Investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York están desarrollando plantas artificiales con potencial para reducir el dióxido de carbono en interiores, generar oxígeno y producir energía de forma sostenible. Liderados por el profesor Seokheun “Sean” Choi y la estudiante de doctorado Maryam Rezaie, el equipo utiliza tecnología de biobaterías alimentadas por bacterias para construir hojas artificiales que podrían transformar la calidad del aire en espacios cerrados, superando a las plantas naturales en capacidad de purificación.
Este proyecto surge como una alternativa a los sistemas tradicionales de purificación, que suelen ser costosos y requieren mantenimiento constante para operar de manera óptima. En cambio, las plantas artificiales, que aprovechan la luz artificial para activar la fotosíntesis, reducen hasta en un 90% los niveles de dióxido de carbono en comparación con el 10% que logran las plantas convencionales.
La importancia de mejorar la calidad del aire en interiores se volvió prioritaria, especialmente después de la pandemia de COVID-19, comentó Choi. “Materiales de construcción, alfombras, actividades cotidianas como cocinar y hasta el mismo aire que exhalamos pueden aumentar los niveles de dióxido de carbono, afectando nuestra salud", agregó.
El proceso de creación de estas plantas comenzó con una hoja artificial experimental, diseñada a partir de cinco células solares biológicas con bacterias fotosintéticas. Al notar su eficacia, Choi y Rezaie ampliaron el concepto, construyendo una planta artificial con cinco hojas capaces de capturar dióxido de carbono y generar oxígeno. Aunque la generación de energía de aproximadamente 140 microvatios es aún limitada, Choi espera aumentar esta capacidad hasta alcanzar al menos un milivatio, lo suficiente para usos prácticos.
Además, los investigadores planean integrar baterías de iones de litio o supercondensadores para almacenar la energía generada y utilizarla para cargar dispositivos electrónicos. También, se exploran mejoras adicionales, como el uso de diversas especies de bacterias para prolongar la vida útil de las plantas artificiales y la creación de sistemas de suministro de agua y nutrientes para reducir la necesidad de mantenimiento.
Choi proyecta que con ajustes futuros, estas plantas artificiales podrían convertirse en elementos comunes en los hogares, ofreciendo un recurso de purificación del aire accesible y autosustentable. “Los beneficios de esta tecnología son fáciles de apreciar”, concluyó el investigador.
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