Solo durante el 2021, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) atendió a 297.552 pacientes con complicaciones de salud derivadas directamente de la obesidad, una enfermedad crónica que a su vez constituye un factor de riesgo de otras, como males cardiovasculares.
Las complicaciones derivadas de este mal acabaron directamente con la vida de 593 personas en Costa Rica entre los años 2000 y 2021, como reveló un análisis realizado por la Universidad Hispanoamericana (UH), dado a conocer este jueves.
Para ello, los investigadores, encabezados por el médico y epidemiólogo Ronald Evans, tomaron los datos de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) relacionados con obesidad por exceso de calorías, obesidad extrema con hipoventilación alveolar, otros tipos de obesidad y obesidad no específica.
Se deben añadir las muertes que indirectamente son provocadas por esta causa, como infarto agudo al miocardio, accidente cerebrovascular, otras enfermedades coronarias, algunos tipos de cáncer hipertensión y diabetes, entre otros. Además, aumenta las probabilidades de fallecimiento en caso de contagio de covid-19.
“Las tasas de mortalidad más elevadas se concentran en el 2020 y 2021, las cuales llegaron a 1,17 y 1,82 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Esto se debe a que obtuvieron el número de casos más elevado de todo el periodo, 60 y 94 muertes respectivamente”, cita el reporte.
En el año 2000, en cambio, solo se dieron 0,15 muertes por cada 100.000 habitantes por esta causa, en 2001 la tasa fue de 0,07 y en 2002 de 0,1.
El panorama es el resultado de cambios en la alimentación de la población que abrieron más espacio en las mesas ticas a comidas con más grasa y sodio, pero menos proteína y fibra. Se suma una creciente falta de actividad física.
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¿Cómo se determina la obesidad?
El indicador que sigue utilizándose para medir la obesidad a nivel internacional es el Índice de Masa Corporal (IMC).
Para calcular el IMC lo primero que debe hacer una persona es pesarse en una báscula con la menor cantidad de ropa posible. Luego, dividir su peso entre su estatura en metros, elevada al cuadrado.
Si la cifra resultante es mayor de 30, se afirma que hay “obesidad”. Si el número es entre 35 y 39,9 el individuo tiene “obesidad severa”, y si el resultado es más de 40, la obesidad es “extrema” o “mórbida”, lo cual pone en riesgo la salud a corto plazo.
Por ejemplo, si alguien pesa 87 kilos y mide 1,70 metros, debe multiplicar 1,70 por 1,70. El producto es 2,89. Luego tiene que dividir los 78 kilos entre 2,89. El resultado es 30,1. En este caso, la persona ya tiene obesidad.
Las víctimas mortales
De acuerdo con el análisis, el mayor impacto de las muertes está entre individuos de 50 a 59 años, quienes representaron uno de cada cuatro decesos (el 24%) en el período estudiado.
Las cifras menores se ven en los extremos de edad: no se reportan en los primeros 10 años de vida, y si se ven los grupos etarios de 10 a 19 y de 90 a 100 años que no suman 10 muertes cada uno.
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También llama la atención que el 60% de las muertes en el lapso analizado sean de mujeres. Si comparamos a nivel de tasas según cantidad de población la diferencia no es tan grande, pero las mujeres siguen dominando; los datos arrojan 2,19 muertes por cada 100.000 mujeres y 2,15 por cada 100.000 hombres.
¿Dónde viven? En 2021, las tasas fueron mayores en Limón, con 2,15 decesos por 100.000 habitantes y en San José, con 2,03. Las más bajas fueron Puntarenas y Guanacaste, con 1,39 y 1,25, respectivamente.
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12.155 años de vida perdidos
Los investigadores también analizaron los años de vida potencialmente perdidos, que indican cuántos años se perdieron en función de las muertes prematuras. En otras palabras, si nos basáramos únicamente en la edad de las personas (y no en otros factores de salud), ¿cuánto tiempo más habría vivido cada uno de los fallecidos?
Se tomó como referencia los 77 años, como la esperanza de vida dejada luego de la covid-19. Una muerte ocurrida antes de esa edad se tomó como prematura.
Los 593 fallecimientos reportados suman un total de 12.155 años de vida perdidos.
Si se compara por grupos de edad, en primer lugar está el de 45 a 49 años con 1.988 años de vida perdidos. Le siguen el de 30 a 34 años con 1.720 y luego el de 50 a 54 años con 1.656 años de vida perdidos por muerte prematura.
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Años sin conocer el peso
Costa Rica tiene desactualizados sus estudios sobre el tema. La última Encuesta Nacional de Nutrición data de 2009, y en ella se evidenció que el 60% de los adultos nacionales tenían sobrepeso.
La investigación más reciente fue el Estudio Lationamericano de Nutrición y Salud, que se realizó en 2018 y arrojó que el 32,6% de los costarricenses entre 15 y 65 años pesa más de lo que debería y 30,6% ya era obeso. En ese entonces, Costa Rica fue el segundo país con mayores índices de las ocho naciones analizadas.
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En dicho estudio se evidenció que hay dos poblaciones que más sufren los embates del exceso de peso: las mujeres y las personas mayores de 35 años: el 37,6% de las mujeres presentó obesidad, contra el 23,5% de los hombres. En el grupo de 35 a 65 años, tres cuartas partes tenían sobrepeso.
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Volver a las tradiciones
Yorleny Chacón, directora de la Escuela de Nutrición de la UH, recomendó volver a las raíces de la alimentación sana.
“Antes las personas podían comer olla de carne todos los días, una comida más cargada de harinas, pero era una población físicamente más activa. Sin embargo, la introducción de comida rápida con menos ejercicio ha impactado al costarricense. Ahora la tendencia es sustituir el arroz con pollo o los picadillos por parrillas con altas cargas de grasas saturadas, y además seguimos siendo inactivos”, recalcó.
Chacón consideró que el secreto está en trazarse propósitos. Dentro de ellos debemos reducir el consumo de azúcar refinada por tipo moreno, sustitutos o simplemente no utilizarlos.
Otro producto de cuidado es la repostería que se puede sustituir por una tortilla acompañada de quesos bajos en grasas.
La hidratación es un punto clave en su alimentación, el problema es que la gente sustituye el agua por bebidas gaseosas o refrescos cargados de azúcar.
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