El cambio climático afecta directamente la salud del medio ambiente, pero también de las poblaciones y de cada persona. Esto puede verse desde la aparición de enfermedades infecciosas que antes no se veían, hasta la dificultad de cultivar los alimentos, pasando por el desarrollo de algunas enfermedades crónicas.
“El cambio climático afecta todo alrededor de lo que vivimos, y esto afecta nuestra vida diaria e impacta directamente en la salud humana y también de forma indirecta. Nos está afectando, pero también nos va a afectar en el futuro”, resumió Gerry Eijkemans, directora del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Para ella, si no hacemos lo suficiente esto empeorará. “Hoy vemos más desastres naturales, que no son tan ‘naturales’, el cambio climático tiene acción sobre huracanes, inundaciones, sequías y deslizamientos que afectan la salud física y, especialmente, la salud mental”.
Ella no es la única con ese criterio. En noviembre del 2019, un informe científico sobre clima y salud, elaborado por 120 científicos de 35 institutos de investigación también lo evidenció. El documento, publicado en la revista The Lancet, señaló que un bebé nacido en ese entonces tendría un sistema inmunitario más débil, altas probabilidades de diarreas y dengue, más riesgo de enfermedades respiratorias y mayor oportunidad de enfrentar eventos climatológicos extremos. Además, al cumplir 71 años, podría sentir una temperatura 4 ° C mayor a la actual.
Eijkemans estuvo en Costa Rica, en una gira en la región Brunca, y aprovechó para dar su mensaje de salud ambiental y social. La Nación conversó con ella. Esto es un extracto de lo que dijo:
—¿Cómo se relacionan el clima, el cambio climático y la salud?
―El cambio climático está estrechamente relacionado con la salud. Tanto directa como indirectamente, el cambio climático ya influye.
“Unos ejemplos son los brotes de dengue o la malaria. En algunos países está nuevamente en auge porque los mosquitos que transmiten las enfermedades, cuando hay más calor, tienen un mayor hábitat. Estamos viendo estos insectos donde antes no los veíamos.
“Vemos un cambio en el acceso al agua. Vemos sequías más frecuentes. Racionamientos. Pero, a la vez, lluvias muy intensas que pueden destruir hábitats”.
―El dengue es una enfermedad que ha sido muy prevalente este 2023 y 2024.
―Y cuando tomamos el dengue y lo cruzamos con la situación del agua también vemos otras cosas que debemos trabajar.
“¿Qué pasa cuando no hay agua de forma regular? ¿Qué va a hacer cualquier persona? ¡Acumular agua para tener disponible en los momentos que no tendrá! Es tan importante mantener, de forma regular, el acceso al agua potable de calidad a la población.
“Obviamente, en estos casos hay que almacenar, pero hay que hacer hincapié en la importancia de tapar los recipientes. La población tiene que jugar un rol, pero debe haber políticas públicas”.
―¿Hay impacto también en las enfermedades crónicas no transmisibles?
―Completamente. Volvamos a la seguridad alimentaria. Si no hay acceso a alimentos de calidad podríamos tener más desnutrición o más hipertensión y diabetes.
“La acción debe hacerse acompañada de políticas públicas, ¿qué pasa si una hamburguesa sigue siendo más barata que una dieta balanceada y saludable?
“La salud mental es muy importante también, se vuelve un problema crónico. Vemos juventudes que no ven futuro, están con miedo de lo que va a pasar”.
―Usted también ha hablado de la enfermedad renal crónica no tradicional, esto ha impactado el Pacífico Norte costarricense, ¿cómo afecta el cambio climático?
―Ahora entendemos mejor por qué se desarrolla, viene de un estrés térmico y de deshidratación. Trabajadores que laboran por largas horas al sol, sin sombra, sin hidratación adecuada. El cambio climático influye, si sube la temperatura va a ser peor.
“Lo bueno es que sabemos qué hacer: con descanso, hidratación y sombra se puede controlar. No puede ser que hombres de 25, 30 años ya estén enfermos. Los costos humanos y para el sistema de salud son enormes, y pueden controlarse con prevención”.
―¿Qué podría pasar si no se toman acciones?
―Existen muchas proyecciones de lo que podría suceder, escenarios de qué puede pasar en el peor de los casos o qué puede pasar si hacemos lo que podemos.
“En el peor de los casos, realmente, en unos 20 o 30 años vamos a tener más escasez de agua, problemas de nutrición para las sociedades, la necesidad de migrar.
“Va a afectar la biodiversidad, impactará la economía de los países. Imagínese a un país como Costa Rica, que vive, en gran parte, del turismo y la belleza de su biodiversidad. Si esto cambia tendrá repercusiones más allá de las que podemos ver directamente.
“Y justamente afectaría más a las poblaciones que ya están en condición de vulnerabilidad”.
―¿Cuál sería el escenario más a largo plazo?
―Más a largo plazo nos preocupa el tema de la seguridad alimentaria, por la situación justamente del agua. ¿Podremos realmente tener cosechas suficientes para que las poblaciones vivan? ¿Tendrán el agua suficiente para poder hidratarse, asearse y lavar sus alimentos?
“También conlleva el riesgo de migraciones. Los migrantes climáticos ya se ven en algunas regiones del mundo, pero sin duda se verán en otras partes, como en las Américas”.
―¿Cómo evitar estos escenarios?
―Hay que hacer dos cosas. Mitigar, cambiar la forma como hacemos nuestras vidas. Incluso, el sector salud debe encontrar la forma de realizar su trabajo de forma “más verde”, con menos exposición de carbono, por ejemplo.
“También en las sociedades, en nuestros pueblos hay que ver qué tipo de políticas podemos poner en marcha que estimulen el transporte público, tener parques con sombra. La sombra es muy importante. En Costa Rica hay muchos árboles, pero hay áreas secas, con menos vegetación.
“Tenemos que trabajar sobre los efectos que ya nos están llegando.
“Y ahí viene la segunda cosa que debemos hacer. También debemos pensar en la adaptación. El sector salud debe pensar en qué va a pasar cuando tengamos más enfermedades, más infecciones que no teníamos antes. Incluso, dónde construimos nuestros centros de salud, no puede ser en lugares vulnerables al nivel del agua.
“Debemos trabajar en políticas nacionales, a nivel de regiones, de los cantones y de la población”.
―Pensando en que somos ciudadanos del mundo y las enfermedades no conocen de fronteras, ¿cómo trabajar entre países? ¿Cuál es el rol de la OPS?
―Tenemos varios ejes de trabajo. Una de las cosas que impulsamos es una agenda fuerte de eliminación de enfermedades y condiciones. Tomar acciones concretas para eliminar malaria, dengue y tuberculosis. Todas estas enfermedades ya sabemos prevenirlas, sabemos qué hacer, es cuestión de actuar de forma coordinada.
“Necesitamos coordinación entre diferentes sectores, porque lo que pasa muchas veces es que Salud trabaja solo en los hospitales, pero sabemos que el 70% de las condiciones de salud se generan en nuestros hogares, centros de trabajo y municipios. Es muy importante el trabajo intersectorial: educación, agricultura, protección social. Necesitamos políticas holísticas.
“Debemos entender las condiciones de la población que sufre estas enfermedades, cómo viven, qué acceso tienen a los sistemas de salud. Eso se trabaja a nivel local, nacional, pero también deben tenderse lazos internacionales. Lo local es muy importante en esto, porque son quienes llevan el pulso a lo que sucede en las comunidades”.
―¿Cómo afecta la desinformación y el negacionismo del cambio climático?
―Esto es muy importante. No es la primera vez que vemos desinformación, ya la hemos visto antes. Pero ahora, con el acceso al Internet hay un mayor acceso a la desinformación. Incluso, líderes y presidentes han esparcido desinformación y esto ha afectado la confianza que tiene la población en las instituciones.
“Los médicos de familia y de primer nivel han perdido estas funciones. Esto es peligroso. Si no reconocemos un peligro, cómo lo vamos a enfrentar.
“Si no reconocemos que el cambio climático es una realidad que ya afecta a muchas personas y va a afectar a muchas más, no vamos a poder abordarlo. Es crítico”.
―¿Cómo combatir esto?
―Tenemos una tarea muy grande con educar y poner los hechos y datos sobre la mesa. Mucha gente ya no cree en la evidencia. No es nada sencillo, pero debemos trabajar.