El 75% de criaderos de perros inscritos en el país operan sin contar con los permisos del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).
Así lo confirma el Diagnóstico zootécnico de criaderos de perros en Costa Rica, una investigación que realiza actualmente el estudiante Mario Torres, de la Escuela de Zootecnia de la Universidad de Costa Rica (UCR), para optar por el grado de licenciatura.
Los datos se desprenden de consultas planteadas por Torres a Senasa y a las tres principales asociaciones que agrupan centros de este tipo: Asociación Canófila Costarricense, Asociación Ovejero-Alemán de Costa Rica (Asoval) y Federación Canina de Costa Rica (ACAN).
Las cuatro instancias reportan 119 criaderos, 30 de los cuales están reconocidos por Senasa (un 25%), mientras que 89 (75%) trabajan sin estar regulados por esta entidad estatal.
Del total de sitios que cuentan con el aval de Senasa, solo seis forman parte de las mencionadas asociaciones. Los otros 24 funcionan sin estar agremiados a ningún grupo.
Los representantes de las asociaciones aclararon que ellos no son responsables de velar por las condiciones de salud animal de los criaderos, pues –insisten– esa tarea le corresponde a Senasa.
Por el contrario, explicaron a La Nación que ellos no giran permisos de funcionamiento; únicamente, dan las certificaciones a los criadores para que puedan vender los perros que reproducen (ver: “No damos permisos; autorizamos nombres para vender crianzas”).
Las razones
¿A qué se debe que tan pocos centros de esa índole estén en regla?
En primera instancia, explicó Iliana Céspedes, encargada de Salud Animal de Senasa, la actividad de reproducir perros para la venta estuvo “por la libre” hasta el año 2006, cuando se creó este organismo.
“Antes de que Senasa naciera, nadie se encargaba del bienestar animal en Costa Rica. El Ministerio de Salud realizaba envenenamientos para controlar la población. Hemos entendido que esa no es la forma. No ha sido fácil, pero nos hemos ido encaminando”, dijo Céspedes.
Aunque aún tienen un registro oficial de criaderos –la investigación de la UCR es lo más cercano a este–, la funcionaria aseguró que trabajan en un reglamento que intentará regular esta práctica.
Este reglamento se ampararía en la Ley General del Servicio Nacional de Salud Animal, N.° 8495 , y exigiría que todo criadero posea un permiso de funcionamiento, el cual se renueve cada dos años.
¿Qué implica operar a derecho? Contar con los permisos municipales de uso de suelo y que los sitios donde se instalen los animales se encuentren lejos de los focos poblacionales, para evitar la exposición de los vecinos a ladridos y olores producto de la orina y las heces de los perros.
Lío de años
En criterio de Céspedes, la ley es clara con respecto a que todos aquellos lugares que crucen o que tengan animales para reproducir y vender, deben contar, obligatoriamente, con los permisos de Senasa.
Sin embargo, afirmó, esto no se cumple debido a que la entidad no tiene los mecanismos de fiscalización suficientes.
Por ese motivo, intentan realizar operativos que les permitan ir poniendo en regla los sitios que sea posible, dijo Céspedes.
Una de las requisas más representativas, recordó, fue en el 2015, cuando rescataron a 80 perros en un criadero ubicado en Tres Ríos, cantón de La Unión, Cartago.
Los animales presentaban serios problemas de salud pues se hallaban en tal hacinamiento, que muchos permanecían en jaulas para pájaros y nunca habían tocado el suelo desde que fueron reproducidos. Por eso, padecían lesiones en las patas y en las rodillas.
Tres hembras presentaban infección en el útero debido a que quien las inseminaba era el mismo dueño del criadero, alguien que no tenía ningún conocimiento de veterinaria.
“Era algo pavoroso… No se me va a olvidar un chihuahua, que, de tanto que lo utilizaban para copular, tenía la columna curva. Ese perro no podía caminar. El criador decía que tenía diabetes y un montón de enfermedades, pero era un animal supersano. Lo que tenía era que no lo dejaban descansar”, aseguró la funcionaria.
El Estudio nacional sobre tenencia de perros detalla que el 50% de canes en Costa Rica son reproducidos en casas.
Presidente de junta directiva de Asociación Canófila:
‘No damos permisos, autorizamos nombres para vender crianzas’
Dos de las tres asociaciones consultadas por la Escuela de Zootecnia de la Universidad de Costa Rica (UCR) para realizar el Diagnóstico zootécnico de criaderos de perros en Costa Rica, defienden que su único papel es girar los permisos para la venta de crías de raza.
Por lo tanto, aseguraron a La Nación que no son responsables de velar por el funcionamiento de sus agremiados, ni por el bienestar de los animales que estos posean, pues “esa es labor de Senasa”.
“Lo que nosotros tenemos son afijos, el nombre que usted, como criador, le puede poner a su crianza. No damos permisos, sino que autorizamos nombres comerciales para vender las crianzas”, aseguró William Rodríguez, presidente de la junta directiva de la Asociación Canófila.
Según Rodríguez, la entidad no tiene la potestad de revisar las instalaciones físicas de sus miembros, muchos de los cuales son personas que tienen un solo perro que no es para reproducción.
“No son solamente criaderos, sino también criadores que en su casa sacan una cría. La gran mayoría de las personas no tiene un criadero y no viven de eso. De hecho, de los 3.500 asociados que tenemos en todo el país, ni siquiera un 20% son criadores”, explicó.
Rodríguez comentó que, con 47 años de existencia, la Canófila está supeditada a la Federación Cinológica Internacional (FCI), una entidad con 110 años de trayectoria.
“La gente piensa que hacemos concursos de belleza de perros, pero no es así. Nuestros jueces seleccionan los mejores padrotes a efecto de hacer las cruzas responsables, de decir cuáles se pueden cruzar y cuáles no”, enfatizó Rodríguez.
Hugo Guzmán, presidente de la Asociación Ovejero Alemán (Asoval), enfocada, sobre todo, en perros de raza pastor alemán, tiene una opinión similar.
“De ese universo de criadores –no hablo solo de los de pastor alemán– la gran mayoría tiene sus perros en sus casas. Un criadero puede ser una persona que tenga una sola perra, entonces la tiene en su casa de habitación”, expresó.
Permisos restringidos
Asimismo, dijo que la obligatoriedad de tener los animales en zonas alejadas de la ciudad –como lo solicita el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) para autorizar el funcionamiento a los criaderos– es una causa de que muchos no estén en regla.
“Si una persona tiene una sola perra y quiere ponerse en ley, va a la municipalidad y pide un permiso de uso de suelo, porque ese es uno de los requisitos de Senasa, pero ¿cómo van a autorizar a alguien que vive en un barrio residencial? A menos de que usted viva en un lugar retirado, no puede tener en su casa ni canarios”, replicó Guzmán.
En contraposición
Contrario al criterio de esas dos asociaciones, Rubén Rodríguez, presidente de la Federación Canina de Costa Rica (ACAN), dijo que solo reciben criaderos que estén en regla con Senasa.
“Tenemos un montón de gente que quiere hacer criadero con nosotros, pero no los aceptamos porque no tienen los permiso de la institución. De hecho, el único criadero que tenemos inscrito, está a rigor con Senasa”, afirmó el representante.