La pandemia de covid-19 cumple este sábado un año de su llegada a Costa Rica, lo que motivó a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) a hacer un balance de la atención de la enfermedad.
Para Mario Ruiz Cubillo, gerente médico de la institución, la reconversión del Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare) en el Centro Especializado de Atención de Covid-19 (Ceaco), y la disponibilidad de la nueva torre Este del Hospital Calderón Guardia, fueron fundamentales para que no se produjera un colapso del sistema hospitalario, en setiembre.
Por supuesto, también fue importantísimo el apoyo del resto de la red hospitalaria.
“Setiembre y diciembre fueron los meses más críticos en ocupación hospitalaria. (...) Ningún paciente que necesitó cuidados intensivos fue rechazado. Todos obtuvieron su cama”, añadió.
Sin embargo, nuestro país sí estuvo cerca de ese riesgo con pacientes de cuidados intensivos críticos, que son quienes están más graves. El 19 de diciembre, la institución anunció que se había quedado sin estas camas, situación que se mantuvo durante unas horas.
Ruiz destacó la capacidad de Costa Rica para reconvertir hospitales y reforzar la atención en salud desde los primeros niveles, con el fin de evitar un mayor número de víctimas mortales en el contexto de una pandemia.
Román Macaya, presidente ejecutivo de la CCSS, dijo que esa posible saturación vivida en diciembre ha sido el reto más grande y el mayor aprendizaje.
“Esa realidad pudo haber sido muy diferente. Pudo haber ido aumentando y aumentando en una forma exponencial y hoy tendríamos muchísimas muertes más. Ese es el mayor susto que nos hemos pegado en esta pandemia”, aseveró.
Macaya recordó que la realidad puede cambiar “de forma dramática en cuestión de meses”.
Hoy la realidad es otra, la cantidad de hospitalizados a este jueves era de 237 personas, muy diferentes a las más de 600 vistas en diciembre. También han cambiado los tiempos de hospitalización.
“A inicios de la pandemia, el promedio de estancia de una persona en cuidados intensivos era de 18 días. Actualmente ha disminuido a 10 días. Los tratamientos han mejorado, el personal de salud se ha capacitado más”, subrayó Ruiz.
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No colapsar el sistema de salud
De acuerdo con Macaya, la consigna con la que se comenzó la lucha contra covid-19 hace un año fue no colapsar al sistema de salud, no solo la parte hospitalaria, sino también los servicios de atención primaria.
El replanteamiento de la CCSS se dio a nivel de todo su quehacer. Macaya la define como la mayor crisis sanitaria en 80 años, y este replanteamiento se dio desde antes del primer caso.
“Todo el país tuvo que adaptarse a una realidad. Ya estaba el patógeno causante de una pandemia. La idea era evitar un colapso del sistema de salud, como ya se había visto en otros países. A un año, ningún paciente con covid-19 ha dejado de recibir atención a ningún nivel”, indicó el jerarca.
Para los jerarcas, una de las ventajas por las cuales se evitó el colapso, es que hay un único sistema nacional de seguridad social. Esto permitió que los pacientes de todas partes del país fueran atendidos en el hospital que mejor pudiera, independientemente de cuál le correspondiera por zona de residencia. Esta centralización evitó la necesidad de convenios de cooperación y pagos.
En este tiempo se han realizado 3.541 traslados de un hospital a otro, uno de ellos desde el extranjero. Se han hecho traslados por aire, mar y tierra. Ningún paciente ha fallecido en traslados y ningún funcionario se ha contagiado en este proceso.
En este año de lucha contra la pandemia, 8.377 funcionarios de la CCSS han dado positivo por covid-19. De ellos, 19 fallecieron (el 0,23%).
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Inversión
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La inversión para atender la pandemia también fue sin precedentes.
Del dinero asignado al Fondo de Contingencia del Seguro de Salud se ejecutaron ¢64.518 millones. Esto representa un 51,82% de los ¢125.000 millones asignados, cifra que se anunció a mediados de octubre.
“La Caja partió con un fondo de ¢45.000 millones y es necesario indicar que durante 2020 existió la necesidad de ir reforzando y dotándolo de fondos para poder utilizarlo en la emergencia“, afirmó Luis Diego Calderón Villalobos, gerente financiero de la CCSS.
Para el 2021 este fondo inició con una asignación de ¢60.000 millones.
A la fecha se han adquirido 3.208 equipos médicos con una inversión de $24,8 millones. Esto incluye ventiladores pulmonares, monitoreo de signos, camas, desfibriladores, electrocardiógrafos, máquinas de hemodiálisis, mesas, nebulizadores portátiles, sistemas reanimación de compresión toráxica, entre otros.
Además, la extensión de los subsidios por incapacidad a personas con orden sanitaria y sospecha de contagio generó la cancelación de ¢16.602 millones al 31 de diciembre 2020.
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A futuro
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¿Cómo se ve la atención de la enfermedad en Costa Rica? Para Ruiz, lo principal es entender que aún seguimos en pandemia, y, aunque las vacunas sí dan esperanza, los números podrían volver a subir.
“Esto no ha terminado, seguimos en pandemia y debemos seguir trabajando. Ya tenemos una hoja de ruta de qué hacer si los casos aumentan y qué hacer si los casos disminuyen”, recalcó el gerente médico.
Una de las cosas que no cambiará son las teleconsultas de los diferentes servicios, aunque se vayan incrementando las citas y las cirugías.
“Hay que mantener el aforo. No podemos citar a todas las personas al mismo tiempo porque entonces aumentaría la tasa de contagio de covid-19”, manifestó Ruiz.
Uno de los principales retos que se enfrentan son las posibilidades de variantes que puedan cambiar la forma de atención a la enfermedad.
En Costa Rica ya se detectó la presencia de dos variantes catalogadas por la ciencia como “de preocupación”: la surgida en Reino Unido (potencialmente más contagiosa) y la surgida en Sudáfrica (que le reduciría la eficacia a algunas vacunas).
“Hay algunas variantes más complicadas. Hoy en la mañana salió un estudio que dice que la variante del Reino Unido podría tener un 58% de más letalidad. Debemos estar pendientes de eso. También, es posible que la vacunación se deba renovar año con año”, dijo el gerente médico.
También es necesario reforzar la atención en otras enfermedades: “si no las atendemos, al tiempo nos van a pasar la factura como población”, señaló el gerente médico.
Sin embargo, una lección que nos deja este primer año es que la preparación debe ser aún a más largo plazo.
“Nadie quiere hablar de una próxima pandemia, pero desde el 2000, el mundo ha vivido el salto zoonótico, es decir, el paso de animales a humanos, de tres coronavirus: SARS, MERS, y este SARS-CoV-2, además de la AH1N1, podrían darse más en el transcurso del tiempo. Debemos estar preparados”, concluyó Macaya.
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