La restauración de un edificio construido en 1850 requiere de técnicas que también se usaban en aquel entonces, como transportar el delicado material de construcción en una carreta con bueyes.
Esa es justamente la misión de Güicho Pizarro, boyero liberiano cuyo trabajo ―y el de sus bueyes― son claves para darle a la Antigua Gobernación de Liberia, en Guanacaste, la restauración que requiere para preservarse en el tiempo y convertirse en el Museo del Traje Típico.
La tierra que transportan es especial: un 20 % de arcilla, además de sílice y arena, solo así su composición es apta para emplear en las obras. Pizarro acarrea esta tierra por más de 60 kilómetros desde las cercanías del volcán Rincón de la Vieja hasta el edificio, justo a un costado de la Catedral de Liberia.
Durante su camino por la ciudad, los carros dan espacio y tiempo al paso de la carreta. Güicho es un viejo conocido del pueblo, pues es el encargado de guiar el ganado que participa en el tope de toros.
“Me recomendaron a don Güicho para otra reconstrucción en la que participé en 2016. Me dijeron que el podía conseguir esta tierra arcillosa, porque conoce de dónde sacarla y, aunque hay otras personas, tradicionalmente don Güicho es el que la lleva en carreta, ya que ese es su medio de transporte. El trae un metro cúbico de tierra en cada viaje”, relató la arquitecta Bernardette Esquivel, quien es especialista en este tipo de arquitectura patrimonial.
La tierra que transporta el boyero se utiliza en el resane de agujeros y para repellos de las paredes. Cuando la tierra llega en la carreta de Güicho, los trabajadores le agregan agua y la baten por varios días con los pies, de modo que la arcilla y la arena se mezclen uniformemente. A este proceso se le llama curado de la tierra.
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“Después del primer repello con barro, se hace otro más líquido para aplicar en todas las paredes y que incluye cal. Posteriormente se le da con brocha una tercera capa de la mezcla de barro, pero con más cal y más líquida que la anterior. Esta lechada funciona como un sellador y deja las paredes listas para encalar”, explicó.
La cal para este proceso recorre más kilómetros que la tierra, pues viene de Patarrá de Desamparados. Sin embargo, por sus características puede ser transportada por medios más rápidos. Esta cal se coloca en bateas con agua, lo que produce una reacción química que hace hervir la piedra hasta desintegrarse y formar una pasta. Luego de seis meses la pasta está lista para encalar las paredes de la Gobernación.
En la edificación laboran diez liberianos que han aprendido a trabajar con adobe y bahareque y a encalar las paredes siguiendo técnicas antiguas de la construcción a base de tierra.
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Valor histórico guanacasteco
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Este edificio representa mucho para el patrimonio histórico y arquitectónico de Costa Rica. La historiadora María Soledad Hernández, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC), afirmó que no solo formó parte del entramado del centro histórico de Liberia, pero también fue un centro de reunión, no solo política, también social.
“También fue visitado por diferentes mandatarios, como Juanito Mora, como Tomás Guardia y en 1914 también por don Alfredo González Flores”, señaló.
Socialmente, en este lugar se dieron grandes ideas para el desarrollo guanacasteco, pero su forma arquitectónica también tiene un valor histórico que da cuenta de los materiales y técnicas utilizadas a mediados del siglo XIX.
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Trabajo meticuloso
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Las obras iniciaron en febrero pasado y la meta es que estén listas para celebrar este 25 de julio la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica.
El trabajo comenzó con un diagnóstico estructural hecho por estudiantes de Ingeniería Civil de la Universidad de Costa Rica (UCR). Ellos forman parte de un convenio entre la casa de estudios y el CICPC, en el que estudiantes avanzados realizan su trabajo comunal universitario o sus trabajos finales de graduación en edificios patrimoniales.
Los estudiantes indicaron que debían reforzare 12 puntos del edificio de bahareque y adobes, correspondientes a todas las esquinas o “juntas” de las paredes y a las uniones entre el adobe y el bahareque.
Esquivel y los técnicos del CICPC llegaron a la conclusión de que el reforzamiento se haría insertando una malla en las paredes de adobe por ambos lados, a modo de encamisado. Este un método es más respetuoso con el tejido histórico del edificio, es decir, menos invasivo que otros. También insertaron madera nueva en algunas partes de bahareque, reponiendo piezas dañadas.
“Se han quitado todas las capas de pintura y del repello de cemento que se había colocado en alguna oportunidad y han quedado las paredes originales con sus calados y tonalidades. Es una combinación de adobe y bahareque”, explicó Esquivel.
Esquivel explicó que las paredes externas son de adobe, y las internas, que dividen unas habitaciones de las otras, son de bahareque. Sin embargo, este tiene una técnica distinta, que la arquitecta ha visto únicamente en Costa Rica, que es la introducción de ladrillos cocidos o tejas en varias direcciones.
Además del reforzamiento estructural, las principales obras incluyen la rehabilitación de los baños anexos, un nuevo sistema eléctrico con luminarias para la sala de exhibición y aire acondicionado, y sistema de alarma contra incendios.
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Actualmente se trabaja en los acabados de pintura en paredes y cielorrasos; en pulir los pisos de mosaico; sellar pisos de madera; restaurar puertas y ventanas; y las mejoras en jardinería. También contará con un sistema de seguridad mediante cámaras de vigilancia, así como con todas las adaptaciones necesarias para el cumplir con la ley 7600.
“En las paredes externas se va a dejar un ‘testigo’, porque las ventanas tienen un muro de ladrillo artesanal ―los que se hacían en ese tiempo eran más gruesos y largos―, y otro ‘testigo’ donde se puede observar el adobe. También hay un pasillo con muros de bahareque que va a quedar cubierto solo con acrílico para ver cómo se construía con esta técnica”, comentó Fiorella Armas, ingeniera del municipio.
La Municipalidad de Liberia es la dueña del inmueble y la encargada de financiar las obras, que tienen un valor cercano a los ¢119 millones. El dinero proviene de la Ley N°9156, que otorga recursos específicos para el uso de infraestructura turística y patrimonio cultural, provenientes de un canon del aeropuerto internacional Guanacaste.
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