Baja la temperatura, aumenta el riesgo de infarto agudo de miocardio (IAM).
Así lo determinó un estudio belga que descubrió que las bajas temperaturas son, por mucho, el factor ambiental más importante en el desencadenamiento de IAM.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores obtuvieron datos semanales de pacientes con IAM tratados en 32 centros de Bélgica entre 2006 y 2009. Los datos fueron correlacionados con los informes meteorológicos semanales promedio obtenidos de la medición diaria de 73 estaciones de Bélgica. La información recogida incluye la contaminación del aire (expresada en partículas), el smog, la temperatura y la humedad relativa.
Después del análisis, los resultados mostraron que sólo la temperatura se correlacionó significativamente con IAM, y que, por cada disminución del 10% en la temperatura mínima, se produjo un aumento significativo de 7% en la incidencia de este tipo de infarto. La contaminación del aire no tuvo ningún efecto significativo en el riesgo de este tipo de infarto.
Esta disminución en la temperatura se relacionó con infartos tanto en invierno como en verano.
Esto apunta a que el causante no es el frío puro, sino más bien, la variación absoluta de la temperatura", dijo el investigador Marc Claeys, en el sitio de la European Society of Cardiology, donde se divulgaron parte de los resultados de la investigación.
Añadió que los mecanismos potenciales que explican el aumento del riesgo asociado con la disminución de la temperatura incluyen la estimulación de los receptores de frío en la piel y el sistema nervioso simpático.
Por otra parte, en condiciones de frío se aumentaron todas las concentraciones plasmáticas que promueven la coagulación. Esto, junto con la reducción del volumen de plasma y el aumento de viscosidad de la sangre durante la exposición al frío, promueve la trombosis.
"Para los pacientes de alto riesgo, las implicaciones clínicas de los hallazgos incluyen evitar los cambios de temperatura fuertes y usar ropa adecuada al aire libre cuando hay descensos importantes en la temperatura", dijo Claeys .
Otro estudio suizo, que reclutó a más de 100.000 individuos de edades comprendidas entre 35 y 80 años, mostró que se observa una presión arterial más baja en el verano.
Especulan que las temperaturas más elevadas conducen a la vasodilatación y sudoración, lo cual ayuda a disminuir la presión arterial.