Doña Luz Montenegro trabajó seis años en el Sanatorio Durán, en Potrero Cerrado de Oreamuno, Cartago, tiempo que le bastó para dejarse la estampa de aquel lugar, de por vida, en el corazón.
Tanto así, que este jueves 15 de junio ocupó una de las sillas entre los invitados al acto conmemorativo por la remodelación del que fue un hospital modelo en la atención de enfermos de tuberculosis entre 1918 y 1973.
Se trata de la restauración de la antigua área de la cocina y del comedor que utilizaban las empleadas del Sanatorio, zona que, más adelante, funcionará como un café para turistas.
Entre las reparaciones, destacan la recuperación completa y la pintura de las paredes, la sustitución del sistema eléctrico, la adaptación del edificio a la ley 7600 (de acceso para personas con discapacidad) y la dotación de un sistema contra incendios.
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"Le dejaron un color muy parecido al beis que tenía el comedor que usábamos las trabajadoras. Como en aquel tiempo lo administraban monjas, mujeres y hombres hacíamos todo por separado", contó Montenegro.
A doña Luz la acompañaron varios de los compañeros que trabajaron junto a ella en aquel emblemático centro de salud. Todos, orgullosos de haber librado una batalla para que el sitio fuera declarado patrimonio histórico y arquitectónico de Costa Rica en el 2014.
El edificio fue restaurado con una inversión de ¢108 millones provenientes del certamen Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico Arquitectónico 2015, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud.
Un proyecto de los arquitectos independientes Adela Chavarría y Jorge Cotera para recuperar este inmueble ganó el concurso en el 2015 y hoy se ven los frutos de la iniciativa.
El área reparada es solo una parte de un conjunto de edificios que albergaron el Sanatorio Durán, casa de legendarios médicos como Carlos Durán Cartín –al que debe su nombre–, Vicente Lachnner Sandoval y Raúl Blanco Cervantes.
Colaboró con esta información el corresponsal Fernando Gutiérrez.