Cultivar amistades es fundamental en cualquier etapa de la vida, pero las que se hacen en un período de tantos cambios y dificultades como la adolescencia cobran preponderancia en la salud mental y emocional cuando ya se llega a la adultez.
Estas son las conclusiones de un estudio realizado durante 10 años por la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Los resultados fueron publicados este martes en la revista Child Development.
Los investigadores analizaron a 169 personas que al inicio del estudio tenían 15 años y al finalizar habían cumplido 25.
Una vez al año, los científicos se encontraban con los participantes de la investigación y les preguntaban acerca de sus amistades, quiénes eran, cómo era su vida con ellos, qué actividades compartían, entre otros aspectos.
Además, los sometían a un cuestionario en donde se exploraban condiciones como ansiedad, aceptación social, autoestima, síntomas de depresión, etcétera. Los amigos más cercanos de cada joven también eran entrevistados, pero con un cuestionario más pequeño, para reforzar lo dicho por el participante.
Los investigadores también distinguieron entre quienes tenían relaciones reales de amistad profunda y compartían un vínculo cercano, y quienes eran solamente populares (eran muy conocidos pero no tenían amistades sólidas).
Impacto a largo plazo
A corto plazo, la salud mental o emocional de las personas no mostró cambios por tener amistades muy cercanas, ser popular, tener pocos amigos o ser solitario. El estudio arrojó que las diferencias se vieron a largo plazo, hacia el final de la investigación.
Al cabo de diez años, quienes habían forjado relaciones profundas de amistad (que en su mayoría se mantenían luego de esa década) tenían la mitad de las posibilidades de presentar síntomas de depresión y el riesgo de crisis de ansiedad bajaba cerca de un 40%.
Quienes más lesiones en su autoestima mostraban fueron las personas altamente populares mientras estaban en el colegio y que no encontraron esa misma aceptación al llegar a la universidad.
"Ser aceptado y gustado por una gran cantidad de personas no puede sustituir el forjar amistades profundas y que realmente brinden apoyo. Y estas experiencias en una etapa tan crítica como la adolescencia se quedan con nosotros. Conforme los medios tecnológicos aumentan, se hace más fácil crear una gran cantidad de amigos superficiales y sociales, pero cultivar conexiones íntimas con pocas personas debería ser prioridad", aseguró Hughe Kelly, coordinador del estudio.
La investigación aclara, sin embargo, que sí hubo jóvenes populares que lograron mantener relaciones de amistad profundas y su salud a largo plazo sí se vio beneficiada.
"Hay personas que tienen una personalidad que los lleva a tener mucha gente alrededor, pero que a su vez se preocupan por cultivar relaciones de intimidad y profundidad con otros", aseguró en un comunicado de prensa Joseph Allen, uno de los investigadores.
Las razones para tener amigos
Los investigadores indican que los participantes del estudio con relaciones más fuertes de amistad mencionaron lo importantes que eran sus amigos en momentos de dificultad y tristeza, y que acudían a ellos para compartirles una noticia positiva, incluso antes de hablar con los familiares.
Este no es el primer informe que menciona los beneficios de la amistad cercana para la salud. Por ejemplo, en el 2012, un estudio de la Sociedad para la Investigación del Desarrollo del Niño en Holanda halló la clave en la hormona cortisol, conocida como la “hormona del estrés”. Se ha visto que esta “moviliza” la energía y ayuda a responder cuando hay mucha tensión.
Sin embargo, niveles muy altos de esta hormona pueden tener efectos negativos. Si se mantienen muy altos por mucho tiempo, pueden bajar las defensas del cuerpo.
El estudio en la revista Child Development mostró que quienes tienen muchos amigos tenían menos cortisol, quienes eran agredidos tenían más y quienes eran rechazados tenían los niveles más altos de la hormona.