Lo común en los hogares es tener agua potable con solo abrir la llave, pero esto no es así para una de cada 10 familias en Costa Rica.
El último informe del Programa Estado de la Nación, dado a conocer en noviembre pasado, lo puso en evidencia al revelar que en el 2022 el agua potable alcanzó al 89,9% de la población nacional, lo que, según el reporte, evidencia un retroceso, pues un año antes, en el 2021, el servicio llegaba al 95,7%. Esto significa una pérdida de seis puntos porcentuales.
De acuerdo con el reporte, varios factores provocan que haya menos disponibilidad de este recurso. Dentro de estos, se hallan el cambio climático, el estado de la infraestructura hídrica, la contaminación natural y la causada por los seres humanos, la poca planificación urbana, el crecimiento de la población y la baja inversión que realizan algunos acueductos (principalmente los comunales) en protección de fuentes y control de fugas.
El informe reconoce que este es un resultado atípico, y apunta a que los retrocesos son mayores en áreas donde ya había rezago previo: las Asociaciones Administradoras de Acueductos Comunales , mejor conocidas como Asadas y los acueductos rurales. En estos sitios, la caída fue de 14,4 puntos porcentuales entre un año y otro.
Esta información se encuentra en el Capítulo IV del Estado de la Nación, titulado Armonía con la naturaleza. Los datos resultan principalmente de análisis realizados por el Laboratorio Nacional de Aguas.
Por su parte, el Informe de Competitividad Cantonal 2023 también analizó el parámetro de acceso a agua potable en 82 territorios del país, con base en información de instituciones públicas. El documento determinó que hay 14 cantones en los que al menos el 20% de la población carece del líquido.
Inédito
Según la investigadora Karen Chacón Araya, los indicadores que históricamente ha registrado Costa Rica la ubican cerca de naciones desarrolladas y países con ingresos altos. Se diferencia de otras naciones de América Latina y Caribe, con mucho menor acceso al agua potable.
“Es un resultado inédito para las últimas décadas, porque lo que veníamos reportando hasta el 2021 era más bien un aumento en la cobertura de agua potable. En el 2022, sin embargo, los estudios demuestran una caída en el porcentaje. El análisis de Acueductos y Alcantarillados (AyA) indica que esto se debió a una menor capacidad para hacer operativos de fiscalización y control por las dificultades de la pandemia, entre otros”, especificó la investigadora.
Chacón citó, como causas posibles, problemas de infraestructura que en algunas comunidades dificultan el acceso. Además, dijo, hay que medir los efectos del cambio climático, como reducción de lluvias, deslaves o inundaciones, que también afectan la calidad del agua.
Alejandro Guillén Guardia, presidente ejecutivo de AyA, aseguró que las Asadas han tenido problemas de alto manganeso y alto hierro y eso vuelve las aguas turbias, y esto ha hecho que en algunos casos se abastezca a la población con camiones cisterna. El funcionario afirmó que se realizan talleres constantes para que las Asadas mejoren la calidad de los servicios.
De acuerdo con el Estado de la Nación, 190 acueductos incumplieron los parámetros establecidos en coliformes fecales entre los años 2020 y 2022. Además, 103 reportaron más bacteria Escherichia coli y agua no clorada. Asimismo, 32 acueductos incumplieron con los parámetros de turbiedad (color), 31 tuvieron reportes relacionados con la presencia de aluminio, 27 con contenido de hierro y manganeso, y 23 con presencia de calcio y magnesio.
¿Qué se entiende por agua potable?
Es un término que muchas personas dan por sentado sin tener claro qué parámetros se utilizan para determinar si el agua es potable. El Reglamento de la Calidad del Agua Potable la define como “agua tratada que cumple con las disposiciones de valores máximos admisibles estéticos, organolépticos, físicos, químicos, biológicos, microbiológicos y radiológicos, establecidos en el presente reglamento y que al ser consumida por la población no causa daño a la salud”.
De estas palabras, que pueden resultar confusas, los puntos más importantes son:
- El olor debe ser aceptable.
- El sabor debe ser aceptable (el Reglamento no da parámetros de cómo se clasifica “aceptable” un olor o sabor).
- El pH (nivel de acidez en el agua) debe estar entre 6 y 8.
- El cloro residual debe estar entre 0,3 y 0,6 miligramos por litro (mg/L).
- La bacteria Escherichia coli debe estar en niveles no detectables en los análisis de laboratorio.
- Debe mostrar ausencia de otras bacterias como salmonella, shigella, Vibrio cholerae, entre otras.
- Debe mostrar ausencia de virus como los de hepatitis A y B, rotavirus, norovirus y de los enterovirus.
- No debe haber nemátodos intestinales (conocidos popularmente como “lombrices solitarias”).
- Los plaguicidas deben tener un máximo de 0,10 microgramo por litro (μg/L).
- El valor máximo de calcio debe ser 100 mg/L
- El valor máximo de hierro es 0,3 mg/L.
- Los valores de magnesio deben estar entre 30 y 50 mg/L.
- Los valores de manganeso deben estar entre 0,1 y 0,5 mg/L.
- Los valores de sodio deben estar entre 25 y 200 mg/L.
- El valor máximo de mercurio debe ser 0,001 mg/L.
“Además, el servicio de agua potable se compone de otros requerimientos. Tiene que ver no solo con la calidad, también con la cantidad, continuidad, cobertura y costo del servicio. Una cosa es que a usted le llegue agua de calidad y otra qué tan frecuente la tiene”, manifestó Luz Chacón Jiménez, microbióloga especialista en aguas, de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La microbióloga indicó que no siempre los acueductos realizan todas las pruebas para determinar cómo está el agua en cada momento, muchos solo revisan los parámetros básicos, y es algo que debe tomarse en cuenta.
“También debemos vigilar nuestra agua. Nosotros estábamos atenidos a que nuestras fuentes de agua estaban muy protegidas, en las montañas o pozos, pero conforme aumenta la población y los desarrollos urbanos, no hay tanta disponibilidad de agua”, añadió Chacón.
Darner Mora Alvarado, director del Laboratorio Nacional de Aguas, recordó además que “el agua es dinámica”, pues lo que hoy es potable, pero mañana podría no serlo. “Y lo que hoy es no potable podría ser que mañana sí, si la operación es la adecuada”, agregó.
Retroceso
El desarrollo urbano y su influencia sobre la potabilidad del agua ya había sido mencionado en una investigación anterior, de la Universidad de Texas en Arlington, EE. UU., la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR), la Universidad Estatal de Washington y la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH).
Según dichas pesquisas, los niveles de compuestos químicos llamados nitratos en las aguas que consumen pobladores del Valle Central subieron en los últimos 40 años y, en algunas zonas, podrían sobrepasar los niveles máximos considerados seguros.
Los científicos estudiaron específicamente el sistema de acuíferos Barva y Colima, que abastecen a comunidades en la margen derecha del río Virilla.
“Esa zona de la margen derecha del río Virilla ha sufrido en los últimos 40 años un cambio de uso de suelo bastante abrupto″, indicó en una entrevista anterior Ricardo Sánchez Murillo, coordinador de dicha investigación.
El científico detalló que en 1979 la cobertura de bosque en las zonas medias era alrededor del 30%, en 2019 era 13,4%. Sin embargo, en las zonas de parques nacionales y de pago de servicios ambientales aumentó 2%.
Mora añadió: “Regiones como Heredia, Alajuela o San José deben tener un muy buen alcantarillado y un muy buen sistema de captación y planta de tratamiento. Eso cuesta dinero, es necesario”.
Los más afectados
El Informe de Competitividad Cantonal destaca 14 cantones donde más del 20% de la población carece de agua potable. Esto sería el doble de lo que dice el Estado de la Nación. Estos son los cantones y la población que carece de acceso a agua potable:
- Talamanca (Limón): 43,1%
- Dota (San José): 41,2%
- Alvarado (Cartago): 40,7%
- Sarapiquí (Heredia): 32,6%
- Santa Bárbara (Heredia): 32,3%
- Osa (Puntarenas): 25,7%
- Buenos Aires (Puntarenas): 25,1%
- Turrialba (Cartago): 23%
- Matina (Limón): 22,9%
- Pococí (Limón): 22,3%
- Siquirres (Limón): 21,2%
- Guácimo (Limón): 20,8%
- Golfito (Puntarenas): 20,6%
- Limón (Limón): 20,1%
En el extremo opuesto están San Isidro (Heredia), Curridabat (San José) y Poás (Alajuela), donde quienes carecen de agua potable se reducen a 2,4%, 2,8% y 3,2% respectivamente.
Luz Chacón precisó que en este tipo de análisis también debe tomarse en cuenta que las mediciones no se hacen directamente en las casas de las personas. La responsabilidad de las tuberías es de cada hogar y sus dueños son los responsables de que estén limpias. En estos análisis, se toman en cuenta puntos específicos de los acueductos o Asadas para analizar la calidad del agua.
Desperdicio de agua
La disponibilidad de este líquido vital es más complicada cuando golpea el fenómeno El Niño, algo que periódicamente sufre el país, como ocurrió en este 2023.
Y, además, se suma el desperdicio de agua. En este aspecto, según publicó el Estado de la Nación, del total de agua extraída por el AyA durante el 2022, el 57% se perdió por fugas, rebalses de tanques o errores de micromedición.
Alejandro Guillén, jerarca del Instituto, aseveró que la entidad tiene un programa llamado Reducción de Agua No Contabilizada (RANC).
“En el área metropolitana, tenemos hasta un 50% de fugas y en Limón, hasta un 70% de fugas, desperdicio, robo o tomas ilegales. Ya hemos iniciado con las primeras sustituciones de tubería, cambio de medidores y actualización de software que controlan la gestión. En Escazú se cambiaron casi ocho kilómetros de tubería para optimizar la gestión”, afirmó.
El jerarca dijo que se están acelerando 22 licitaciones para herramientas técnicas que buscan reducir el agua perdida. También se están optimizando pozos; por ejemplo, se está haciendo uno de 380 metros en Guadalupe, Goicoechea, sitio que sufrió los embates de la falta de agua del 2023.
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