El hígado es uno de los órganos con más funciones en el organismo humano. Realiza más de 400 labores, no solo “hace una revisión” de los alimentos que consumimos y metaboliza los medicamentos que ingerimos y las bebidas alcohólicas, sino que además produce colesterol y proteínas especiales que permiten enviar grasas por el cuerpo y regula a los aminoácidos, los formadores de nuestras proteínas.
Sin embargo, también es uno de los órganos a los que se les pone más presión con los malos hábitos que pueden enfermarlo, como cuando hay hígado graso. Esta es una afección que antes era rara en personas sin antecedentes de alcoholismo, pero el sedentarismo y la obesidad han hecho que cada vez sea más común.
¿En qué consiste este padecimiento y cómo saber si se tiene? En Siéntase Pura Vida hablamos con el gastroenterólogo Jorge Sandoval Montero y revisamos lo dicho por asociaciones internacionales.
Es normal tener una pequeña cantidad de grasa en las células hepáticas, pero cuando está compuesto por más de un 5% de grasa, ya eso significa hígado graso.
“El problema es cuando la grasa se comienza a depositar en las vísceras, y el hígado es una víscera, la más grande que tenemos en el cuerpo. El término lo que define es que hay grasa depositada en este órgano y que se está acumulando”, destacó el profesional.
El hígado graso es tratable y reversible. El problema se da si se va acumulando más grasa de la cuenta y esto no se detecta o no se trata.
El origen
El gastroenterólogo indicó que las causas de hígado graso pueden ser múltiples. La principal causa es metabólica, como el sobrepeso y obesidad. Esto predispone a otras condiciones metabólicas que también aumentan el riesgo de hígado graso, como diabetes, hipertensión y niveles altos de colesterol y triglicéridos.
“Se asocia mucho al estilo de vida que hemos estado llevando: la población tiende a ser sedentaria, tenemos una alimentación que en términos generales es inadecuada y eso favorece los depósitos de grasa visceral”, dijo Sandoval.
En otros casos, puede darse por el uso de medicamentos o por el consumo crónico de alcohol.
La detección
Una de las razones por las cuales el hígado graso se ha vuelto tan prevalente, afirmó el especialista, es porque ―al igual que sucede con otras condiciones de salud― es que en un inicio no presenta síntomas del todo.
“Muchas veces se encuentra como un hallazgo incidental. Es decir, se hizo un estudio para otra cosa y se percataron de que el paciente tenía hígado graso”, expresó.
El hígado graso sí es un problema de salud, pero el profesional aseguró que también puede ser un marcador de riesgo para otras enfermedades relacionadas con el sistema cardiovascular.
Estas son las personas con mayores factores de riesgo no solo para hígado graso, también para desarrollar complicaciones, por lo cual deben tomarse medidas.
- Obesidad, especialmente cuando la grasa se concentra en la cintura
- Diabetes tipo 2
- Prediabetes o resistencia a la insulina
- Hipotiroidismo
- Colesterol alto
- Niveles altos de triglicéridos en la sangre
- Síndrome metabólico
- Síndrome de ovario poliquístico
- Antecedentes familiares de enfermedad del hígado graso u obesidad
- Deficiencia de la hormona de crecimiento
- Apnea obstructiva del sueño
- Baja actividad de la glándula pituitaria (hipopituitarismo)
Realizarse exámenes de sangre como hemograma, perfil lipídico o hemoglobina glicosilada pueden darle al médico idea de cómo está la persona. También medir la circunferencia de la cintura puede ser una guía para el profesional de la salud.
El tratamiento
Sandoval fue enfático en que el único tratamiento para esta condición es manejar los factores de riesgo. Es decir, controlar con estilos de vida como una alimentación saludable, actividad física, eliminar el tabaco y el alcohol y controlar los niveles de sobrepeso, colesterol y triglicéridos.
De ser necesario, el médico enviará pruebas específicas que valoran la función del hígado y determinar si hay daño y a qué nivel.
Para Sandoval, el problema de no seguir estas indicaciones es que, aunque la persona se sienta bien en un inicio, si no se hacen estas adecuaciones se irá acumulando grasa en el hígado y podría llevar a complicaciones. De seguir desatendiendo la situación, las consecuencias podrían ser tan graves como llegar a requerir un trasplante.
Las complicaciones
Según la Asociación Internacional de Gastroenterología, si el hígado graso no se detecta y se trata a tiempo, podría progresar y desencadenar una afección más grave conocida como esteatohepatitis.
Esta enfermedad involucra mayor acumulación de grasa e inflamación que daña las células hepáticas. Esto puede provocar fibrosis, o cicatrización, a medida que las células hepáticas son lesionadas repetidamente y mueren.
En estos casos, las probabilidades de enfermedades más graves como cirrosis o la necesidad de un trasplante de hígado aumentan.
Sandoval detalló que hay dos fases de la cirrosis: en una primera fase está compensada, y si no se actúa, se entrará en una fase de descompensación.
Una cirrosis compensada podría no presentar síntomas, porque el hígado trabajará “extra” para poder realizar sus labores.
Si se llega a descompensar, las manifestaciones sí serán más “llamativas”, describió el especialista. Dentro de los síntomas están vómitos con sangre, dolor abdominal, infecciones y malestar muy fuerte.
“Lo ideal es identificar a quienes tienen factores de riesgo, que los valore un especialista y evitar una cirrosis o, si ya se tiene, evitar una descompensación”, manifestó.
Dentro de los síntomas que pueden tener estos daños ya mayores están:
- Debilidad
- Pérdida de apetito
- Náuseas
- Color amarillo en la piel y los ojos (ictericia)
- Picazón
- Acumulación de líquido e hinchazón en las piernas y el abdomen
- Confusión mental
- Sangrado gastrointestinal
Si usted tiene algún factor de riesgo, converse con un médico sobre cómo bajar las probabilidades de hígado graso. Si ya lo tiene, tome nota de lo que debe hacer para no complicarse.
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