El aumento de la temperatura, debido al calentamiento global, hará que los costarricenses se vean más afectados por enfermedades transmitidas por mosquitos, contaminación del aire y falta de agua y alimentos.
Dengue, malaria, Chagas, leptospirosis, hantavirus, diarreas, alergias y asma encabezan la gran lista de males que empeorarán por el aumento en las temperaturas del planeta en los próximos 90 años.
El ejemplo más claro y contundente es el del dengue. El mosquito transmisor de este mal, el Aedes aegypti , es un amante del calor. Por ello, prefiere habitar las zonas tropicales y costeras.
Sin embargo, con el aumento de temperaturas, el mosquito ha ido encontrando el calor que le gusta en zonas más altas.
Esto ya se observa en Costa Rica. En la década de los años 60 el Aedes aegypti fue erradicado del territorio nacional.
Sin embargo, volvió. En 1993, el Ministerio de Salud registró en Puntarenas casos de dengue en el país, pero sus estudios también detectaron al Aedes aegypti en ciudades del Valle Central ubicadas entre los 1.100 y 1.200 metros de altitud, como San José.
Eso alertó a los salubristas pues el insecto no solía vivir más allá de 1.000 metros de altura.
¿Por qué sucedió eso? La causa está en el aumento de la temperatura, lo que convirtió a las tierras altas del país en un ambiente apropiado para hospedar al mosquito transmisor.
Según datos del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), las temperaturas en el Valle Central aumentaron tres grados Celsius en los últimos 30 años.
Con el aumento de tres grados Celsius más en la temperatura del país, según se proyecta para los próximos 90 años, el mosquito encontrará más espacios para habitar.
Un estudio del Instituto de Investigación Oswaldo Cruz, de Brasil, señala que con un aumento de tres grados Celsius el mosquito conquista 500 metros más de altura para su hábitat.
Eso significa que para el año 2100, el Aedes Aegypti habitará hasta los 1.700 metros de elevación, altitud a la que se encuentra la región de Los Santos, en San José, o Fraijanes, Alajuela, por ejemplo.
El caso de Costa Rica no es aislado. Diferentes estudios confirman que el cambio climático propicia el paso de los mosquitos de tierras bajas a zonas altas.
En el mundo. En el caso del Aedes aegypti , su presencia se reporta a 2.121 metros de elevación en India, a 2.400 metros de altitud en África y a 2.200 metros de elevación en Colombia.
También hay cambios en el hábitat del mosquito transmisor de la malaria, Anopheles gambiae , en regiones de África y Suramérica.
En Costa Rica aún no hay registros de cambios en el patrón de este insecto que, por ahora, está en tierras bajas, como Matina, Limón.
“Los insectos son extremadamente sensibles al cambio de temperaturas (...) Nuestros estudios en África y América del Sur sobre malaria y dengue encontraron que se adaptaron a ambientes más altos y aceleraron su tiempo de reproducción”, alertó Paul Epstein, del Centro para la Salud y el Ambiente Global de la Universidad de Harvard.
Diarreas y asma. Las diarreas y el asma son dos males que también están relacionados con los efectos del cambio climático.
Las alteraciones en las lluvias (sequías e inundaciones) provocarán escasez de agua y alimentos. Esto facilitará la propagación de virus y bacterias que causan diarreas en niños y adultos.
Por ejemplo, el Hospital Nacional de Niños (HNN) atiende 1.000 casos al mes en el período pico de diarreas.
Esa cifra aumentará conforme el termómetro marque más grados. Un estudio hecho en el 2000 en Perú demostró que se da un incremento de 8% de los casos de diarrea por cada grado de aumento en la temperatura de la ciudad.
Si ese escenario se cumpliera acá, para el año 2100 se daría un aumento del 24% de los casos de diarreas en el país.
El asma y las alergias respiratorias también podrían aumentar debido a que existe mayor concentración de partículas contaminantes emitidas por autos e industrias.
Esto activa las alergias en quienes tienen la susceptibilidad.
Un estudio del HNN comprobó que los enfermos de asma menores de 14 años pasaron de 23% en 1989 a 33% en el 2003.
El crecimiento de estas enfermedades conlleva grandes gastos.
A junio de este año, la Caja Costarricense del Seguro Social invirtió ¢1.000 millones en la atención de enfermos con dengue, epidemia que suma 12.814 enfermos de enero al 11 de agosto de este año.
Además, atender cada año a los 160.000 asmáticos bajo tratamiento cuesta ¢8.000 millones.
Ante este panorama, las estrategias de prevención y mitigación se centran en establecer políticas para proteger el ambiente, disminuir la contaminación y educar en la prevención de enfermedades.
Por ahora, eliminar criaderos del mosquito es la mejor estrategia para evitar más casos de dengue.