Luego de recibir la vacuna bivalente contra la covid-19, podría ser que usted se pregunte si esta es la última dosis que deberá aplicarse en su vida contra esta enfermedad o si tendrá que buscar un refuerzo cada cierto tiempo o si solo las personas de más riesgo deberán seguirse inoculando.
Para cada persona podría haber respuestas diferentes dependiendo de factores como edad, estado de salud, y nivel de exposición. También deberán ajustarse a la dinámica de un virus cambiante que todavía circula mucho, pero que por sus características ya no constituye una emergencia de salud pública de preocupación internacional.
En busca de algunas luces, La Nación consultó con la doctora en virología Eugenia Corrales Aguilar; con la especialista en Salud Pública María del Rocio Sáenz, exministra de salud y expresidenta ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS); y con voceros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También habló con representantes de las casas farmacéuticas que fabricaron dos de las vacunas que se han colocado en Costa Rica: Alejandro Cané, jefe de asuntos científicos y médicos para América del Norte de la División de Vacunas de Pfizer, y Rolando Pajón, director científico y médico para América Latina de Moderna.
“No me imagino que esta será la última, pero tampoco una que se coloque todos los años para toda la población. Necesitamos una discusión sobre actualización de esquemas según grupos poblacionales. Es un trabajo que debe hacerse y comunicarse con claridad”, resumió Sáenz.
En Estados Unidos, en enero comenzó a discutirse si cada otoño deberían actualizarse las dosis, para así evitar olas en invierno, pero esta es una discusión que todavía no ha dado frutos. Una de las razones es que no se ha determinado si el virus es estacional o permanecerá todo el año.
En resumen, se depende de tres factores:
- Los factores de riesgo de cada individuo.
- La dinámica del virus y su evolución.
- La disponibilidad de vacunas.
No hay ‘tallas únicas’
Todos los profesionales consultados por La Nación coinciden en tres conclusiones: la primera es que las priorizaciones para aplicar las próximas dosis no serán tan “a rajatabla” como lo fueron con los primeros vacunados.
“La priorización de los grupos de riesgo respondió (al inicio) proteger primero a los más vulnerables: adultos mayores y trabajadores de la salud, pero también respondió a que no había una producción mundial de vacunas que permitiera que todos nos vacunáramos simultáneamente”, manifestó María del Rocío Sáenz.
La segunda conclusión es que ya no veremos campañas masivas en centros comerciales u otros sitios públicos como se vieron en 2021. La tercera es que no todas las personas van a requerir lo mismo. La obligatoriedad en adultos no aplicaría, a no ser que trabajen directamente en el área de salud.
“Las vacunas que se pusieron en Costa Rica cumplieron su cometido: que la persona no terminara en cuidados intensivos y que, si lo hacía, no muriera”, especificó la viróloga Eugenia Corrales Aguilar.
“Si nos vamos a tener que vacunar una vez al año o una vez cada dos o tres años, yo lo dudo. Es mi opinión. Porque uno no está viendo en las personas que tienen tres dosis un brote muy grande o que terminen en cuidados intensivos o que colapsen los hospitales”, añadió.
Corrales y Sáenz coincidieron en que podrían ser necesarias vacunas actualizadas más frecuentemente en población de riesgo y de forma voluntaria, como sucede con la influenza: trabajadores de la salud, adultos mayores, personas con problemas inmunitarios y con enfermedades crónicas.
Por su parte, Alejandro Cané, de Pfizer, señaló que siempre habrá personas con más riesgo de complicarse y morir que otras, especialmente en quienes tienen comorbilidades.
En cambio, Rolando Pajón, de Moderna, fue quien más enfatizó en que la respuesta no es la misma para todos. Según su opinión, los adultos mayores sí necesitarían una actualización anual; eso también podría ser así para quienes tienen enfermedades crónicas.
“Donde sí se hace más difuso es en personas menores de 55 años que sean saludables. Ahí pensamos que no, ¿qué necesidad de ponerse una vacuna al año? La respuesta inmune inevitablemente va a descender, el virus inevitablemente va a cambiar, usted seguramente necesitará actualizarla en algún momento, pero para eso pasará tiempo, no sabemos cuánto”, reconoció Pajón.
La situación con los niños sería muy similar a la de los adultos saludables: un esquema inicial a partir de los 6 meses de vida y, luego de eso, un refuerzo cuando el virus cambie lo suficiente como para realizar una modificación en la vacuna.
La Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) incluso estudia la posibilidad de aplicar dos dosis al año a quienes tengan problemas inmunitarios serios (como los trasplantados de órganos).
El virus y sus cambios
Corrales es enfática en que, a diferencia del virus de la influenza, que tiene muchas más variantes y muta más rápido, el virus SARS-CoV-2, responsable de la covid-19, no tiene las mismas características.
Según la viróloga, al principio se vio que las mutaciones de este virus eran muy rápidas, pero aclaró que ese comportamiento iba de la mano con que había mucha transmisión. Los modelos matemáticos dicen que hay un 20% de riesgo que de omicron salga otra variante que genere preocupación.
De momento, enfatizó la científica, las vacunas actuales siguen protegiendo de severidad ante el virus.
Pajón también consideró la diferencias entre ambos virus, pero él se enfocó en las manifestaciones clínicas: “covid no es influenza. Covid te hospitaliza con mucha más frecuencia que la influenza. En todos los grupos de edad”.
¿Cómo saber si surge un “escape” de una variante que logre burlar a las vacunas? Pues con análisis genómicos. “Hay países que harán muestreos aleatorios en los aeropuertos para ver si surgen nuevas variantes. Van a estar muy vigilantes de eso”, manifestó Corrales.
Para ello, la OMS y diversos centros de investigación en el mundo tienen una vigilancia que indica cuánto está mutando el virus. Por otra parte, las estadísticas de hospitalización y muertes podrían ir indicando cuándo la vacuna deja de proteger.
Actualizar vacunas
Los laboratorios farmacéuticos también realizan sus propios análisis para saber cuándo es momento de crear una nueva versión del biológico anticovid.
“Lo primero es medir la eficacia de la vacuna. Eso implica un trabajo en el mundo real, analizar cómo la vacuna que tenés protege contra hospitalización y muerte ante las variantes que están funcionando. Tenemos alianzas con hospitales y sistemas de salud. Si vemos que la protección baja y es menos de 50%, pensamos que ya es hora de cambiar”, destacó Cané.
Si eso sucede, se analizará junto con las secuenciaciones genómicas del virus, cuáles variantes serán las responsables de esta baja en la protección y, con eso, el laboratorio estará informado para generar nuevas vacunas.
Las autoridades de salud también van guiando el camino. Este 18 de mayo, la OMS emitió un comunicado en el que daba sus recomendaciones a futuro para las vacunas contra covid-19. Esta misiva se basó en las recomendaciones del Grupo Técnico Asesor en la Composición de Vacunas de Covid-19 (TAG-CO-VAC, por sus siglas en inglés).
Con base en la circulación actual del virus, los expertos recomiendan que las nuevas formulaciones de la vacuna sean monovalentes (es decir, con solo una variante) y que esa variante sea del linaje (o subvariante) XBB.1, y dan como ejemplo el XBB.1.5, la de mayor circulación en Costa Rica.
Los últimos análisis genómicos realizados en suelo costarricense y que datan de finales de abril señalan que el 100% de las muestras analizadas corresponden a la variante XBB.1.5.
Pajón y Cané coincidieron en que con la tecnología del ARN mensajero eso es mucho más rápido actualizar las formulaciones y en cuestión de unos tres meses tener nuevas vacunas.
“No tenemos que producir virus nuevos ni purificación ni nada. Lo único que cambia es la secuencia genética del virus que se introduce en la vacuna”, resumió Pajón.
A futuro
¿Para cuándo la nueva vacuna? La OMS no aconsejó plazos en sus recomendaciones.
¿Para quiénes? Eso cada sistema de salud lo definirá (en el caso de Costa Rica, la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, CNVE). El que puedan comprarse en mercado privado dependería de la producción mundial.
¿Cada cuánto habrá que vacunarse? De momento, no hay consenso; por ahora se habla de esquemas de tres dosis y un refuerzo de vacuna bivalente y no se prevén cambios a corto plazo.
Sin embargo, para cuando llegue el momento, deberán enfrentarse con otro reto: el de personas que no querrán la vacuna, aun cuando tengan factores de riesgo. A inicios del mes de mayo, más de 1,5 millones de personas que podían recibir su tercera dosis contra la enfermedad no la habían recibido.
“Es clave seguir insistiendo en que la vacuna es segura y puede librarlos de complicaciones y de morir”, dijo Cané.
“Deben tomarse decisiones claras sobre los pasos a futuro y comunicarse de manera clara, por el bien de la salud pública”, concluyó Sáenz.
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