Un libro de 191 páginas y 201 imágenes ofrece un vistazo a una Costa Rica desconocida: aquella en que la avenida central josefina era de tierra y piedra, un niño pasaba con una yunta de bueyes junto al Teatro Nacional, los chiquillos andaban "a pata pelada" y San José tenía pocos pero hermosos edificios.
Esta obra se llama Costa Rica: Imágenes e historia. Fotografías y postales 1870-1940 y es resultado de una iniciativa de los hermanos Álvaro y Carlos Castro Harrigan.
Dueño de una enorme colección de estampillas y postales -tiene más de 3.000 tarjetas- , Álvaro Castro Harrigan decidió explotar la riqueza de imágenes que guardaban las postales que él solo había recolectado con interés de filatelista.
"Como filatelista, siempre ponía las postales con la cara hacia abajo, pero un día me di cuenta de que la gente que no es coleccionista se interesaba más en las imágenes y decía: 'Qué bonitas fotografías'. Decidí que había llegado el momento de mostrar las imágenes boca arriba y sacarlas del álbum", detalló este coleccionista.
Se alió junto a su hermano Carlos, quien es diseñador gráfico, y juntos armaron esta memoria visual del país entre 1870 y 1940.
Otras épocas. El libro es un verdadero viaje en el tiempo a una Costa Rica que resulta inédita y fascinante para las nuevas generaciones. Para los más viejos, es una obra llena de recuerdos y nostalgia.
El curioso encuentra vistas de las ciudades, acercamientos a casas y edificios, fotos familiares -gente de trajes o "de dominguear"- y el testimonio de hechos trágicos, como las secuelas del terremoto de Cartago en 1910.
La magnitud de la destrucción de ese fuerte sismo queda plasmada en imágenes como la de un trozo de la iglesia del Carmen tirado sobre las líneas del ferrocarril, el mercado en ruinas o los muertos recogidos en la antigua Plaza del Cuartel.
La imagen más vieja está fechada en 1870 y es una panorámica tomada desde la esquina de la calle 5 con la avenida central de San José. Era una vía de piedra, tierra y alguno que otro charco.
En el libro, los hermanos Castro Harrigan procuraron plasmar las imágenes tal cual; solo mejoraron luces, sombras y brillo. Muchas postales muestran los textos que la gente escribió en ellas, así como bordes maltratados y los huequitos que dejó el comején.
También pusieron detalles ampliados de algunos aspectos de las imágenes, junto a la fotografía a la que pertenece.