El Puente Real de Liberia, parte emblemática de la arquitectura e historia del cantón central de Guanacaste, estará listo para celebrar la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica. Durante meses fue sometido a una restauración para remediar lo que el paso del tiempo había ido dañando y adaptarlo a las nuevas necesidades.
Este antiguo paso mantendrá su diseño original, su estructura metálica y la superficie de rodamiento en madera que ha sido característica durante más de 100 años. Fue un trabajo realizado por la Municipalidad de Liberia bajo supervisión del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC).
Los encargados del proyecto informaron de que para restaurarlo se reforzaron sus bases, a la estructura metálica se le sustituyeron las piezas de acero dañadas, se le removieron las capas viejas de pintura y de óxido mediante limpieza abrasiva con arena y aire a alta presión (técnica también llamada sandblasting) y se pintó nuevamente en color gris.
Esta última semana se colocó una nueva superficie de rodamiento de gruesos tablones de madera, como originalmente tuvo.
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Una historia que cuenta sobre un camino de bueyes
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Según detalla el historiador jubilado del CICPC, Carlos Zamora, este puente dividía los barrios históricos de Condega, La Victoria, Los Cerros y Los Ángeles. En los primeros años de Liberia como cantón, quienes querían ir de un lado a otro debían darle la vuelta al río Liberia, pues no existía puente todavía a fines del siglo XIX.
En 1907 se instaló un puente de tipo ferroviario con estructura metálica, cimientos de concreto y vigas de acero, de la American Bridge Company de Nueva York. El trayecto de importación fue Nueva York, Limón, San José, Puntarenas, Bebedero y Liberia.
Durante la primera mitad del siglo XX, el Puente Real se constituyó en el acceso más importante de la ciudad, puerta del comercio y de enorme trascendencia económica, cultural y política.
Sin embargo, ese paso tiene una particularidad, como narra la folclorista liberiana Aurora Contreras Correa, conocida como Yoya.
“Por el Puente Real nunca han pasado los bueyes jalando sus carretas, ni tapándoles los ojos con trapos. Mi abuelo decía que cuando hicieron el puente le pusieron cuero de tigre y por eso no pasa ningún buey enyugado”, dijo.
Según indicó, eso se mantiene hasta la fecha. El ganado y los bueyes que se arrean en el famoso Tope de Toros pasan, pero no por los tablones del puente, sino por abajo, por el río.
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