Si se hiciera un examen para verificar el cuidado que los ticos dan a su corazón, solo el 20% obtendría la nota óptima para aprobarlo, mientras el restante 80% lo reprobaría.
Esta es la conclusión más reciente del estudio de la investigadora costarricense de la Universidad de Harvard Hannia Campos, quien desde hace 15 años indaga y estudia las enfermedades del corazón de los nacionales.
Campos y su equipo hicieron una especie de escala para determinar el nivel de riesgo de una persona de padecer un infarto a partir de su estilo de vida.
La escala va del 1 al 10, en la que uno representa el mayor riesgo de infarto y 10 el menor. También se analiza la situación socioeconómica de la persona.
Para hacer el análisis, la investigadora pregunta a cada persona por sus hábitos y otorga puntos cuando la medida de su cintura es óptima, no fuma, no toma, hace ejercicio, tiene un buen consumo de fibra y de antioxidantes y cuida el tipo de grasa que consume.
Cada negativa a estas preguntas resta un punto.
“Existen varias escalas que miden también otros factores de riesgo como sexo, edad y antecedentes familiares. Sin embargo, nosotros quisimos hacer una solo con los estilos de vida porque nadie puede cambiar sexo, edad o familia, pero sí sus hábitos. Añadimos situación socioeconómica porque, desgraciadamente, a una persona bajo la línea de pobreza le es más difícil cuidarse”, explicó Campos.
A todos se les hizo un cuestionario sobre sus hábitos de vida y se les tomaron sus medidas. Ninguno de los participantes obtuvo los 10 puntos “deseables”, y solo el 20% logró superar los siete puntos, “nota mínima” para “aprobar” el examen, explica Campos.
Un 62% cumplió de cuatro a seis características, y un 18% cumplió con tres características o menos, lo que aumenta su riesgo de infarto. “Encontramos cosas preocupantes; por ejemplo, solo el 48% de los estudiados come la fibra necesaria. La obesidad abdominal también es alarmante. Solo el 18% tiene una medida abdominal deseable. Somos un país de gordos y nos hemos acostumbrado a aceptar eso como normal, pero es de alto riesgo”, dijo Campos.
“Una persona que padezca de hipertensión, diabetes u obesidad sabe que tiene mayores posibilidades de un infarto, por lo que debe cuidar aún más su alimentación, hacer actividad física y realizarse chequeos médicos periódicos”, manifestó Ana Cecilia Morice, viceministra de Salud.
“Todas las personas sanas debemos buscar comer sanamente, muchas frutas y verduras, poca grasa y poca sal”, añadió.
El estudio concluye que más allá de un puntaje, el “decálogo” es una herramienta para que las personas protejan su corazón de males cardíacos. “Depende de nosotros. Hacer ejercicio, no fumar y comer sanamente nos puede salvar de un infarto. Está en nuestras manos”, concluyó Campos.