Por moda o con intención de mejorar la salud, en los últimos años ha ido en aumento la tendencia de “tenderle” una mano a nuestro hígado y “limpiarlo” o “desintoxicarlo”. Dietas, ayunos, batidos verdes, y tés de hierbas; hay quienes hablan de “combos” que limpian hígado y colon a la vez, incluso con laxantes o purgantes.
¿Es necesario todo esto? En la gran mayoría de los casos, la respuesta tiene dos letras: No. Sin embargo, esta respuesta viene acompañada de explicaciones que debemos tomar tiempo para entender. La principal: una alimentación balanceada le da al hígado todo lo que necesita para que pueda limpiarse o “desintoxicarse” sin mayor ayuda.
Por eso, en Siéntase Pura Vida repasamos este tema de la mano del gastroenterólogo Wagner Ramírez Quesada y de documentos de la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones mundiales de salud digestiva.
“El hígado tiene un aparato inmunitario superinteresante que modula y regula la respuesta a la exposición de todas las sustancias ajenas con las que se enfrenta. La gran mayoría de las sustancias que se absorben en los intestinos pasan por este gran filtro que es el hígado”, manifestó Ramírez.
El especialista añadió que el hígado metaboliza muy rápido las sustancias que llegan a él y tiene la posibilidad de regenerarse ante los diversos “insultos” que puedan llegar.
“En una persona sana, el hígado presenta toda la ‘maquinaria’ molecular apropiada para poder desintoxicarse o eliminar las sustancias por las vías de desechos comunes, ya sea por orina o por heces. El hígado sabe muy bien qué hacer para limpiarse o repararse”, subrayó.
¿Qué es el hígado y por qué es importante?
Es uno de nuestros órganos estrella. Ramírez expresó que tiene más de 400 funciones: hormonales, de “revisión” de los diferentes alimentos que consumimos y, de “leer”, procesar y depurar los medicamentos que ingerimos. Muchos productos bacterianos se “frenan” en el hígado. También metaboliza las bebidas alcohólicas. Además, en la infancia tiene funciones para la producción de sangre.
Otras funciones incluyen:
- Es el órgano que secreta la bilis, el líquido que permite transportar desechos y descomponer grasas en el intestino delgado durante la digestión.
- Produce colesterol y proteínas especiales que permiten enviar grasas por todo el cuerpo.
- Equilibra y fabrica glucosa a medida que el cuerpo necesita.
- Regula a los aminoácidos, que son los formadores de nuestras proteínas.
“Dependiendo de mi estilo de vida, el hígado va a tolerar o no, los distintos fármacos o sustancias que ingerimos”, precisó Ramírez.
¿Qué no debemos hacer?
El especialista indicó que hay quienes se deslumbran con soluciones que les prometen todo con facilidad. Y estas soluciones no solo no tienen el fundamento del método científico, sino que se rigen por pseudociencias.
Se incluyen ahí las llamadas dietas “detox”, la obsesión con los batidos verdes, los ayunos frecuentes y el uso de laxantes. Esta es una tendencia que se volvió moda y no solo para el hígado; hace unos meses, en Siéntase Pura Vida explicamos por qué no es necesario hacer limpieza de colon.
“Al día de hoy no hay medicamentos aprobados por la FDA (Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, por sus siglas en inglés) para el hígado graso. Por eso la gente busca lucrar con esto. Por más que lo vea por redes, por tiktok, siempre debemos consultar si es para mí o no, no hay nada que sustituya un estilo de vida saludable”, aseveró Ramírez.
¿Qué sí podemos hacer?
Ramírez resume que sí hay dos cosas que podemos darle a nuestro hígado para que le sea más fácil esa “autolimpieza” o “autodesintoxicación”: una alimentación balanceada y una muy buena hidratación, idealmente con agua.
“No hay nada más que se necesite. Su hígado solo pide una alimentación balanceada e hidratarse bien”, aclaró.
El consumo de algunos alimentos sí podría ayudar, entre ellos están: brócoli, aguacate, espárragos, coliflor, cúrcuma, alcachofas, y manzanas. Eso sí: esto de poco servirá si la alimentación no está balanceada. Por otra parte, consumir productos muy procesados podría ponerle más estrés al hígado, y, aunque esté en capacidad de enfrentarlo, podríamos ahorrarle ese trabajo.
El gastroenterólogo fue enfático en que, si la persona es diabética o tiene otro tipo de problemas en el metabolismo o enfermedades hepáticas, sí debe tomar medidas extra, como medicamentos, pero esto debe llevarse de la mano con el médico.
Mayor atención
¿Quiénes son las personas que requieren una mayor vigilancia? Ramírez las dividió en dos categorías: quienes tienen problemas agudos y quienes ya tienen condiciones crónicas. En el primer grupo están, por ejemplo, quienes tienen la hepatitis viral A; esa, junto con otras enfermedades, llega y se va y la persona generalmente se recupera y continúa con su vida normal. Sin embargo, mientras está con la enfermedad, deberá tomar medicamentos específicos y estar bajo vigilancia médica.
El otro grupo es el de las enfermedades crónicas, que pueden ser cirrosis, esteatosis hepática (grasa que se acumula por condición metabólica, en otras palabras “hígado graso”), enfermedades autoinmunes o genéticas.
“Estas personas con hígado graso no es que deban hacerse limpiezas, no es necesaria una ‘limpia’, eso más bien incurre en el riesgo de dañar el hígado. Me ha pasado ver gente que llegan con niveles alteradísimos y cuando uno les pregunta, te dan esa lista de medicamentos de macrobiótica que con solo quitarlos la persona ya se siente mejor”, especificó.
Se considera que es graso cuando está conformado por más de 5% de grasa. Ahí, más que una limpieza como tal es necesario tener un control médico. ¿Cómo podemos sospechar de hígado graso? Estas son algunas señales, según la Asociación Internacional de Gastroenterología:
- Fatiga y debilidad
- Dolor leve o sensación de llenura en el área abdominal derecha o central
- Niveles elevados de enzimas hepáticas
- Niveles elevados de insulina
- Niveles elevados de triglicéridos
Ramírez recordó que los productos de macrobióticas, por más naturales, tienen sustancias químicas que no son inocuas. El problema se da en que estas sustancias están reguladas por el Ministerio de Salud como medicamentos, sino como suplementos, pero muchas veces esto tiene consecuencias mayores, dependiendo de las características de cada individuo.
“Si usted toma eso, está metiéndole zancadillas a su hígado”, resumió el especialista.
En personas con enfermedades crónicas van a necesitar no solo medicamentos, también cambios en su alimentación. Para ello, es necesario no solo el apoyo de médicos, también de profesionales en Nutrición.
“En estos casos de enfermedades crónicas que sí comprometen el trabajo del hígado es necesario un cambio en la alimentación según cada individuo, por eso es vital el profesional en nutrición”, concluyó.
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