El cáncer es una de las enfermedades más comunes y la segunda causa de muerte en Costa Rica. Sin embargo, esta realidad no impacta de la misma forma a todo el territorio.
Para conocer de cerca las diferencias, un grupo de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas (ACIB) analizó la mortalidad de diferentes tipos de cáncer en zonas rurales y urbanas, así como en poblaciones de alto y bajo poder adquisitivo. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista Cancer Epidemiology.
“Nos interesaba ver si existen patrones de inequidades socioeconómicas en mortalidad por cáncer. En la literatura científica previa se ha reportado que hay mayor probabilidad si se proviene de estratos socioeconómicos más bajos”, manifestó la epidemióloga Cristina Barboza Solís, investigadora de la UCR.
Para llegar a estas conclusiones, los autores tomaron los datos de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que incluyen tanto la causa de muerte como el distrito donde vivía la persona, y según esto se clasificó en rural, urbano o mixto. Para categorizar la pobreza, se usó el factor de Necesidades Básicas Insatisfechas del INEC, que incluye el acceso a vivienda digna, vida saludable, educación y otros bienes y servicios.
Se analizó la mortalidad por cáncer en cada uno de estos sitios y se comparó para determinar si algún patrón de mortalidad era más frecuente en ciertas zonas rurales en comparación con las urbanas, o bien en zonas ricas en comparación con zonas pobres.
Rolando Herrero Acosta, investigador de la ACIB, aclaró que no pretendieron ver letalidad (cantidad de personas que tienen cáncer y mueren a causa ,de sus complicaciones) sino la mortalidad (cantidad de personas en una población que mueren por cáncer).
“Las estimaciones y promedios del cáncer usualmente se presentan como de todo el país y eso esconde las diferencias. Puede haber zonas o agrupamientos donde hay mayor riesgo que en otros. Un ejemplo típico es el cáncer de estómago, que viene bajando, pero siempre ha sido un cáncer más ligado a la pobreza y a la ruralidad. Por eso es necesario hacer análisis dentro del país, para ver dónde hay más focos que deben atenderse”, explicó el científico.
En ese sentido, añadió Barboza, cuando se ve por diferentes grupos de personas o subgrupos de población que se diferencian socioeconómicamente, se observan las diferencias y las inequidades.
Categorizar el cáncer
Herrero recordó que el cáncer en realidad es un término que se usa para describir cientos de enfermedades diferentes que pueden tener distintos detonantes. Por eso, se buscó agrupar los tumores según esas características, para luego comparar la mortalidad.
Hay tumores asociados con estilos de vida. Por ejemplo, el fumado está asociado con cánceres de pulmón, páncreas, riñón y vejiga; la obesidad es factor de riesgo para 13 tipos de cáncer, y el consumo de licor está relacionado con cáncer de hígado.
Otros tumores tienen como detonante la exposición a algunos agentes infecciosos, como el virus del papiloma humano (VPH) y el cáncer de cérvix, ano, pene, orofaringe y ovario; la bacteria Helicobacter pylori con el cáncer de estómago, o el virus hepatitis B con el cáncer de hígado.
En otros casos, más bien es la detección tardía, complicada por inequidades en el acceso a los sistemas de salud o a programas de tamizaje, lo que provoca una mayor mortalidad por la enfermedad.
Se analizó la mortalidad previa a la pandemia, entre los años 2010 y 2018 y se tomaron en cuenta los tumores con más de 500 muertes en ese periodo para analizarlas por sexo. En los hombres, los tumores con mayor mortalidad fueron los de estómago, próstata y colorrectal, mientras que en las mujeres fueron los de mama, colorrectal y estómago.
Los tumores de estómago, colorrectal, próstata, mama y pulmón representaron el 48% de los decesos.
¿Cómo es la mortalidad por cáncer según las zonas?
Barboza explicó que al dividir el país en zonas urbanas y rurales, la mortalidad por cáncer fue menor en las zonas rurales para páncreas, pulmón, mama, próstata, riñón y vejiga. En cambio, el cáncer de estómago presentó mayor mortalidad.
Cuando se vio por condición económica, el cáncer de estómago, pulmón y cérvix eran más mortales en las zonas desfavorecidas. En cambio, el linfoma no Hodgkin, la leucemia y el cáncer colorrectal son más mortales en los distritos más ricos.
“Costa Rica se comporta diferente a lo reportado en otros países. En general, las personas que viven en las zonas rurales tienen mejores condiciones de salud, pero también tiene que ver con la distribución de ciertas bacterias o virus que exponen a los individuos a ciertos tipos de cáncer”, destacó Barboza.
Por ejemplo, Costa Rica tiene más mortalidad por cáncer de estómago, porque su incidencia es mayor, pero el cáncer de pulmón, relacionado con el tabaquismo, viene bajando y se ve menos que en otros países de América Latina. Para los científicos, la Ley Antitabaco incidió.
Los investigadores citaron varios ejemplos. En los relacionados con estilos de vida, Herrero manifestó que en las zonas rurales, la dieta es generalmente más saludable y se hace más actividad física, por lo que el impacto de la obesidad es menor. Por eso, en las zonas urbanas los tumores como mama y colorrectal son más comunes.
En los relacionados con agentes infecciosos, Barboza apuntó que la distribución de la bacteria Helicobacter pylori, relacionada con el cáncer de estómago, puede ser mayor en zonas rurales.
Herrero afirmó que ahora el acceso a servicios de salud alcanza sitios adonde antes no se llegaba.
Sin embargo, el estudio señala que el cáncer de cérvix es más común en las zonas más desfavorecidas. Esto puede deberse a que la vacuna contra VPH ingresó en el 2019 a la seguridad social, y antes de esto, solo quienes podían pagarla tenían acceso a ella en el mercado privado.
Para Herrero, esto también habla de la transición epidemiológica del cáncer, donde los cánceres relacionados con agentes infecciosos se vuelven más comunes en sitios rurales y más empobrecidos, y los relacionados con estilos de vida se ven más en las zonas urbanas y más enriquecidas.
Barboza indicó que estos resultados desnudan inequidades, por lo que políticas públicas que busquen cerrar tales brechas pueden ayudar.
Impacto en incidencia y sobrevida del cáncer
Anteriormente, un estudio de la UCR en el que también participó Barboza, exploró la incidencia (número de casos nuevos por año) y la sobrevida a cinco años de estas personas. Los resultados también se publicaron en la revista Cancer Epidemiology.
Dentro de las variables, se tomaron en cuenta edad al momento del diagnóstico, sexo, el sitio del cáncer y el año del diagnóstico, así como la fecha de muerte, en el caso de los pacientes fallecidos.
Barboza manifestó que no se vieron inequidades socioeconómicas en la incidencia, pero sí en la sobrevida. Por ejemplo, la sobrevida cinco años después del diagnóstico fue de 71% en las áreas más favorecidas y de 66% en las menos favorecidas.
“Las inequidades se revelan en la sobrevida. Hay personas que, por su nivel socioeconómico, tienen un diagnóstico más temprano, mayores oportunidades y, por ende, mayor sobrevida que las personas que tienen menores recursos”, señaló la investigadora.
Para Herrero, es necesario que haya más investigaciones para hacer tamizajes programados según los factores de riesgo en cada zona.