El 4 de julio de 1991, Blanca Vega fue sometida a la última esperanza para salvar su vida: un trasplante de corazón. Era el segundo que se realizaba en el país pues el primero había sido realizado a Juan Rueda, quien murió un año después de recibir un nuevo corazón.
Hoy, 20 años después, esta mujer de 59 años, quien sufrió de enfermedad coronaria –mal cardíaco y circulatorio que la exponía a infartos y ponía en riesgo su vida– cuenta que lleva una vida normal y que no volvió a sentir los dolores en el pecho, comunes antes del trasplante.
Según dijo Juan José Pucci, cirujano torácico del Hospital México, los trasplantes de corazón se afinaron en 20 años, pero los males cardíacos cada vez son más serios y exigen técnicas rigurosas.
Este es mi otro cumpleaños. En 20 años he sido feliz. He trabajado, he amado y me mantengo activa. Algo que nunca habría hecho si no me hubiera operado.
Antes no podía ni caminar 10 pasos porque ya me cansaba y me dolía el corazón. Ahora hasta cuido gallinas y perros.
”Antes, los dolores eran muy fuertes y desde que recibí el corazón ya no los tuve. Hasta desperté de la operación muy animada y sintiéndome nueva. El trasplante no me dio otro corazón, me dio otra vida. Una vida normal y saludable”.
El fue mi papá; él siempre se preocupó por mí. Celebrábamos todos los 4 de julio mi aniversario de trasplante como si fuera mi cumpleaños. Fue la primera persona en celebrarme el cumpleaños.
”Él murió el año pasado y lo extraño mucho. Nunca lo voy a olvidar. Gracias a él estoy aquí.
”Cuando salí del hospital, fue mas cercano a mí. Una vez llegó a mi casa, estuvo con mi marido sembrando en una finca que tiene. Después estuvo tomando agua de pipa en mi casa, porque le gustaba.
“Estábamos más unidos que cuando estábamos en el hospital.”
Yo ahora barro, limpio y hago todo, pero no rápido, como hacía antes. Dicen que el que mucho corre pronto para, y eso me pasó a mí; entonces, yo ya no corro.
Mi consejo a todas las personas es que se cuiden; si están enfermas pues mucho más. Un trasplante no es un gasto como un par de zapatos, es mucha plata y, si uno no paga un cinco, tiene que agradecer. Hay que cuidarse mucho, mucho, mucho para vivir mucho tiempo.
Conocí a mi compañero cinco años después del trasplante. Ahorita tenemos 15 años juntos y la verdad es que he sido feliz. Soy feliz.