Peces manchados y venenosos, originarios del océano Pacífico, están invadiendo la costa del Caribe del país y amenazando a las personas y especies marinas de la zona.
Así lo señaló ayer un equipo de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) tras observar 50 ejemplares de este venenoso pez en los 60 kilómetros de costa limonense que abarcan Cahuita, punta Uva y Gandoca.
Todavía no se sabe a ciencia cierta si se trata del pez león rojo ( Pterois volitans ) o del diablo de fuego ( Pterois miles ). En este momento realizan un análisis genético para diferenciar ambas especies, de apariencia es muy similar y que pertenecen a la misma familia Scorpionidae.
Sea cual sea, los expertos saben que ambos animales destacan tanto por su belleza como por la toxicidad y su capacidad de devorar hasta un pez –de su mismo tamaño o menor– por minuto. De ahí la necesidad de emitir la alerta pública.
Las especies estudiadas miden entre 35 y 38 centímetros de longitud y tienen 11 espinas venenosas a lo largo de su cuerpo.
“Como no son originarias del país, nuestros peces no los identifican como los depredadores peligrosos que son y, entonces, terminan siendo una presa muy fácil”, afirmó Helena Molina, del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad de Costa Rica (Cimar).
La experta aseguró que hasta el 80% de las especies de peces del ecosistema adonde llegan estos invasores de la familia Scorpionidae puede sufrir o desaparecer.
Además, Molina aseveró que las personas que tocan el animal pueden sufrir daños severos que requieren hospitalización, especialmente si padecen deficiencias cardíacas o si son sensibles a las alergias. “Tocarlos no es sinónimo de muerte, pero sí son animales de cuidado que las personas deben aprender a identificar”, agregó.
¿Por qué están aquí? No existe certeza de cómo estos peces llegaron a aguas ticas. Los científicos suponen que llegaron al Atlántico debido a la liberación de algunos especímenes que pertenecían a acuarios comerciales en Florida, EE. UU. y que fueron liberados cuando ocurrió el huracán Andrew , en 1992.
Como a estos peces les gustan las aguas cálidas, de más de 27 grados Celsius, ellos han ido bajando siguiendo las corrientes marinas cálidas. En el 2005 se reportaron en las Bahamas; en el 2000, en Belice, y aquí, en abril de este año.
Reacciones. Hoy al mediodía los científicos pedirán al Gobierno tomar acciones para evitar la extinción de muchas especies y daños en personas como causa del pez león y el diablo de fuego.
Además, los biólogos buscarán profundizar más en el ciclo de vida de estas especies para determinar cuándo ponen sus huevos, mecanismo que permitiría eliminarlos y debilitar su población.
El análisis de ADN también permitirá identificar, a largo plazo, si se trata de especies muy diferentes a sus ascendientes que se hallan en el Pacífico.
Por su parte, Cecilia Díaz, bióloga celular del Instituto Clodomiro Picado buscará la forma de descifrar el veneno de los peces para desarrollar un antídoto.
Mientras tanto, los expertos nacionales aclaran que su advertencia no significa que las personas que visiten o estén en el Caribe deban salirse del agua. “La presencia de estas especies de peces, bien manejada, hasta podría ser una oportunidad para la zona”, dijo el científico Carlos Jiménez, quien reiteró que se trata de peces de una coloración espectacular.