Por año, cerca de 10.000 personas en Costa Rica reciben la noticia de que tienen cáncer. En el 2022 (año más reciente para el cual hay datos), el Registro Nacional de Tumores confirmó 9.415 casos. Otros 5.000 individuos fallecen a consecuencia de las complicaciones de la enfermedad. En el 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) confirmó 5.360 decesos por esta causa.
Esas cifras, sin embargo, podrían crecer en poco tiempo. Proyecciones de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), en su plataforma Cancer Tomorrow (Cáncer mañana), señalan que para el 2035, tanto la incidencia (número de casos nuevos por año) de la enfermedad como la mortalidad aumentarán.
Según esta plataforma, en los próximos 10 años habrá un aumento del 43,61% en casos y del 49,26% en muertes. Esta cifra es mayor a la que se proyecta a nivel mundial, de 35% más de incidencia y de 39,63% más de mortalidad. También es más alto que el estimado para América Latina y Caribe.
La plataforma del IARC parte de posibles casos de cáncer no diagnosticados en cada país, por lo que le asigna a Costa Rica 13.300 casos y 6.070 muertes para el 2022. También se toma como base que la población habría aumentado en un 7,19% para el 2035. Para ese entonces, podrían esperarse 19.100 casos y 9.060 decesos.
El aumento de la incidencia será mayor en los hombres, con 46,84%, versus un 38,8% en las mujeres. Las muertes aumentarán de forma muy similar en ambos sexos.
Con las edades, pasa algo muy diferente. En Costa Rica se espera que los casos en las personas menores de 40 años bajen en 7,89% y la mortalidad sea un 7,91% menor. Esta tendencia no se observa a nivel mundial, donde este sí es el grupo de edad con menor crecimiento, pero no se observa una disminución.
En el grupo de los adultos mayores habrá mayor incidencia y mortalidad: ambas se incrementarían en un 66% en el país. Estas cifras son más altas que las esperadas para el mundo y para la región latinoamericana, donde crecerían entre 51% y 53%.
Para el médico oncólogo y radioterapeuta Rigoberto Monestel Umaña, quien es parte de la coordinación técnica del cáncer en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), esto se debe en parte a la composición demográfica de Costa Rica, donde cada vez hay más población adulta mayor y la fecundidad es muy baja.
“Conforme nuestra expectativa de vida aumenta, aumenta el riesgo de cáncer. En la gran mayoría, los tumores están relacionados con genética y con exposición ambiental a algo. Si aumentan los años de vida, se incrementa la exposición al cáncer”, expuso Monestel.
Esta situación revela el desafío de tener un diagnóstico oportuno y el tratamiento necesario para miles de costarricenses.
El cáncer para el 2050
La IARC permite proyecciones a 25 años plazo, para el 2050. Para ese entonces, Costa Rica esperaría un 98,5% de aumento en la incidencia en comparación con la del 2022, y un 122,41% de incremento en la mortalidad.
Por edades, se espera una baja mayor en los menores de 40 años (19% menos, tanto en incidencia como en mortalidad, a partir del registro del 2022). El impacto será mayor en los adultos mayores, donde se espera que la incidencia crezca un 154,3% en relación con el 2022, y la mortalidad suba un 169,14%.
La plataforma de la IARC advierte de que estas proyecciones están sujetas a que el ritmo del crecimiento actual en estilos de vida y tecnologías médicas se mantenga, pero eventuales cambios podrían falsear las estimaciones.
Seguir los datos del cáncer, ¿por qué aumentará?
Son varias las razones por las cuales tanto la incidencia como la mortalidad por cáncer aumentarían tanto en Costa Rica como en el mundo. Las hay de tipo biológico, de estilos de vida, de exposición a agentes cancerígenos y de mejores herramientas de detección.
Otros factores como la detección tardía y los tiempos de espera también inciden en la mortalidad.
Factores biológicos: envejecimiento y genética
Biológicamente, un adulto mayor es más proclive al desarrollo de tumores. Monestel explicó que entre los 10 y los 40 años de edad, el ser humano está en crecimiento activo. A partir de los 40 años se comienza a dar un declive paulatino en el organismo y las células ya no están tan “preparadas” para enfrentar la formación de un tumor.
“Constantemente, usted y yo nos exponemos al cáncer, pero el cuerpo tiene las herramientas para destruirlo. Conforme pasa el tiempo y llega la vejez, hay menos elementos para esas herramientas, y las herramientas fallan más”, manifestó.
El biólogo especialista en cáncer e investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) Warner Alpízar Alpízar coincidió con Monestel en cómo una población cada vez más envejecida se expone más al cáncer.
“Un logro nuestro es la expectativa de vida tan larga que tenemos. Pero ahí viene el reto de las enfermedades crónicas no transmisibles. Una de mis grandes preocupaciones es que no estamos planificando para el futuro.
“Tiene que darse más atención a los pacientes con cáncer, pero esa misma capacidad instalada también debe atender a más personas con enfermedad cardiovascular y diabetes. Se nos va a desbordar la capacidad instalada”, advirtió.
Esto es un arma de doble filo para el cáncer en personas jóvenes. Según Alpízar, en estos casos la enfermedad tiende a ser más agresiva por dos razones. Por un lado, la biología misma del cáncer del tumor lo hace, muchas veces, de crecimiento más rápido; por otro, como son tan poco comunes, los jóvenes podrían no darle importancia, y no van a consultar. Además, está el hecho de que en los primeros niveles de atención, muchas veces no se les da la prioridad o se canalizan pensando que se trata de otra patología.
Hay otro factor biológico: la genética de la población nacional y su vínculo con el cáncer de riesgo hereditario. El Consejo Genético de la CCSS indica que hay cientos de familias con mutaciones genéticas en las que es mayor el riesgo de tumores de mama, ovario, útero, próstata, colon, recto y gástrico. Sin embargo, las mutaciones más comunes en Costa Rica no son tan frecuentes a nivel mundial, y viceversa.
Estilos de vida y cáncer
Alpízar recordó que el cáncer es un proceso silencioso; los números de hoy comenzaron a gestarse hace décadas. Para él, esa es la importancia de las proyecciones, pues permiten tomar decisiones de políticas públicas.
“El cáncer tarda de 10 a 30 años en formarse; lo que hacemos hoy con nuestros patrones de estilo de vida serán las razones por las que se tendrá cáncer en los años 2035, 2050, 2055″, expresó.
Los hábitos son fundamentales en un riesgo cada vez mayor.
“Estilos de vida sedentarios, dietas poco saludables, el uso de pesticidas, los rayos UV, todo esto nos va exponiendo a noxas (elementos que pueden causar daño en el organismo)”, manifestó Monestel.
Alpízar subrayó que la obesidad está relacionada con 13 tipos de cáncer. Por ello, es crucial atenderse el sobrepeso y la obesidad, pues esos serán los cánceres del futuro.
Para el científico, sería indispensable poner en práctica lo hecho en otros países para aumentar la carga impositiva sobre las bebidas azucaradas y los alimentos hipercalóricos. Los alimentos saludables pueden ser más caros, pero el aumento de precios en alimentos hipercalóricos ayuda a subvencionar los otros.
Para la epidemióloga e investigadora de la UCR Cristina Barboza Solís, dar bloqueador solar a los trabajadores que deben estar muchas horas al aire libre es necesario para la prevención del cáncer de piel.
Faltante de datos impide conocer realidad total del cáncer
Varios de los entrevistados coinciden en que hay muchos vacíos de datos que impiden conocer la realidad del cáncer. Cada oncólogo sabe el tipo y estadiaje de cáncer de sus pacientes y cada paciente lo sabe, pero no hay datos sistematizados en una base que permitan hacer estudios más a fondo para tomar decisiones.
Prueba de ello es que La Nación solicitó a la CCSS la cifra de pacientes en atención por cáncer el pasado 24 de julio y aún se está a la espera de la respuesta.
“Cualquier país que quiera saber cómo tomar decisiones debe tener detalles de la población y del estadiaje. Tenemos que partir de un punto base para ver cuánto mejoramos, si no tiene ese dato de dónde arrancar, no se va a poder comparar. Para poder planificar bien hacia el futuro, necesitamos esos datos”, dijo Alpízar.
Para el biólogo, el dato más necesario es el estadiaje, es decir, saber cuán avanzado estaba el tumor cuando se diagnosticó y si hay metástasis. Esto permitirá conocer con más certeza cuán rápido se llega a la detección.
Según el investigador de cáncer Rolando Herrero Acosta, es necesario el análisis de los datos que ya existen y están disponibles en el Expediente Digital Único en Salud (EDUS), y que haya investigadores dedicados a ello en jornada de tiempo completo.
“Es increíble la cantidad de datos que existen, pero hace falta sistematizarlos y analizarlos”, afirmó.
Barboza destacó que también es necesario hacer grandes encuestas epidemiológicas para identificar factores de riesgo, factores protectores y las relaciones entre estos, y así calcular el peso en incidencia, mortalidad y sobrevida.