Ese típico “respire” que empleamos como santa palabra en momentos de crisis, no tiene un sentido figurado.
Respirar conscientemente, para relajarnos, permite un mejor control de las emociones y, por ende, el manejo de situaciones cotidianas como el estrés. Todo, con el objetivo de lograr una mayor sensación de bienestar.
Pero, ¿no es respirar una acción involuntaria que, si no efectuamos, moriríamos? Cierto; pero, aprender a controlar ese acto instintivo puede darle valor agregado al concepto de supervivencia que lo rodea.
Más que un instinto. La respiración es la entrada de oxígeno al cuerpo. Al hacerlo pausadamente, los sistemas, sobre todo el nervioso, trabajan mejor.
“Es nuestro regulador natural. Cuando oxigenamos el cerebro, las conexiones empiezan a hacernos más eficientes. Por ejemplo, la presión sanguínea fluye más”, asegura Jimena González, consultora en psicología organizacional de la empresa Uno Plus.
Luis Diego Cob, coordinador de la fundación El Arte de Vivir, una organización mundial que imparte talleres para el bienestar integral, opina parecido.
“La respiración es la base de la energía. Aprendemos a respirar en función de nuestras emociones, pero debería ser a la inversa: prepararnos para respirar correctamente, dependiendo de si estamos muy estresados o no, porque con cada emoción uno respira diferente”, agrega.
Según el experto, las técnicas de respiración garantizan personas más felices y plenas, con mayor salud mental y física.
Del mismo criterio es el psicoterapeuta Rafael Cordero, quien estima que el objetivo es aprender a activar la respiración en momentos clave.
“La idea es hacerlo conscientemente, cuando se está en una presa, en una fila, antes de dormir y no solo en un momento de estrés o de ansiedad. Lo importante es crear el hábito”, dice.
Aunque tiene bases distintas con respecto a la concepción del término respiración, José Rojas, médico internista y neumólogo del hospital México y de la Clínica Bíblica, considera que las técnicas son beneficiosas.
“Sí creo que las respiraciones lentas y profundas, al meditar, pueden ayudar a alcanzar bienestar. Sin embargo, cuando se deja de pensar en eso, el proceso se modifica, por un asunto de consumo de oxígeno del cuerpo”, profundiza el médico.
Según el experto, hábitos saludables como no fumar, la actividad física y una buena alimentación vienen a ser fundamentales para cuidar el sistema cardiorrespiratorio.
La ciencia lo prueba. Existe respaldo científico en torno al hecho de que respirar correctamente proporciona bienestar.
Una prueba de ello es el mindfulness o la atención plena, un tipo de meditación basada en tomar conciencia del momento presente, de la realidad.
Un estudio del 2013, publicado por Brown University, reveló que esta técnica ayuda a sobrellevar el pánico crónico y la depresión. ¿Cómo? Centrando la atención en puntos focalizados en el cuerpo y ayudándose por medio de la respiración.