquitecto alemán Oliver Schütte y por la antropóloga y economista holandesa Marije van Lidth de Jeude. En sus propuestas siempre incorporan a especialistas de diferentes áreas, lo cual depende del objetivo que se propongan. Han trabajado diseño arquitectónico, proyectos de desarrollo rural y urbano, mejoramiento de la producción agrícola. Por ejemplo, se involucraron en la reubicación de un pueblo amenazado por un volcán y la construcción de 65 casas en la isla de Ometepe en Nicaragua y desarrollaron el proyecto Bicipubli Cartago, un plan de un año que habilitó 100 bicicletas para estudiantes del Instituto Tecnológico de Costa Rica, el Colegio Universitario de Cartago y el Colegio Jorge Volio.Para estos especialistas, una sola profesión no es suficiente para afrontar y solucionar la complejidad de los temas relevantes.
“En nuestra interpretación del desarrollo sostenible, hablamos de las 4 E: equidad, economía, ecología y espacio, que son los cuatro ejes que dan forma a nuestro trabajo. Nuestros equipos de trabajo cambian dependiendo de las tareas específicas que se requieren. Por eso, escogimos un nombre relativamente anónimo (neutro) para la oficina: A-01. Nos ajustamos al reto especifico de cada proyecto; sin perder nuestro hilo, que es la búsqueda permanente de un mundo más sostenible con una metodología participativa, que da el primer plano al usuario en el resultado final”, explicó Schütte desde Holanda, adonde viajaron después de montar e inaugurar la exposición en Italia.