Las palabras “anticuerpos monoclonales” llevan aproximadamente tres décadas de escucharse entre profesionales de distintas ramas de la salud. Muchos las oyeron por primera vez en 2020, con la llegada de la covid-19, porque hubo terapias que buscaban controlar el virus con base en este tipo de anticuerpos, incluso una de estas fue utilizada por el entonces presidente estadounidense Donald Trump, en octubre de 2020, cuando se infectó.
Sin embargo, sus usos van más allá y podrían ser la respuesta (o un adyuvante) para el diagnóstico y tratamiento de algunas enfermedades en la sangre, como la leucemia.
¿Qué los hace tan importantes y qué usos se les puede dar? Para entender esto, primero debemos comprender el concepto. Los anticuerpos son parte importante de nuestro sistema inmunitario. Son proteínas que el sistema de defensas utiliza para identificar y neutralizar “objetos extraños”, como bacterias o virus.
Cuando se habla de anticuerpos monoclonales (mAb, por sus siglas en inglés) se necesita un laboratorio que ayude a llevarlos a “un nivel (o varios) más arriba”. Entonces, los anticuerpos monoclonales son proteínas artificiales que potencializan el sistema inmunitario y lo ayudan a combatir enfermedades.
Esta tecnología ya se aplica al tratamiento de algunos tipos de cáncer y enfermedades de la sangre, pero cada vez hay más posibilidades. Precisamene, los usos futuros figuraron entre los temas que médicos especialistas en hematología discutieron durante una reunión en nuestro país, el Hematomeeting 2023.
Rafael Alejandro Camero Del Vecchio, gerente médico senior de Oncología, Hematología y Especialidades de Asofarma, asociación organizadora de la reunión, explicó a La Nación los posibles alcances, pero también las limitaciones que todavía tienen.
“Se utilizan para muchas cosas. Cada célula tiene marcadores y receptores ayudan a que las células den una respuesta a un estímulo y esto sirve para diagnóstico y para terapia”, expuso el profesional.
Los usos
Estos son algunos usos mencionados por Camero:
Diagnóstico. Estos anticuerpos pueden servir como marcadores celulares para determinar qué tipo de célula se ve en cada examen de sangre. “Hay un estudio que se llama fenotipaje, que no es más que usar esos anticuerpos monoclonales para ver qué tipo de célula de sangre estás viendo; te da los diferentes tipos de células de sangre, que cada uno tiene funciones específicas”, precisó el especialista.
Este tipo de diagnóstico se usa con personas con VIH y con otro tipo de males inmunitarios.
Terapias dirigidas. También conocidas en inglés como target. Es usar el anticuerpo como una “flecha” cuyo blanco es el receptor de una célula. Esto puede estimular o inhibir acciones en las células. En leucemia y otros tipos de cáncer ayuda a disminuir la proliferación de células malignas. Lo anterior permite detener el crecimiento, bajar las probabilidades de reincidencia, y habría disminución de algunos efectos secundarios.
Adyuvancia. Tratamiento curativo de cáncer o metástasis en combinación con otros tratamientos. Esto aumentaría la sobrevida del paciente.
No es para todos
Aunque los anticuerpos monoclonales sí pueden ser una respuesta que marca diferencia para algunos pacientes, no es la mejor opción para todos.
“No todos los medicamentos son para todos los pacientes, ni todos los pacientes son para todos los medicamentos. Hay que individualizar cada paciente y ver cuál es, según lo disponible, el más adecuado”, comentó Camero.
“En algunos casos la quimioterapia y radioterapia son lo idóneo, y podrían usar estos anticuerpos en etapas futuras, pero no será en todos los pacientes”, subrayó el experto.
A futuro
Las investigaciones científicas están siguiendo los pasos para ver qué usos y aplicaciones puedan tener a futuro.
“La innovación es tener terapias más dirigidas, más específicas a nivel celular que mejoren la calidad de vida con menos efectos secundarios. No es lo mismo que la persona siga viva a que se mantengan con la mejor calidad de vida posible”, concluyó.
El especialista es consciente de que la ciencia es cambiante en el tiempo y, por eso, la investigación busca ir corrigiendo en el camino los posibles eventuales errores que pueda ir encontrando.