La población de chanchos de monte –especie en peligro de extinción– se está recuperando en el Parque Nacional Corcovado, sitio natural que posee el 2,5% de la biodiversidad del orbe.
Mientras que en el 2001 solo se detectaban dos individuos por cada kilómetro recorrido, en el 2007 el promedio en la misma distancia subió a 15 chanchos, en su mayoría animales muy jóvenes.
“Si hay más chanchos de monte, esto quiere decir que los jaguares –especie de felinos en grave peligro de extinción– van a tener más alimento disponible y, entonces, es probable que logren recuperar también su maltrecha población en un período de dos o más años. La mejora no es algo inmediato, pero ya hay datos que sugieren un leve repunte”, dijo a La Nación Eduardo Carrillo, científico de la Universidad Nacional (UNA) que realiza investigaciones en Corcovado desde 1990.
Se calcula que quedan cerca de 50 jaguares en este Parque Nacional, pero esta población aún no garantiza la supervivencia de la especie.
“En Mesoamérica y Panamá, más de la mitad de estos felinos ya desaparecieron. De ahí que estas sean buenas noticias para todo el continente”, comentó Carrillo.
Según el investigador, el chancho de monte ( Tayassu pecari ), muy semejante a un cerdo o a un jabalí, es el principal alimento del jaguar.
El chancho de monte tiene una cabeza abultada y maciza, patas cortas y cola también pequeña. Mide hasta un metro de largo y tiene una altura promedio de 55 centímetros. Su cuerpo es tosco y está cubierto de pelaje grisáceo que se caracteriza por una mancha clara en la base de la boca o en torno a los labios.
Metodología. Los chanchos de monte son animales diurnos que viven en inmensas manadas de entre 50 y 300 individuos. Son frecuentes en bosques calientes y húmedos –como Corcovado–, donde sus alimentos preferidos son raíces, frutos caídos, hierbas e insectos que se encuentran al raspar el suelo con su hocico.
Para estudiar las poblaciones de estos animales se utilizan los llamados “índices de abundancia”, una cifra que se determina según la cantidad de huellas por kilómetro recorrido por los investigadores. “Una vez al mes recorremos varios senderos preestablecidos dentro del parque y fuera de él desde hace 18 años, contando el número de huellas que allí se detectan”, afirmó Carrillo.
Esta metodología permite estimar las tendencias poblacionales de los animales en el área.
Adicionalmente, se utilizan las llamadas “cámaras-trampa”, que son cámaras fotográficas automáticas que se colocan en el bosque y que se accionan con el movimiento. Estas captan imágenes de los animales una vez que pasan frente de ellas. Cada animal se diferencia del otro por el patrón único de las manchas de su piel. En el caso de los chanchos jóvenes, por ejemplo, estos carecen del pelaje blanco característico de los animales adultos. “En las fotografías de este año vemos más chanchos de monte y, entre ellos, animales más jóvenes”, señaló el científico.
Retos. Según Carrillo, la presencia de los guardaparques desde el 2005 hasta la fecha ha demostrado ser vital en la recuperación de estos chanchos y de sus depredadores, los jaguares. “Adicionalmente, el sistema de cámaras-trampa, también nos muestra imágenes de jaguares nuevos y jóvenes, lo cual fortalece la idea de que su población se recupera”, agregó.
Sin embargo, señaló que es vital fortalecer allí la lucha contra la cacería y la tala ilegal.