Su amigo o su pariente ya no es el mismo de siempre, se ve triste, aislado, apagado y no parece disfrutar de cosas que antes sí. ¿Cómo acompañar en una situación como esta? ¿Qué decir y qué no?
Cuidar la salud mental y las emociones de nuestros allegados también es de mucha importancia. Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora este mes de octubre, La Nación revisó la opinión de especialistas en Psicología y Psiquiatría, para ver cómo podemos dar esta compañía lo mejor posible. Las buenas intenciones muchas veces pueden herir a las personas, más si no sabemos de antemano cómo apoyar.
Para el psiquiatra Mauricio Campos, un punto trascendental está en dilucidar si la persona está enfrentando un duelo o se siente triste o si más bien está ante un episodio depresivo o ya tiene un trastorno de este tipo.
“La tristeza es una respuesta común a pérdidas o cambios bruscos en la vida (muertes, rupturas amorosas, despidos laborales), en donde más bien sería extraño que no se manifestaran episodios de malestar, llanto o desesperanza. La depresión ya es algo a nivel clínico. Requiere una evaluación clínica, un criterio que no puede ser hecho a la ligera. Un especialista es quien debe determinar su nivel”, aclaró.
La depresión no solo presenta tristeza, llanto y malestar o desesperanza. Hay otras señales, como cambios en los patrones de sueño (insomnio o más bien dormir más de la cuenta), de alimentación (comer de más o más bien casi no comer), incapacidad de sentir placer por cosas que antes se disfrutaban, aislamiento, desgano, fatiga, irritabilidad, y, en ocasiones, abuso de licor.
Con esta diferencia clara, sí hay muchas cosas que podemos hacer para primero identificar estas situaciones y luego apoyarlas.
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¿Qué hacer?
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No juzgue. Esto es lo principal, tanto en depresión como en tristeza. Hay cosas por las que tal vez usted no sentiría mayor malestar, pero esto no es así en todas las personas. Recuerde que todos somos diferentes, todos reaccionamos distinto ante distintas situaciones.
En las personas con depresión, incluso lo bueno que pueda suceder a su alrededor, podría no tener importancia, tome eso en cuenta, aunque usted no lo entienda.
No diga frases como “eso no es nada”, “ya ahorita se te va a pasar”, “sos muy fuerte”, “no llorés”, “si salimos a distraernos, vas a sentirte mejor”.
Recuérdele su apoyo. No dé por sentado que su ser querido sabe que usted está ahí, dígaselo. Invítelo a estar con usted, pero no lo fuerce.
Escuche. “Escuchar es prevenir”, reza una de las frases más famosas en salud mental. Muchas veces buscamos escucha y no consejo. Si le piden consejo, delo, pero si no, limítese a estar al lado. Escuche lo que tiene que decir sin juzgar. Si no quiere hablar del tema, pero sí de otros, acompáñelo y tengan esa conversación. Si no quisiera hablar del todo, solo esa compañía, física o virtual puede marcar diferencias.
Pregunte cómo apoyar. No todas las personas quieren o necesitan la misma ayuda. Algunas querrán abrazos, otras más bien es lo último que quieren. La ayuda que cada quien necesite varía según la situación. Todos somos únicos. Preguntar nos hace entender mejor.
Respete su tristeza. Entienda el motivo por el que la persona está triste, estresada o malhumorada. Respete si no quiere decirle o si solo le cuenta una parte, o que tal vez ni la persona misma entienda lo que le pasa. Ofrézcale salir y disfrutar, pero no lo obligue.
Tenga presente actividades que le gustan. Si a él o ella le gusta el cine o teatro o algún tipo de comida, ofrézcase a acompañarle. Si no quiere salir de casa, busque estar allí para esa persona, pueden ver una película juntos, cocinar o encargar comida.
Busquen asistencia profesional. Si ese ser amado lleva meses sintiéndose así, anímelo a buscar ayuda profesional y ofrézcase a buscar el mejor profesional. A veces los sentimientos ni siquiera dan fuerza para buscar esa ayuda, usted puede ofrecerse a sacar la cita.
Si dice que tiene miedo, dígale que usted le acompaña y le esperara fuera de la sala de consulta del psicólogo o terapeuta.