Los costarricenses deberán esperar 10 meses más para ver la iglesia de La Merced, en San José, totalmente restaurada.
Después de una inversión de ¢390 millones y de cuatro años de intensos trabajos de reforzamiento estructural y restauración, un 80% de las obras en el templo de La Merced ya están listas. Pero aún falta poner la nueva instalación eléctrica e iluminarla.
Además, requiere mejorar su apariencia externa. El Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura y la Comisión de Restauración de La Merced anunciaron ayer que no se pintará sino que se le aplicará un estuco ocre claro en sus fachadas, así como otro de un tono marfil en detalles más sobresalientes, como los capiteles.
El estuco es una mezcla de cal, polvo de mármol y arena muy refinada al que se le agrega un pigmento de color.
“Encontramos que originalmente esa iglesia tuvo un estuco, el cual después fue cubierto por capas y capas de pintura de aceite. Estamos haciendo un esfuerzo por devolverle su aspecto original, lo cual no es barato porque el estuco es 10 veces más caro que la pintura”, puntualizó Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio Cultural.
Según Pablo Vargas, gerente del proyecto de restauración, aún necesitan recaudar entre ¢80 millones y ¢100 millones para lograr terminar todos trabajos.
Una de las necesidades pendientes más onerosas será restaurar las 25 imágenes religiosas, así como garantizar su seguridad para que el templo no sea saqueado.
Se conservarán las seis campanas viejas, pero se automatizará el sistema para ponerlas a repicar. Es decir, el sacerdote solo tendrá que tocar un botón y dejará de jalar las cuerdas, como en antaño.
También falta que la Municipalidad de San José renueve los jardines; no obstante, esos trabajos avanzan con lentitud.
Poco tiempo, muchas obras. Sandra Quirós, de Patrimonio, y Mauricio Granados, canciller de la Curia Metropolitana, aseguraron que del 2002 a la actualidad se han hecho trabajos de gran importancia.
Debido al riesgo de que el templo se desplomara tras un sismo, el ingeniero Miguel Cruz explicó que se reforzaron las paredes de ladrillo de la edificación con una serie de columnas de cemento ocultas dentro de las paredes.
Asimismo, se colocó una viga corona para “amarrar” todas las paredes y malla electrosoldada para sostener los frontones donde están los rosetones –ventanas circulares con vidrios de color–.
Nelson Araya, quien lideró el equipo que reparó los vitrales, estucos y frescos, comentó que cada uno de los 12 vitrales de La Merced tuvo que ser limpiado y restaurado por separado. En algunos casos, tuvo que sustituir partes completamente destruidas.
Después de eliminar capas y capas de pintura de aceite de color blanca, encontró los colores y dibujos originales de las paredes internas y de sus columnas.
Algunos frescos se pudieron recuperar; en otros casos, se restituyó el color con base en las evidencias originales.
De hecho, ya no es aquel templo oscuro, sino lleno de luz, colorido y detalles dorados. En 10 meses más, se podrá ver todo el proyecto concluido.