La pandemia trajo muchos cambios en la vida de todos, pero una de las más significativas fue nuestra relación con el tiempo: la forma cómo lo medimos, lo valoramos, lo priorizamos y el balance que hacemos entre nuestra vida laboral y la personal.
Pasados dos años de emergencia sanitaria, hay quienes retornan a la presencialidad laboral, con todo lo que esto implica, como desplazamientos y presas en las calles, pero muchos otros continúan en teletrabajo sin aprender aún a diferenciar sus espacios laborales, personales, sociales y de descanso.
Ese mal manejo del tiempo puede pasar factura en la salud mental y, poco a poco, en la salud física.
“Gran parte de nuestra salud y de nuestro bienestar pasan por nuestro manejo del tiempo, en cada persona es diferente y debemos conocernos bien para atenderlo”, manifestó Tammy Zúñiga, administradora de proyectos y coaching, quien como parte de su trabajo ayuda a las personas a manejar mejor su tiempo, a priorizar y distribuir y a decir “no” cuando deben hacerlo para ganar salud.
¿Por qué sentimos que el tiempo no nos alcanza? La experta señala que no hay una sola razón. Esto puede depender mucho de la persona, de las situaciones que esté pasando, de su alimentación, de la carga laboral, de la rutina que cada una tiene. También hay factores biológicos que pueden entrar en juego.
“Hay días en los que uno amanece con una energía y no sabe ni cómo hizo tanto en tan poco tiempo. Otros días sentimos que el mundo se nos está cayendo encima. A veces es nada más darle un cambio al chip y ser realistas de lo que debemos hacer”, manifestó.
En muchas ocasiones esto sucede porque ni siquiera tenemos claro lo que debemos hacer durante el día. “Si no sabemos ni lo que tenemos que hacer y no nos trazamos un plan, es como manejar una bicicleta con los ojos vendados. Puede ser que sin darnos cuenta estemos en una bicicleta estacionaria: haciendo un montón de esfuerzo y sin avanzar”, resumió.
“La percepción del tiempo es 100% personal. No es solo agarrar la agenda, no a todos les sirve. Pero sí todos debemos saber qué tareas tenemos para el día, si no las sabemos, ahí vamos a sentir que hay ratos muertos que no sabemos cómo aprovechar y que en otros momentos nos sintamos colapsados de pendientes porque la cantidad de responsabilidades nos sobrepasan.
“También hay otro factor que entra en juego: muchas de nuestras tareas a diario no solo dependen de nosotros y de nuestro tiempo, también del de los demás. No son pocas las ocasiones en las que no podemos comenzar una labor sin que alguien nos entregue algo que depende de su tiempo: información, una parte de un trabajo, un insumo. Y un atraso en ellos puede atrasarnos a nosotros, pero debemos estar preparados para ello también”, dijo.
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Esclavos del tiempo
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Intentar rendir al máximo en todos los campos: trabajo, familia, pareja, pasatiempos y asuntos personales nos ha vuelto esclavos del tiempo, y eso nos expone a riesgos para la salud propia, para el rendimiento laboral y para el disfrute social.
De acuerdo con la especialista, estas serían las principales consecuencias de un mal manejo del tiempo para nuestra salud.
- Pérdida de nuestra salud mental y emocional: estaremos más estresados, más cansados, más angustiados y con mayor ansiedad.
- Falta de control sobre nuestra forma de distribuir el tiempo y las actividades que debemos hacer durante el día.
- Mayor riesgo de trastornos depresivos o crisis de ansiedad o trastorno de estrés postraumático.
- Mayores probabilidades de síndrome de burnout o síndrome del quemado.
- Problemas de sueño.
- Problemas digestivos o de dolor.
“Si se acumula el problema o se convierte en algo muy serio, estamos hablando de un montón de situaciones que se pueden generar y perjudicar nuestra salud y también impactar en quienes están a nuestro alrededor”, destacó.
Para evitar todo esto primero es vital saber cuándo tenemos un problema. Para ello, Zúñiga apunta algunas señales que pueden ser indicativas de que no manejamos bien el tiempo.
- Sensación constante de angustia.
- Sensación de falta de control de las cosas que pasan. Se siente que las cosas nos controlan y no nosotros a ellas.
- Trabaja en los temas urgentes y siente que no tiene tiempo para los importantes no urgentes ni para su tiempo libre.
- No puede decir que no a nada.
- No saben delegar.
- Comienzan a faltar con los compromisos que habían hecho.
- Sensación de estrés en aumento, dolores físicos también aumentan.
- Falta de sueño, ya sea porque por hacer pendientes no se duerme o porque la angustia dificulta el sueño
“Si trabajás nada más en lo urgente estás apagando incendios. Es muy desgastante, cansado y, por lo general, si apagás un incendio en un lado se te forma uno en otro lado”, recalcó la especialista.
¿Qué hacer?
Una vez que se tiene diagnosticado el problema, viene el trabajar en soluciones, las cuales, advirtió Zúñiga, deben adecuarse a cada persona, porque cada uno de nosotros percibe el tiempo de forma distinta y todos tenemos estímulos y motivaciones distintas para distribuir las mismas 24 horas del día.
“Todas las personas somos diferentes, y todas vamos a manejar el tiempo diferente. Cada persona tiene un sistema propio, para algunos una agenda es lo mejor, para otros el teléfono con todas la aplicaciones, otros lo escriben, pero no podemos medir la capacidad comparándonos con otra persona”, aseveró.
Lo más importante es tener primero un proceso de autodescubrimiento. La experta compara este proceso con el inicio de una cita con un profesional en Nutrición en donde se le pide a la persona anotar detalladamente lo que come durante una semana. De la misma forma, ese proceso de autoconocimiento de a qué destinamos cada una de las horas que estamos despiertos es importante para conocernos, saber en qué momentos del día somos más productivos, cuándo necesitamos hacer un alto, y cuándo estamos malgastando el tiempo o no dándole el mejor uso.
Y es necesario hacer eso durante la semana completa, porque no es lo mismo un fin de semana que entre semana, o un día que se está llevando un curso versus los días que no, o el día en que siempre hay reuniones sobre un tema en el trabajo. Anotarlo todo es necesario porque difícilmente al final de la semana va a tenerse una idea detallada de lo que se hizo durante todo el primer o segundo día.
“Es un ejercicio en el que uno debe ser muy sincero con uno mismo y empezar a conocerse. Ver cuán flexible puede ser uno, qué horarios son los que más le sirve”, afirmó.
Con base en eso, se va a un proceso de prueba y error de ver qué sirve y qué no: si una agenda, un sistema de alarmas al celular, una pizarra, o notas con post-its.
Hay profesionales que ayudan a las personas a distribuir mejor su tiempo de acuerdo con sus necesidades, pero también ayuda este autoconocimiento para entender dónde está el problema y con base en eso plantear soluciones.
En resumen:
- No se compare con otras personas.
- No se compare con usted mismo cuando tenía 15 años o cuando tenía un tipo de trabajo diferente o cuando tenía otras condiciones de vida.
- Sea consciente de cuándo son cosas que dependen solo de usted o cuándo hay otras que dependen también del tiempo de los demás y de coordinar agendas.
- Busque cuándo pueda realizar dos cosas al mismo tiempo: salir a caminar con amigos, para así hacer ejercicio y tener tiempo de calidad con ellos, por ejemplo.
- Conózcase y aprenda sus horas de mayor y menor producción.
- Aprenda a hacer altos durante el día, aunque sean de un par de minutos.
- Busque qué le sirve más y mejor para organizar su tiempo.
- Sepa cuándo delegar responsabilidades.
- Aprenda a decir no.
- Dedíquese tiempo a usted y a lo que le gusta, reserve ese tiempo de manera prioritaria en su agenda, aunque eso implique disgustos con otras personas.
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