Una nueva sonda robótica llamada Phoenix partirá en el mes de agosto hacia el planeta Marte en busca de agua y de rastros de vida microscópica en su polo norte, un sitio poco explorado de nuestro planeta vecino.
La misión de esta sonda es una y muy difícil: excavar en el polo norte de ese planeta para determinar si hay rastros de microbios allí.
Esta es una creencia que los científicos evalúan desde que, hace varios años, la sonda estadounidense Odyssey y luego la sonda europea Mars Express detectaron altas concentraciones de vapor de agua y de metano en Marte.
Hasta ahora, los expertos tienen dos hipótesis para explicar la presencia de estos gases. Primero, que debía de existir agua congelada en Marte y esta sería el albergue de formas de vida bacterianas, y, segundo, que el origen de los gases detectados (vapor de agua y metano) en la atmósfera de Marte vienen del interior del planeta, pero no tienen nada que ver con formas de vida.
La labor de Phoenix será averiguar cuál de las hipótesis es la correcta y, para ello, deberá buscar el agua –si la hay allí– y usar varios equipos para valorar si el agua ofrece las condiciones para permitir la existencia de microbios.
“ Phoenix irá a analizar el agua y a obtener su composición química y sus propiedades físicas. La sonda procurará dilucidar la historia del agua en Marte y su potencial para albergar la existencia de vida”, dijo Bobby Fogel, científico de la NASA.
El robot mide 5,5 metros de ancho por 1,5 de alto, y se alimentará mediante dos paneles solares en sus costados. Esta sonda está hecha con materiales capaces de resistir temperaturas de casi 100 grados centígrados e integra lo último en tecnología motriz para que pueda desplazarse por la superficie árida de Marte.
El cronograma. La NASA prevé que la sonda Phoenix partirá entre el 3 y el 24 de agosto desde la estación espacial de Cabo Cañaveral en Florida. La misión se extenderá por al menos tres meses: de mayo a julio del 2008.
Según la NASA, el aterrizaje se prevé en una planicie sin rocas, en una latitud norte, pero seráun descenso peligroso del que la sonda podría no “sobrevivir”.
Si el aterrizaje es un éxito, la sonda usará un brazo robótico de 2,3 metros con el cual podrá escarbar hasta un metro de profundidad. Ese brazo recolectará las muestras del suelo y del agua.