Costa Rica vuelve a un campeonato mundial de fútbol y lo hace contra rivales complicados. La esperanza de lo vivido con aquel “grupo de la muerte” en Brasil 2014 renace, pero la emoción y la ansiedad, lo podrían llevar a comer más de lo debido.
El primer partido comienza a las 10 a. m., pero usted decide que necesita estar bien desayunado, la inquietud comenzó desde que abrió los ojos. Llega a trabajar y en su oficina está listo el televisor para no perderse detalle; también hay papas y yucas tostadas, frijoles molidos, guacamole, dips, maní garapiñado, gaseosas y a alguien se le ocurrió pedir pizza para bajar el estrés.
El árbitro pita y con el primer movimiento de balón, usted empieza a servirse y, probablemente, no deje de hacerlo en los próximos 105 minutos (90 minutos del partido y 15 de descanso). A la ansiedad futbolera se le unen los pendientes que usted debe cumplir en su trabajo porque estos no se van del todo. En lo que tiene un ojo en el televisor también mantiene su teléfono cerca, por si entran correos, mensajes o llamadas de emergencia, y también para revisar redes sociales, pero sigue comiendo.
¿Qué está sucediendo? De acuerdo con el nutricionista y psicólogo Greivin López, su cerebro no controla lo que ingiere, entra en modo “automático” en medio de la ansiedad, la pantalla del televisor y la del celular. No distingue las señales de saciedad que envía el cuerpo.
Hormonas como la adrenalina, la dopamina y la serotonina se liberan cuando comemos y son las encargadas de generar sentimientos como alegría y recompensa, las que asociamos con las emociones del fútbol cuando celebramos o que buscamos contrarrestar cuando al rival le está yendo mejor.
Como el cerebro no se da por enterado, usted sigue comiendo. Si hay goles del equipo contrario, pude hacer que usted se engulla un puño de maní con sal o tome varios tragos de gaseosa. Si hay goles de “La Sele”, en medio de los brincos de celebración usted encontrará camino a la mesa de comida.
Pitazo final. El partido termina y, al parecer, la comida de la mesa también. Si le preguntan, usted no tiene idea de cuánto comió, ni en cantidad ni en variedad, pero, según López, bien pudo haber sido la cantidad de calorías y grasa que usted normalmente ingiere en un día. Tal vez más.
“Es un día aislado”, dice usted. ¿Pero realmente lo es? Quedan al menos dos partidos más de “La Sele” (no nos engañemos, seguramente hay comida pensada para durante o después del que será a las 4 a. m.) y a esto, advirtió López, se suma al hecho de que, por las fechas en las que se juega este Mundial, este se mezcla con las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, en las que ya de por sí es más fácil comer en exceso.
Hay dos factores más que pueden influir. La primera es la llegada del aguinaldo, donde la gente se da más permiso de gastar en comida, aunque no la necesite en tal cantidad. La segunda es que, luego de dos años de que se tuvieron celebraciones más modestas por la pandemia, es posible que la gente se quite la gana con fiestas más grandes... y con más comida.
“Desde niños nos enseñan a que las emociones y los festejos se acompañan con comida, pero eso es más social que realmente una necesidad biológica. El primer problema es que esto abre la puerta a excesos”, afirmó.
“El Mundial es todo un mes y las fiestas de fin de año muchas veces se extienden incluso hasta enero. Podemos en serio perder control y subir de peso y complicarnos”, añadió.
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En control
Para López, una de las formas más fáciles de encontrar el control y evitar comer en exceso y alimentos poco saludables es tener de previo un menú. No le pida a las personas con las que verá el partido que “lleven algo”. Si es así, es muy probable que las personas lleven más comida de la cuenta y no necesariamente de la más sana.
Por ejemplo, para el partido contra Alemania, que es a la hora de almuerzo, puede ponerse de acuerdo con sus compañeros de trabajo y, en lugar de que todos lleven lo que quieran o pidan algo no necesariamente muy saludable, busquen hacer algo. Una opción es hacer chalupas o tacos, se hace una lista de los diferentes ingredientes y se le pide a cada persona llevarlos en una cantidad que no sobrepase la cantidad de comensales.
Otro “tip” es armar platos y no dejar la comida a la libre en una mesa. De esta forma usted tendrá que caminar más para llegar donde está la comida.
“E intenten hacer algo de actividad física, por qué no, jumping jacks durante el juego, no necesita moverse de donde está, puede seguir viendo el tele pero al menos hace algo de actividad”, aseveró el nutricionista y psicólogo.
Si usted va a ir a un bar o restaurante, hay dos platillos que el especialista recomienda: el chifrijo y el ceviche. El primero es una comida completa con arroz, frijoles y una proteína, además del tomate y culantro. Prefiera pedir porciones de chicharrón con más posta que grasa. El ceviche también es una muy buena opción, especialmente si se deja con el sabor del limón, chile dulce, cebolla y culantro y no se busca aderezar con las salsas.
Otra opción está en comer antes o después del partido, ahí, con el plato al frente y concentrado en él es más fácil concentrarse en cada bocado, en una velocidad pausada y así nuestro cerebro podrá entender las señales de saciedad y no comer de más.
López aconsejó también no hacer este tipo de comidas todos los partidos, escoja unos pocos y deje los demás como si fueran un día normal.
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Ojo con las enfermedades crónicas
Si usted es diabético, hipertenso, o tiene problemas de colesterol y está medicado para mantener controlada su condición, es trascendental que no abandone el tratamiento, pero, además, que siga con las indicaciones de su médico sobre alimentación y actividad física.
Descompensarse puede tener daños para la salud de los pacientes, especialmente si estos malos hábitos comienzan con el Mundial y terminan con Año Nuevo.
“Recordemos que la mayoría de los medicamentos se toma en las mañanas, y los partidos, salvo uno, son en ese tiempo. Es necesario ser responsables”, destacó.
López concluyó que no se trata de satanizar la comida, es saber que todo exceso es malo, especialmente si se extiende más de un mes.
Puede celebrarse con comida, nada más es saber ganarle al autoengaño de las emociones del cerebro.
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