Kimberly González Jiménez y Guillermo Fournier Soto llevan meses trabajando a más de cuatro metros de altura, a pocos centímetros del techo de uno de los salones aledaños al vestíbulo del Teatro Nacional. Su misión no es poca cosa: trabajan en dos de las obras más valiosas del arte en Costa Rica: Musas I y Musas II, que son tan antiguas como el mismo teatro; llegan a los 127 años. Ambos artistas se ocupan de restaurarlas para que puedan perdurar otros siglos más.
Entre los factores que afectan están, por supuesto, el paso del tiempo, pero también la humedad propia de un país tropical, el esmog y las vibraciones provenientes de la avenida segunda josefina, así como los microorganismos que han colonizado los lienzos.
Marcia Fallas Camacho, jefa de Conservación del Teatro Nacional, comentó que este proceso de restauración y conservación es muy diferente, pues se trabaja “en un ente vivo” que a diario recibe visitantes, que está en ejecución plena en espectáculos, en visitas guiadas, en gastronomía.
“El Teatro se conserva para seguir utilizándolo”, resumió Fallas.
Toda esta interacción social hace que la conservación sea diferente al de obras que las apartan para ser restauradas. En el Teatro, continúan las visitas guiadas mientras la restauración está en proceso, por lo que los visitantes pueden observar los andamios y las personas trabajando.
“El otro día vi a un señor llegar. Y yo me bajé y conversé con él de lo que hacíamos y cómo lo hacíamos. El Teatro es de todos y todos tenemos derecho a saber cómo se conserva y a compartir cómo se hace”, dijo Fournier.
Karina Salguero Moya, directora del Teatro Nacional, destacó que la institución tiene una vocación de conservación del patrimonio artístico e histórico del país.
‘Las Musas’: obras que inspiran desde el origen del Teatro Nacional
Musas I y Musas II fueron pintadas al óleo en un lienzo de cáñamo entre 1896 y 1897. Fueron encargadas al pintor italiano Carlo Ferrario. Las obras se pintaron en Milán, llegaron en barco a puerto Limón y, desde allí, fueron llevadas en tren a San José. Finalmente, las transportaron en carreta. Estuvieron listas para la apertura del Teatro, en octubre de 1897.
Estas pinturas son una alegoría (representación artística con contenido simbólico) de las artes y simbolizan al dios griego Apolo y a las musas.
Musas I y Musas II son obras de gran formato; su tamaño aproximado es de 617 x 296 cm, similar a una pantalla de cine y engalanan el techo del salón anteriormente conocido como “de las señoritas”.
Su interés no solo está relacionado con el arte, pues también guardan un pedazo de la historia costarricense. Un análisis de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) arrojó que, en los lienzos, se detectó un material más antiguo que el propio territorio de Costa Rica: un nanofósil. Este material es anterior a la formación geológica del territorio que hoy comprende nuestro país. Cuando el nanofósil detectado en los lienzos emergió (hace 89,9 o 90 millones de años), el territorio nacional no estaba todavía definido en su totalidad.
Ciencia le dio la mano a ‘La Musas’
Antes de comenzar el proceso de restauración, ambas obras fueron sometidas a un análisis riguroso por parte de diferentes profesionales en ciencias de la UCR. Especialistas en Física, Química, Biología y Microbiología estudiaron con detalle el deterioro de cada una, los materiales que se utilizaron para crearlas, las técnicas de ejecución de la pintura y los mejores mecanismos para poder limpiarlas, consolidarlas y restaurarlas. La intenciuón es combatir de la mejor forma el paso del tiempo.
Entre el 2017 y el 2019, los científicos se concentraron en esa fase. Obtuvieron sus resultados a partir de distintas técnicas; una de ellas fue la toma de muestras milimétricas en busca de microorganismos. También, utilizaron fotografías con luz infrarroja y ultravioleta.
Estas técnicas suministraron información que no es apreciable a simple vista: daños internos, la marca del lápiz del artista durante los bocetos iniciales o una corrección en el diseño.
Para revisar los lienzos de Las Musas, también se utilizó una tecnología especial llamada microscopía electrónica. Se empleó un microscopio electrónico de barrido. Dicho dispositivo utiliza un haz de electrones en lugar de un haz de luz (como en los microscopios comunes) para formar una imagen. Tiene una gran profundidad de campo, la cual permite que se enfoque a la vez una gran parte de la muestra.
Pero nuevos hallazgos también se dieron cuando comenzó la restauración. González comentó que, al inicio del proceso con Musas I, se encontraron insectos y comején en la obra, y tuvieron que enviar muestras a la UCR para que fueran analizadas. Afortunadamente se trató de comején ya oxidado y que no tenía actividad sobre el lienzo o los pigmentos, lo que les permitió continuar con el trabajo.
Paso a paso en la restauración
El proceso de restauración comenzó en marzo pasado y tiene previsto durar un año. Este mes de julio, los trabajos tienen una intensidad mayor, porque ya se concluyó la primera etapa con Musas I y se comenzó con Musas II.
La tecnología es aliada en esta etapa. Fournier tiene una computadora portátil en el andamio. Allí, tiene la cuadrícula con una fotografía en alta definición de cada obra, donde puede hacer zoom a cada parte y ver los detalles a los cuales les debe prestar más atención.
“Se determinan los cuadrantes que se van a trabajar y también se ven las capas de pintura que utilizó el artista. Trabajamos por zonas, y llevamos el registro de qué se trabajó cada día, para evitar que la limpieza acumule humedad que pueda causar algún daño“, señaló.
El técnico en restauración comentó que este proceso tiene cinco etapas:
- Análisis o diagnóstico de la obra: dónde está el deterioro, dónde está la mayor suciedad.
- Consolidación del estrato pictórico, donde primero se limpia con un algodón, de manera suave, para no desprender pigmentos pictóricos. González comentó que también deciden hasta dónde remover la suciedad, para no afectar los pigmentos.
- Limpieza química, con productos que no dañen la obra. Se utiliza agua desmineralizada.
- Estucado y reintegración del color.
- Toques finales para la preservación. Se decide si se coloca o no barniz.
Musas I ya tiene la etapa de consolidación y limpieza lista. En la segunda semana de julio, comenzaron el proceso con Musas II.
González explicó que hay dos tipos de consolidación. El primero se da si la pintura se ve “craquelada” o levantada; primero se le aplica alcohol.
“El alcohol va a ser un vehículo que va ayudar a que la resina se redistribuya uniformemente. Y luego se aplana con algodón”, expresó.
El segundo tipo de consolidación se realiza donde hay levantamientos o “burbujas”, esto es levantamiento del soporte textil, explicó González. Para “devolverlo” se requiere un enorme cuidado porque la capa pictórica es muy fina. Entonces, se le aplica una veladura con cera resina; luego, se inyecta un producto para aplanarlo. El producto dura 24 horas en secarse. Con el producto ya seco, se retira la veladura.
Para el estucado y reintegración del color se espera la visita de profesionales italianos en setiembre.
Los retos de la restauración
No es sencillo restaurar estas obras. Por un lado, al estar en el techo, deben jugar todo el tiempo contra la gravedad, por lo que el cuidado debe ser mayor.
Las condiciones tropicales de Costa Rica tampoco ayudan. González explicaba que en otros países la consolidación se realiza con cola de conejo, un material orgánico. Aquí deben usarse resinas sintéticas, porque los materiales orgánicos, con el cambio de temperaturas de Costa Rica y su humedad, podrían generar mayor presencia de microorganismos. Las resinas sintéticas son un material más estable y de secado más rápido.
Otro reto es que estas obras ya han sido sometidas a restauraciones antes, y también debe jugarse con eso. En 1925 se hizo una primera restauración; años después, se hizo otra.
Cooperación internacional ayuda a salvar a ‘Las Musas’
Los restauradores del Teatro Nacional no están solos en esta misión. Salguero reconoció que no es posible llevar a cabo toda la conservación del inmueble sin ayuda.
La cooperación de especialistas italianos en conservación del arte ha sido clave. La Embajada de Italia en Costa Rica y el Instituto Internacional Italo-latinoamericano (IILA).
“Italia tiene una tradición de teatros muy amplia y en Costa Rica la influencia del arte italiano es muy grande. Desde hace muchos años, la visión ha sido no de venir y de ser sujeto de contratación, sino de la formación de los restauradores costarricenses que cuidarán el patrimonio costarricense y centroamericano”, detalló Salguero.
Gabriela Forcucci, Cecilia Santinelli y Andrea Papi son los restauradores italianos con quienes se ha venido trabajando desde los inicios. Ellos primero dieron las pautas de inicio, y luego han mantenido comunicación constante a distancia. Depende de cómo marche la ejecución se mantiene la intervención prevista o se cambia.
Esta cooperación comenzó desde hace varios años. Con la ayuda de historiadores italianos se vio, por ejemplo, que Carlo Ferrario, el autor de ambas obras, era en realidad escenógrafo y trabaja en La Scala de Milán, por lo que su manejo de la técnica es diferente a la de un pintor.
Ahora, con la visita de los italianos en setiembre y su posterior seguimiento, se espera que Las Musas queden listas para que las futuras generaciones de costarricenses las sigan apreciando.