Investigadores del Instituto de Descubrimientos médicos Sanford Burnham Prebys en La Jolla, California, Estados Unidos, encontraron un "camino" hacia la angiogénesis, es decir, la posibilidad de que nuevos vasos sanguíneos puedan formarse a partir de vasos preexistentes.
Esto resulta una esperanza para personas con enfermedades isquémicas, como la arteriosclerosis o males vasculares periféricos.
En algunos de estos padecimientos, las placas formadas por grasa y calcio dificultan –o incluso bloquean– el paso de sangre por las arterias y venas.
En otros casos, el flujo normal de sangre se vuelve imposible por la muerte o debilitamiento de los vasos sanguíneos.
Según el estudio, la acción de ciertas proteínas resultaría vital en la formación de vasos sanguíneos completamente funcionales.
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"Nuestra investigación muestra que la formación de vasos sanguíneos que funcionen normalmente requiere de la activación de una proteína llamada quinasa AKT por parte de otra denominada R-RAS. Este mecanismo es clave en la formación del lumen –el espacio interior del vaso sanguíneo–", indicó en un comunicado de prensa Masanobu Komatsu, coordinador del estudio.
"Estos hallazgos son importantes porque nos dan una nueva luz en el proceso necesario para incrementar el flujo sanguíneo en los tejidos isquémicos", agregó.
Los esfuerzos anteriores para hacer crecer nuevos vasos sanguíneos se habían concentrado en dotar a los tejidos isquémicos de factores de crecimiento propios de los vasos sanguíneos, como el llamado factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF, por sus siglas en inglés). No obstante, ninguno de los intentos logró ayudar a los pacientes.
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La diferencia
Komatsu y sus colaboradores tomaron un camino diferente al que transitan otros científicos que también trabajaban en el tema. Primero, querían demostrar por qué el VEGF por sí solo no funciona.
Ellos tomaron un cultivo celular y un tejido vivo para evidenciar que el VEGF promueve la vascularización (es decir, formación de nuevos vasos), pero que su resultado es poco funcional e inestable.
"No importa si se trata de una vena, arteria o de un vasito capilar: todos necesitan un lumen para poder ser funcionales y que haya circulación. Solo así la sangre oxigenada y los nutrientes pueden recorrer el cuerpo. El VEGF por sí solo no puede soportar la formación de un lumen", clarificó Komatsu.
Fangfei Li, una de las investigadoras, fue clara en explicar los componentes necesarios para formar estas estructuras: "generar vasos sanguíneos es muy similar a la forma en la que crecen los árboles: las ramas más pequeñas se forman a partir de las ramas ya existentes y van formando nuevas ramas cada vez más delgadas y así se van dando hojas y frutos. El estudio muestra que, en el caso de los vasos sanguíneos, hay señales que controlan el proceso".
Según explicó Li, el VEGF activa la quinasa AKT y esto induce a que las células llamadas endoteliales "florezcan". Después, la proteína R-Ras activa la AKT para que comience la formación del lumen.
En un segudo paso, la AKT activada por la R-Ras estabiliza a las células endoteliales para que formen la arquitectura del lumen y este se defina.
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"VEGF y la activación que R-Ras hace de AKT, son complementarios. Ambos son necesarios para generar vasos sanguíneos funcionales que puedan reparar un tejido isquémico", aseguró Komatsu.
¿Qué sigue? Tanto Komatsu como Li indican que seguirán viendo cómo funciona la dupla de las proteínas AKT y R-Ras, pues creen que puedan tener aplicaciones en terapia genética o en farmacología.
También podrían funcionar para el tratamiento de otras enfermedades que utilizan la terapia con VEFG.