Reinier Agüero, de 21 años, escuchó que tenía cáncer medular en la glándula tiroides (la que regula el metabolismo del cuerpo) el año pasado. Este 2017, supo que presentaba metástasis (el tumor se había esparcido) en los ganglios linfáticos.
"Fue una noticia muy impactante. Uno jamás se imagina escuchar la palabra cáncer a estas edades. Sí, a veces es complicado, porque yo vivo bastante lejos, en Santa Teresita de Turrialba. Tengo que caminar media hora para tomar el bus que me lleva a Turrialba y los buses no salen muy seguido, y luego venir hasta aquí (Hospital Calderón Guardia)", manifestó el joven, quien aún así dijo estar tranquilo.
Él no es el único muchacho que se enfrenta a una realidad como esta. Datos del Registro Nacional de Tumores señalan que en el 2014 (año más reciente para el cual hay datos) 226 jóvenes (133 mujeres y 93 hombres) fueron diagnosticados con algún tipo de cáncer.
Si se toman en cuenta las personas hasta los 34 años, el número puede subir a cerca de 800.
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Por cada hombre al que se le diagnostica este mal, hay 1,5 mujeres que se enteran de que son pacientes oncológicas.
Sin embargo, ellos se enfrentan más a la muerte que ellas: en el 2015 (último año con datos disponibles), el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Cenac) reportó la muerte de 36 hombres y 20 mujeres.
Con mayor frecuencia
Los tumores en los genitales son los primeros en la lista. En los jóvenes aparece en los testículos; en las muchachas, el cáncer más común es el de cérvix. La tercera parte de los casos nuevos de tumores entre las jóvenes es de este tipo.
En el tercer lugar, dentro de la población femenina, destaca el cáncer de ovario.
Otros tumores frecuentes en ambos sexos son el de tiroides, las leucemias (en la sangre) y los osteosarcomas (en el hueso).
Si bien, en ese rango de edad, el cáncer es más común en las jóvenes que en los muchachos, las muertes son más frecuentes en varones porque el cáncer de testículo es más agresivo.
¿Cómo es el cáncer en estas edades?
Diana Zamora y Rónald Badilla, oncólogos del Hospital Calderón Guardia, explicaron que en estas edades son muy comunes los tumores por origen genético –ya sea hereditario o porque se desarrolló una mutación–, y en algunas ocasiones estos pueden ser más agresivos.
No obstante, destacan que la supervivencia ha aumentado con los años, lo cual acarrea nuevos desafíos, como una posible infertilidad o el que deban someterse a amputaciones (como quienes desarrollan cáncer de hueso en una pierna).
"Hemos tenido futbolistas o balletistas que han tenido que adaptarse a vivir de forma diferente, pues se les tuvo que amputar una pierna", comentó Zamora.
El impacto emocional de este mal en la adolescencia e inicio de la vida adulta también es mayor.
"A esas edades la vanidad, es muy alta y para muchos de ellos el verse sin cabello o debilitados por la enfermedad es un impacto significativo", destacó Zamora.
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Sin embargo, Badilla indicó que estos pacientes también suelen madurar de forma rápida e incluso terminan tranquilizando a sus padres.
Un espacio para los jóvenes
Luego de los 15 años, la gran mayoría de pacientes con cáncer pasan a recibir tratamiento en un hospital de adultos, realidad que a veces puede ser "chocante" para muchos jóvenes, quienes deben compartir habitaciones con personas que tienen realidades ajenas a las de ellos.
Por este motivo, la organización Proyecto Daniel ha buscado llevar a los adolescentes y adultos jóvenes espacios para que puedan recibir su tratamiento en los principales hospitales de Costa Rica. El primero en sumarse fue el Hospital San Juan de Dios, en el 2012, y luego el México, en el 2013. Este miércoles el Hospital Calderón Guardia se unió a esta iniciativa.
Precisamente, Reinier Agüero fue de los primeros en usar los cuartos diseñados para esta población en el Calderón Guardia. En estas salas –una para hombres y otra para mujeres, cada una con dos camas–, los pacientes cuentan con camas eléctricas (que pueden acomodarse en varias posiciones, para más comodidad), sillones para su acompañante y paredes decoradas con motivos musicales.
Todo esto tuvo un costo de $70.000 (unos ¢36 millones).
Los cuartos también cuentan con una sala común en la que hay televisor, conexión a Internet y escritorios para estudiar.
"Este lugar es mucho más bonito. Hasta tiene una vista agradable, se ven las montañas y los edificios altos", manifestó el joven.
A su lado, Rafael Martínez, de 15 años, expresó lo mismo: "Los cuartos son muy cómodos, me gustan mucho".
Los médicos insisten en la importancia de estos espacios para los pacientes de esta edad.
"Entre ellos mismos se entienden mejor y se dan apoyo. Tienen muchas cosas en común, el tenerse cerca los ayuda a seguir adelante", dijo Badilla.
Zamora agregó: "Los jóvenes tienen otras necesidades. Esto nos permite darles un tratamiento mejor, hay más camas disponibles. Incluso uno a veces los llama y les dice: 'te tengo cama', y de inmediato se quejan si es una que no tiene el tomacorriente cerca para cargar el celular, porque para ellos eso es importante".
Para Ligia Bobadilla, presidenta ejecutiva de Proyecto Daniel, estos cuartos son un oasis que permite a los jóvenes tener un mejor tratamiento.
El Proyecto Daniel nació gracias a la idea de un joven al que le diagnosticaron cáncer de hueso a los 15 años. Daniel murió a los 19 años, pero su sueño siguió vivo, de la mano de su madre y otros jóvenes con cáncer.
"Afecta mucho si se pone a un joven a compartir un cuarto con personas mayores, con las que no tienen cosas en común, y hasta le toca verlas morir. Esas experiencias pueden afectarlos porque les quitan las ganas de luchar. La depresión no es buena en estos pacientes", argumentó Bobadilla, madre de Daniel y líder del proyecto.
Hoy, el sueño de Daniel ya beneficia a otras personas como él, no solo con habitaciones, si no a través de congresos donde los jóvenes pacientes reciben charlas y comparten experiencias. También participan de un campamento anual y hasta de fiestas adaptadas a sus necesidades.